C A P Í T U L O 2 1

409 56 11
                                    


Narra Cinco.

Durante Febrero me aleje de la pintura, intenté pintar pero solo podía trazar líneas sin sentido y que claramente odiaba. En Marzo volví a centrarme en entrenar y perfeccione muchas cosas para el combate cuerpo a cuerpo, agilice mis movimientos y aprendí más de mis poderes.

En Abril volví a pintar, estaba de muy buen ánimo y en cuanto tuve el pincel entre los dedos, nada me pudo detener. Me las ingenié para ir a comprar mis materiales sin que papá lo notará, a veces me escabullia después de alguna misión o cuando papá estaba en alguna junta. Mi colección personal de mis propias pinturas, aumentó de número en pocas semanas.

Mayo estaba llegando a la mitad, el clima cálido de primavera era agradable. No había vuelto a tomar ni una sola gota de alcohol, no desde aquella tarde en la que corrí a TN de mi vida para siempre. A veces pensaba en ella, a veces moría por verla y rogar por su perdón por todo lo que dije e hice aquel día.

Nunca lo hice...

Lo que sí hice fue esconderme detrás de uno de los árboles fuera de su escuela, lo he hecho algunas veces. La vi reír con Maite al planear ir al cine para ver una película de moda, la vi feliz cuando Maite uso el uniforme de porrista por primera vez; también la vi triste cuando le fue mal en el examen de matemáticas, la vi enojada cuando la impresión de el periódico salió mal impreso. La vi concentrada cuando tomó su cámara entre las manos y fotografió a una pareja de ancianos que caminaban muy enamorados en la acera de enfrente. La vi varias veces y aún así, sólo me quedé como un espectador.

Me puse dos lienzos bajo el brazo y con la otra cargaba la bolsa con tubos de pintura, era una tarde agradable y decidí caminar hasta la academia. Cruce por el parque, había niños correteando por el lugar, familias pasando el rato y amigos divirtiéndose; ahí entre tanto bullicio lleno de alegría, encontré una gota de tristeza y amargura. Maite estaba prácticamente escondida detrás de un árbol, pero la vi y no pude ignorarla. Caminé hasta ponerme delante de ella, cuando noto mi presencia levantó el rostro.

—¿Te golpeaste con la puerta? —murmuré.

—Si, soy muy torpe.

—¿Qué pasó?

—Nada.

Apartó la mirada, su cabello era un desastre, sus mejillas estaban coloradas y en estas unas líneas desiguales de negro, de tanto llorar, su maquillaje se había corrido. Pero no era eso lo importante, era esa gran mancha morada verdosa en el contorno de su ojo izquierdo.

—¿Fue tu padre?

—No —me miró de prisa—. Papá jamás se atrevería a ponerme una mano encima.

—Pero si permitir que alguien más lo haga.

Se encogió en su lugar, abrazó sus rodillas y escondió el rostro, pero escuché sus sollozos. Deje las cosas en el césped y me senté frente a ella.

—Discuti con el ogro, se atrevió a quitar la foto de mamá. Le grite y comenzó la discusión, ¿te han golpeado con una botella de vino? Pues duele como una mierda —sonrió con enojo—. La base de la botella impacto aquí —señaló donde el moretón—, claro que papá le creyó a ella cuando le dijo que me lo hice en mi práctica de animadora. No lo culpo, ¿sabes? Cuando mamá murió él se perdió, ella era el amor de su vida y la vio morir, durante casi un año lo escuche llorar cada noche y cada día fingir que estaba bien. Él no creía que podría volver a sentir nada por nadie, una noche después de salir con unos amigos por unos tragos, llegó feliz.

—La conoció.

—Si, ella había ido con sus amigas y bueno, papá creyó que era buena idea y yo lo vi tan feliz que lo acepte, tenía derecho a ser feliz. Creo que papá no acepta lo que su esposa hace por miedo, no lo sé.

La fuerza del corazón || CHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora