C A P Í T U L O 2 5

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⇢ Capítulo largo  



Un mes y medio despues.

Los días habían pasado rápido, tenía un mes y medio de haber tenido la operación y hoy por fin me darían el alta. Maite durante este tiempo había traído al hospital cada apunte de clase para qué no me atrasara, había podido dirigir el periodico desde la habitación de hospital y estaba feliz porque lo había logrado.

De Cinco no había sabido nada hasta ahora, estaba sentada en la cama con un pans que mamá me trajo, esperaba a mis padres para irme, mientras veía las noticias en la habitación. Era una pequeña rueda de prensa con los Umbrella por un caso que tuvieron hace dos días, últimamente Cinco no había aparecido por ningún sitio y veo que no fui la única en notarlo.

—Señor Hargreeves, ¿dónde está el quinto de sus hijos? No se le ha visto acompañándolos últimamente —preguntó una reportera.

—Mi hijo ha honrado a la Academia Umbrella obteniendo una beca para una prestigiosa escuela de arte en París, está enfocado en ello.

—¿Ya se ha marchado entonces? —otro reportero habló.

—Está próximo a irse, esta tarde yo tomaré un vuelo para arreglar sus documentos en la escuela.

—¿Tendremos noticias próximas del número Cinco?

—No, mi hijo saldrá completamente del ojo público. Eso es todo, gracias.

Reginald comenzó a caminar alejándose de los reporteros qué aún hacían preguntas, los demás Umbrella iban detrás, una reportera los interceptó.

—¿Están orgullosos de lo que su hermano hizo? —Los chicos se miraron guardando cualquier expresión y Klaus habló.

—Si, estamos orgullosos de la decisión de nuestro hermano, él ha tomado una decisión con el corazón.

Klaus agachó la mirada y Luther abrió paso para que todos pudieran avanzar. En ese momento Maite entró a mi habitación con una sonrisa.

—¿Lista?

—Si, oye... ¿Qué te dijo Cinco cuando fuiste a verlo? —Tenía dos o tres semanas que fue a la Academia a buscarlo—. Nunca me contaste.

—Ah... pues que él... dijo que... tenía cosas que atender sobre la escuela pero que en cuanto pudiera te buscaría —sonrió con nervios.

—Maite, ¿por qué siento que hay algo que no me estás diciendo?

—¿Yo? Para nada.

—Maite, estás nerviosa, dímelo.

—Nada, en serio.

—No quiere verme, ¿es eso? —la decepción se instaló en mi pecho.

—¡No! Nada eso, creeme que lo que más quisiera es eso, es solo que... es complicado —suspiró.

—Iré a verlo.

—¡¿Verlo?! No, no es buena idea.

—Pero necesito verlo.

Maite me miró con desesperación evidente en su rostro, se pasó una mano por el cabello y suspiró.

—Escucha, recién saldrás del hospital, ¿qué te parece si el lunes vamos después de que regrese de la escuela? Así descansas este fin de semana, descansar en tu habitación es mejor que aquí en el hospital.

La fuerza del corazón || CHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora