Te odio como no te imaginas, detesto todo lo que casusaste en mí, porque tenias que aparecer, porque el destino te puso en mí camino.
Recuerdo la primera vez que te vi ten lejano a esta realidad como yo, escondiendo tu dolor en sonrisas falsas, tan igual a mí. Ahora entiendo que era por eso que descubriste las mías tan rápido.
Cuando empezamos a frecuentarnos por ese tonto trabajo en grupo, no sé si fue lo peor que me pasó en la vida o lo mejor.
Aún están en mí mente como llegaste a mí sumergido en tu propio haujero, tan oscuro y profundo, incluso más que el mío.
No sabes cómo odio tus ojos, los odios por hacerme perder en su infinito cuando nisiquiera me miraban a mí. Los odio casi tanto como tu horriblemente hermosa y sensual sonrisa, que hace que me derrita apenas la aprecio y ni hablemos de tu risa.
Imagínate mí felicidad al saber que odiabas sonreír de verdad, porque tus sonrisas falsas no causaban nada en mí más que verme reflejada en ti.
Todavía no entiendo cómo es que te metiste tan hondo en mí, como me tuviste contando mariposas hasta la madrugada y los segundos para ese mensaje de buenos días.
Hice de todo para que te fueras, para que me dejaras desaserme en paz, no entiendo porque te quedaste, cuando tu querías hacer lo mismo.
Hasta que lo dijiste me amabas, según tu yo había llegado por obra del destino a endulzar tu vida, a volverle a poner un sentido para seguir adelante y tu deseaste ser el mío.
Recuerdo que después de esas palabras no me dejabas ni a luz ni a sombra, querías ayudarme querías arruinar mí nube gris coloreandola del color de tus preciosos safiros.
Aún no puedo creer que me ames con todos mis defectos, no puedo creer que te hayas fijado en mí, no puedo creer que te quedarás aquí a mí lado.
Actualmente se siente tan bien y tan irreal verte despertar a mí lado todas las mañanas con tu preciosa sonrisa y tus ipnoticos ojos.
Al fin y al cabo falange mí plan de estar sola y mí predeterminada muerte, tanto como yo dale los tuyos.
Me inspire en la canción de ¿Cómo es que tu? de Ela Taburet.
