Joaquín Bondoni se vé abrumado ante el segundo año de universidad. El verano queda atrás, pero él quiere volver a él y reencontrarse con personas que conoció, incluso con aquellas que no recuerda haberse encontrado.
Emilio Osorio estará ahí para ha...
Los agentes continuaron haciéndole varias preguntas sobre la hora a la que el incidente había ocurrido, en que zona de la biblioteca se encontraban, la posibilidad de algún testigo a pesar de Emilio y numerosas cuestiones más. El castaño se había tranquilizado un poco y procedió a responder a cada cuestión que le planteaban.
- ¿Van a detenerlo?
- Según todas las pruebas pertinentes, el resultado de las pruebas del hospital y que la hora a la que relatas los hechos coinciden con la hora en la que las cámaras de seguridad lo vieron entrar, podemos decir que sí. El resultado de todo ésto es que eres víctima de una agresión sexual y el señor Mariscal lo pagará caro
Joaquín respiró aliviado. No podía quitarse el dolor que sentía en ese momento, pero al menos sabría que no habría ninguna víctima más, no al menos por su parte. Los agentes se disculparon con él por todo lo que había tenido que pasar y abandonaron la habitación deseándole una pronta recuperación. Echó la cabeza hacía atrás respirando con algo de alivio, cuándo de pronto Emilio entró sin previo aviso para asegurarse de que estuviese bien.
- ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? ¿Qué te han dicho? - dijo sosteniéndole la cara
- Tranquilo Emilio, estoy bien
El rizado soltó todo el aire retenido en sus pulmones, juntando su frente con la del menor.
- Van a detenerlo - dijo Joaquín y Emilio lo miró - Vá a pagar por lo que me ha hecho
- Te lo juro que si pudiese lo mataría con mis propias manos
- La cárcel se vá a encargar de ello
Emilio no pudo evitarlo, se acercó a él besándole suavemente los labios. Joaquín se sorprendió un poco echando la cabeza hacía atrás mientras seguía con los ojos abiertos. El rizado se percató de aquello y se separó inmediatamente.
- Perdón, lo siento - dijo soltándolo - No quería asustarte - dijo sujetándose el cabello - No sé que me ha pasado, lo siento, de verdad
Joaquín sonrió levemente. No le había disgustado que lo besase, pero sentía que era demasiado pronto. No iba a compararlo con Mauricio, pero haber sentido aquel contacto hizo que algo se removiese en su interior. No estaba seguro de que fuese algo malo, pero tampoco sabía si era algo bueno.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Pasaron 3 días desde que Joaquín había sido ingresado. La madre del rizado les había dejado intimidad y no había vuelto a aparecer por el hospital, sin embargo, Emilio no se movió de su lado.
Ya le habían dado el alta y podían irse a casa. Joaquín estaba contento, pero también aterrado. A pesar de que Mauricio estuviese encerrado, le daba miedo que el rumor se hubiese extendido y fuese el centro de atención.
Llegaron al piso del rizado. Por la falta de ascensor tuvieron que subir andando y el interior de Joaquín chillaba cada vez que subía un escalón. Tras un buen rato llegaron hasta la quinta planta y entraron. Inconscientemente, se plantaron frente a la habitación del rizado y el castaño no sintió aquella felicidad que se suponía que debía sentir. Se sintió incómodo, recordó las veces que había estado tumbado desnudo junto a él y se sintió mal. Ni siquiera había dejado que el rizado estuviese delante cuándo se cambió de ropa en el hospital. Emilio sintió aquello y decidió ser el primero en hablar.
