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Después comer, Jungwon tuvo el valor para contar todo lo que vivió a Jay y Nayeon.

Madre e hijo estaban horrorizados por todo lo que le hicieron, pero aún así, ambos se sentían un poco culpables, porque Jungwon durante todo ese tiempo estuvo viviendo en la casa de al lado, y ellos nunca se dieron cuenta de lo que pasaba.

Nayeon decidió que lo mejor, iba a ser llamar a la policía en vez de ir a la comisaría, podría ser peligroso salir de la casa con Jungwon.

La policía llegó al rededor de las diez de la noche, y después de hablar un poco con Jungwon, le pidieron a los tres que lleven ropa y lo que más necesitaban, porque no podían seguir estando ahí, debían llevarlos a un lugar seguro.

En la comisaría, Jungwon estuvo hablando por más de dos horas con los oficiales, y una vez salió, la policía los llevó a un hotel cercano a la comisaría, en donde se estarían alojando por un largo tiempo.

El comisario que tomó la denuncia, les contó que el señor Choi, en realidad se llamaba Shin Junseon, y era un proxeneta, que tiene su propia red de prostitución, junto con su hermano; Shin DoHyun. Ambos son buscado desde hace más de 17 años, pero era muy difícil encontrarlos, porque tenían muchos contactos que les permitían esconderse y cambiar de identidad, no tenían un punto fijo, cada cierto tiempo cambiaban de lugar y su búsqueda se hacía cada vez más difícil.

Pero en los dos últimos años, la policía estuvo trabajando con un testigo, que aseguraba ser novio de un prostituto, y no era cualquier prostituto, era hijo de uno de los proxenetas más buscados en Corea.

Estuvieron por un año completo reuniendo información con el testigo, pero no lograron arrestarlo, ya que el hombre murió. Sin embargo, su hijo fue enviado a otro prostituto; al mismo en el cual estaba Jungwon.

La última información que tenían los investigadores era que estaban operando en un bar alejado del centro.

Jungwon era la última pieza que faltaba para poder armar el rompe cabeza, él tenía toda la información del señor Shin, sabía en donde operaba, incluso conocía a varios empresarios y políticos que lo cubrían, ahora la policía debía presentar las pruebas y encargarse de proteger a la víctima, porque seguramente esten detrás de ella.

—¿No puedes dormir?—preguntó Jay, entrando a la habitación que compartían.

—No...—

—¿En qué piensas?—

—Tengo miedo —confesó, sentándose en la cama, dejando que la frasada solo tape sus piernas.

—Por eso eres valiente.—

Jungwon lo miró confundido.

—No entiendo.—

—Eres valiente porque hablaste, aunque tenías miedo, eso es la valentía, ir hacía adelante con miedo.—

—Nunca lo había visto así—murmuró pensativo

—Las personas creen que la valentía es la ausencia del miedo, pero para mí, la valentía es tener miedo pero aún así, enfrentarlo.—

—Gracias, Jay...—

—¿Por qué agradeces?—

—Me ayudaste, Jay. Quizás si no te hubiese conocido, seguiría bajo esa red de prostitución.—

Jay se sentó en la cama de Jungwon, pasando su brazo por el hombro del contrario.—Gracias a ti, por hacerme sentir
acompañado.—

Jungwon lo miró, y después de unos segundos, se lanzó sobre Jay, juntando sus labios con los del mayor.

Era un beso diferente a los demás, este era mucho más dulce, e inocente, como si fueran dos niños en su primer beso.

Después de unos segundos, se separaron, Jay un poco confundido y Jungwon sonrojado.

—¿Puedes dormir conmigo?—pidió el castaño.

El mayor afirmó con su cabeza, y así, ambos se acomodaron en la cama para dormir, e intentar descansar.

Los esperaban días difíciles.

Los esperaban días difíciles

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Vecino incógnito (Jaywon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora