All I ever need

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Volkov ya no sabe qué más hacer. Lo ha intentado expresar de todas las maneras posibles, pero sigue sin ser lo suficientemente claro.

Lleva unas semanas... diferentes, por poner un adjetivo lo suficientemente impreciso como para definir todo lo que ha estado sintiendo.

Confía en Horacio, más que en nadie. Llevan ya algunos meses teniendo una relación oficial, y jamás se ha sentido tan a gusto con nadie, en todos los sentidos posibles de la palabra. Siempre había pensado que manejar una relación era lo más difícil que podía hacer una persona, pero con Horacio ha descubierto que estaba equivocado. Que realmente amar es muy sencillo si estás con la persona correcta.

Y él lo está.

Ahora bien, hay cosas que siguen siendo complicadas para él. Su timidez le impide en muchas ocasiones expresarse como le gustaría. Aún le cuesta decirle a Horacio que le quiere, aunque sea así, o hacerle cumplidos que en realidad sí que está pensando, aunque no verbalice.

Y, sobre todo, le cuesta decirle lo mucho que lleva deseando cambiar posiciones en la cama.

Nunca había estado con otro hombre hasta empezar su relación con Horacio, y aunque han tenido sexo en bastantes ocasiones -ninguno de los dos es capaz de mantenerse alejado del cuerpo del otro por mucho tiempo, en el sentido cariñoso y en el sexual- en todas ha sido Horacio el que recibía. Habían hablado de ello, Volkov se sentía más cómodo así y a Horacio no le importaba.

Pero las cosas están empezando a cambiar, porque Volkov ha ido cogiendo confianza, y está empezando a querer probar cosas nuevas, motivado por la actitud tan extremadamente sensual de Horacio, y por los comentarios e indirectas que hace constantemente. La mayor parte de veces son en broma, pero Horacio logra calentarle la sangre a Volkov sólo usando esa voz algo más grave y coqueta para hablar descaradamente de todo lo que le gustaría hacerle, y dejarse hacer.

La cuestión es que Volkov no sabe cómo sacar el tema con él.

Pensar en cómo verbalizar sus deseos le lleva, inconscientemente, a imaginarse las situaciones que se pueden dar tras hacerlo. Y eso desemboca en que su cabeza se llene de imágenes lascivas de lo que lleva semanas queriendo intentar. No es su intención cuando empieza a pensar en ello, pero al final se ve obligado a masturbarse para aliviar la tensión que él mismo se genera.

Y se está exasperando, con Horacio por no entender señales tan claras como las que él le da, pero, sobre todo, consigo mismo. Sabe que no va a ser capaz de decírselo claramente, con palabras, y le frustra porque también sabe que Horacio estaría encantado de complacerlo.

Pero su personalidad es así, aunque en circunstancias como esas lo odie y esté haciendo esfuerzos diarios por abrirse más, poquito a poquito.

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Horacio, por su parte, lleva unas semanas... interesantes.

Está empezando a pensar que no va tan desencaminado. Había notado un comportamiento de lo más extraño por parte de Volkov, y había teorizado sobre lo que podría ser. Aunque la idea a la que había llegado le había parecido descabellada. Pero, conforme los días pasan, el pensamiento de que tal vez no está equivocado se hace más y más fuerte.

Las caras que pone, o su mirada cuando él bromea sobre eso. Muy pocas veces sigue las indirectas, y cuando lo hace es de manera torpe y casi incomprensible. Pero, cuando lo hace, es de manera afirmativa, como si no estuviera tan desacuerdo con la idea de cambiar posiciones en la cama.

Y es complicado no sacar el tema, porque el hecho de que Volkov pueda desear eso y lo pida de esa manera tan sutil le hace ansiar dárselo al instante, pero no quiere abrumarlo. Quiere estar seguro antes de dar algún paso que pueda incomodar a su pareja. Sabe que aún le cuesta abrirse para esos temas, y lo que menos quiere es hacer algo que le pueda sentar mal.

Privatters VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora