—Carlos —Alice lo miró de arriba abajo —. ¿Que haces aquí?—Todo tiene una explicación lógica —murmuró
—Yo quiero que me des esa explicación —Alice sonrió desde la puerta
—Pues mira, la cosa así —intentó no reír —. Yo debía sacar a pasear a Piñón y de paso llevarlo a la veterinaria para que lo dejaran guapo —hizo una pausa —. Pero nos desviamos del camino y terminamos aquí porque piñón quería verte
—Ah, Piñón —Alice asintió con una sonrisa es su labios
—Obviamente Piñón —Carlos soltó una risa nerviosa —. Me contó un secreto, dijo que te extrañaba mucho
—Que malo eres para guardar secretos —negó —. Estás traicionando su confianza, aunque bueno, nada raro en tí —sonrió —. Eres una sabandija traicionera
—Auch —Carlos se cruzó de brazos —. Gracias por el buen trato
—Aunque ya que lo pienso es un insulto al pobre animal —suspiró —. Pero sí, eres un mal nacido traicionero —le dedicó una gran sonrisa
—Un mal nacido traicionero del cuál estás enamorada —Carlos se burló
—Lamentablemente uno no elige de quién enamorarse —elevó los hombros —. Si pudiera elegir, creeme que serías el último en la lista
—¿Según tú quién sería el primero? —Carlos cuestionó
—Michael B Jordan, por supuesto —sonrió
—Hablo de posibles, reina —Carlos sonrió con superioridad
—Carlos por favor —Alice soltó una risa —. ¿Debo recordarte porqué me catalogan? —negó sonriendo —. Pero en general, yo hubiera elegido seguir con el mismo Lando, pero en el corazón no se manda
—Entonces yo hubiera elegido estar con Isabel
—Te vas a casar con ella, gran ridículo —Alice lo miró mal —. Y bueno, no sé porque llegamos aquí, se supone que Piñón quería verme
—Esta en el auto —señaló
—Genial —sonrió —. Ahora quítate de mi camino —le hizo una seña para que se apartara de la puerta a lo que él español le hizo caso
—¿Ahora esto se tratará de un enemies to lovers? —Carlos preguntó mientras la seguía
—No, porque yo no volveré a ser tu amante —negó y se acercó al auto —. ¡Hola guapo! Me contaron que querías verme
—Piñón, cuéntale todo lo que venías diciendo —Carlos rió y el perro empezó a emitir ladridos
—¿Que tanto me extrañaste? —Alice rió y lo acarició por medio de la ventana
—Dile que le extrañaste mil, ocho mil —Carlos murmuró
—¿Mil, ocho mil? —ella rió —. Eso es demasiado —dijo después de darle un beso en su cabeza
—También dile lo guapa que se ve —Carlos se acercó y Alice escuchaba atentamente los ladridos
—Sí, ya sé que soy la mujer más guapa que haz visto —soltó una pequeña risa
—Te trajimos un regalo —Sainz observó a la colombiana
—¿Un regalo? —elevó la ceja
—Piñón dijo que eran tus favoritas —dijo sacando un ramo de girasoles del auto
—Piñón es un sabio —sonrió y le dio un beso al perro
—Aunque también es un regalo para persuadirte —Carlos le entregó el ramo