—Tranquila niña, tranquila —Antonia acarició su espalda—Un sin fin de personas piensan que soy una maldita desgraciada —soltó una pequeña risa sarcástica —. Pero no es así, supongo que es una coraza para protegerme —elevó los hombros —. No sé de dónde sacaré fuerzas ese día, no estoy lista para verlo allí con ella —susurró —. Digo que no quiero perderlo, pero ni siquiera lo tuve
—¿Estás segura de eso? —Antonia elevó una cena
—Sí —asintió —. Él siempre ha sido de ella —murmuró —. y yo he sido la otra —intentó sonreír para ocultar su tristeza —. A mí siempre me buscaba para cosas superficiales, mientras que ella, bueno, ella estuvo presente en muchos momentos que yo desee estar
—¿Y le hiciste saber eso a él? —preguntó —. Le contaste como te sentías al respecto
—Yo... —murmuró —. Huí, me dio terror enfrentar mis sentimientos, porque ya eran demasiado fuertes —suspiró —. Pero eso no sirvió de nada, sí cuando lo ví en el gp de Miami sentí mil cosas de nuevo —dijo mientras jugaba con su manos —. Me equivoqué pero siento que estoy pagando un precio muy alto por ello
—¿Piensas que eres la única que sufre? —Antonia la miró —. No soy yo quién deba decirlo, supongo que eres tú quién debe verlo con sus propios ojos —murmuró —. ¿Pero porque no se dan una oportunidad?
—¿Por qué debería sufrir él? —Alice murmuró —. ¿Por qué tomó una mala decisión? ¿Por qué se dio cuenta tarde de que no quería a Isabel? —soltó una pequeña risa —. Es demasiado tarde para una oportunidad, se va a casar y no seré la razón por la cuál él deje de hacerlo
—¿Y si no quiere hacerlo? —Antonia sonrió de lado
—Es problema suyo —susurró —. Yo estoy cansada del papel de daña hogares que me tocó en esta historia —. Y si la deja, no sé si quiera estar con él
—Eso está bien —la Nana asintió y le dio un cálido abrazo —. Aún así insisto en que te dejes guiar por tu corazón —acarició su espalda y ambas escucharon unos pequeña golpes a la puerta
—Por favor dile que no quiero verlo —Alice susurró mientras se separaba
—Yo me encargo —ella asintió y se levantó
—Gracias por todo —Alice murmuró y vio como ella salía de la habitación
—Buenas noches Nana —Carlos murmuró cuando la vio en la puerta
—Buenas noches —ella sonrió —. Dice que quiere verte
—Ya era hora —Carlos suspiró
—Era sarcasmo —rodó los ojos —. Carlos, dale el espacio que te pide
—No puedo —negó —. Me puede terminar odiando, pero puedo cargar con ello, pero no podré con la de no tenerla en mi vida
—La solución está en tus manos —ella dijo mientras se marchaba por el pasillo y Carlos se quedaba allí suspirando y pensando que debía hacer
—Hey —el asomó su cabeza por la puerta —. Me dijo Nana que querías verme —sonrió de manera tímida
—Claramente dije lo contrario —ella respondió desde la cama
—No puede contener mis ganas de verte después de lo que sucedió —murmuró —. Perdón, es difícil para mí
—Carlos, simplemente pasa —ella dijo en tono cansado
—Traje tu vino favorito —Carlos sonrió y le enseñó una botella de Romano Dal Forno —. No creo que sea justo desperdiciar más de trescientos dólares