𝐭𝐰𝐞𝐧𝐭𝐲 𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭

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June, como pocas veces se lo permitía, se da un relajado baño de burbujas; era la víspera de navidad después de todo y ella creía merecerlo, sin mencionar que no interfería en el ritmo de nadie. La chica pasaría a solas la noche debido a que su padre se había comprometido a trabajar para John Casablancas en Brasil hasta el día después de año nuevo, por lo mismo, el señor Kelly había resuelto enviar a sus hijos menores a casa de su tía en California y dejarle la responsabilidad de vigilar el apartamento a su siempre responsable hija mayor; la cual, como era común en su naturaleza, había decidido mantener como un secreto el hecho de que pasaría la navidad a solas. Así es como se sumerge sin más dentro de la tibia y dulce agua, ello hasta que nada más que sus flectadas rodillas pudiesen verse desde arriba. Unos segundos más tarde June vuelve a la superficie, limpia sus ojos y cara para de esa manera deslizarse dentro quedando con la espuma hasta el mentón.

De pronto, su relajante baño se ve momentáneamente interrumpido por un par de golpes, aunque no tarda en desestimar el ruido al notar desde la ventana en junto el fuerte viento a las afueras, una moderada tormenta de nieve amenazaba con cubrir cada rincón de Nueva York. Sin embargo, nuevamente oye ruidos y esta vez logra comprender que se tratan de golpes a su puerta. Perturbada debido al horario, pasada las diez, ella se seca con rapidez y viste su bata además de pantuflas, envolviendo también su largo cabello con una toalla, casi como un turbante. La pálida chica camina expectante a través del estrecho corredor en penumbras, los golpeteos a la puerta eran insistentes y June comenzaba a temer por su seguridad, ello hasta reconocer la voz al otro lado de la puerta.

―¡GRACIAS AL CIELO QUE ABRISTE, MUJER! ―suspira un agotado y húmedo Julian mientras se abre paso apresurado dentro de la casa con una pesada bolsa y una mochila al hombro. Ella le observa confundida.

―¿Qué haces aquí?

El moreno la ignora, se quita la chaqueta y corre al baño. June, en tanto, cuelga la húmeda prenda en el recibidor y observa preocupada hacia el corredor, por donde su amigo no tarda en volver.

―He tomado demasiadas cervezas hoy y salí muy apurado desde casa debido a la tormenta ―explica echándose agotado sobre el sofá doble de la sala―. ¡Pensé que mi vejiga iba a explotar!

―¿Por qué estás aquí?

―Vine porque escuché a mi mamá mencionar a John durante la cena. Ella dijo que era un desconsiderado al continuar trabajando a pesar de la fecha y mencionó que tu padre estaba con él en Brasil. Así que, luego de que pasaras la mañana con Fab, lo cual él me contó esta tarde cuando yo le vi en un bar, deduje que estarías sola en casa pretendiendo que es otro día más y hundiéndote a ti misma en el más aburrido y desesperante silencio porque a tus hermanos los suelen enviar a California durante las vacaciones.

―Muy bien, Sherlock Holmes ―dice con inconfundible condescendencia, aunque, agotado tono―. Has acertado. Pero, aun no respondes a mi pregunta original.

―¿Qué? ―espeta petulante, enderezándose sobre su puesto, distrayendo su mirada sobre cada movimiento que ella hacía mientras se quitaba la toalla desde su largo cabello húmedo.

―¿Por qué estás aquí?

―Vine a hacerte compañía ―bufa obvio―. Te conozco. Sé que tienes un complejo de mártir. Así que supe de inmediato que te negarías a contarle a alguien sobre esto para así no ser de "alguna molestia".

―Me haces sonar como una idiota.

―Es porque lo eres y te amo por eso ―sonríe irónico mientras se alza flojo y hurga dentro de su bolsa, sacando desde ella un par de cervezas. June, aun algo descolocada por la frase, se mantiene estática frente al sofá doble hasta que es obligada a reaccionar por la ofrenda de su amigo―. Feliz navidad.

𝑰𝒏𝒔𝒕𝒂𝒏𝒕 𝒄𝒓𝒖𝒔𝒉 |𝐉𝐮𝐥𝐢𝐚𝐧 𝐂𝐚𝐬𝐚𝐛𝐥𝐚𝐧𝐜𝐚𝐬|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora