𝐭𝐡𝐢𝐫𝐭𝐲 𝐟𝐨𝐮𝐫

130 29 0
                                    

―La función ya está por comenzar ―se queja Nina, la bella rubia que llevaba un par de semanas saliendo con el ojiazulado―. Entremos ya o nos quedaremos sin butacas.

―Tiene razón ―coincide Nick a las afueras del concurrido cine, pronto volteándose hacia Nikolai―. Ayúdanos a asegurar una fila para todos.

Los tres pronto ingresan a la sala correspondiente, en tanto, Fab se mantiene a las afueras, impaciente golpeteando su siempre inquieto pie con un histriónico ritmo, ello mientras espera por su novia a quien no veía desde hace un par de días a causa de su propia apretada agenda debido a sus estudios independientes, y a Julian quien, sospechaba, de seguro arribaría junto a ella; y así es.

―¡Lo siento! ―se lamenta la alborotada pelirroja cuando llega trotando a duras penas, arrastrando desde la diestra a un más agotado y sudoroso Julian consigo.

De esa manera, un sacudido Fabrizio decide ignorar con una fugaz sonrisa el hecho de que, luego de compartir un fugaz beso con ella, no le es difícil notar el inconfundible aroma a cannabis, alcohol y tabaco; June y Julian olían como si hubiesen andado de parranda hasta hace veinte minutos. Así que eso lo confirmaba, ella había olvidado que aquel día, aparte de ser San Valentín, era también el primer aniversario de su relación. Y, a pesar de que ello le hace sentir realmente herido, mientras un trabajador valida los tickets en la puerta de la sala, Fab es capaz de notar las dilatadas pupilas de los dos, los cuales no pueden evitar sonreír cómplices y algo desorientados a momentos; ambos estaban en otra dimensión cual no era sólo química, si no que esta era de igual forma una de la cual él nunca sería parte.

―¡Ya era hora! ―reclama Nick desde su propio extremo de la corrida de asientos. Nikolai pronto moviéndose junto a Nina con Fab del otro lado, seguido de June y Julian.

―¿Qué mierda veremos? ―se queja el moreno cuando la pantalla se va a negro luego de los anticipos de las nuevas películas. June ríe para sí misma y Nikolai decide responder, ya que, de reojo realiza que el siempre energético Fab parecía ausente y estático, ni siquiera moviendo sus siempre inquietos dedos sobre su rodilla, sólo contemplando la pantalla cual ahora mostraba una investigación submarina, similar a un documental.

Titanic.

No te encariñes, que de seguro los protagonistas mueren ―le susurra June a su moreno amigo y este intenta reír por lo bajo, aunque falla miserable, su nariz sonando aparatosa―. ¿No sabes nada sobre el Titanic?

Sólo sé que chocan con una ballena blanca que se come a algunos que después viven en su estómago y otros se transforman en caníbales y se hunden hasta el fondo.

¡Esa es una distorsionada versión de Moby-dick y Pinocho!

Desde los asientos de atrás comienzan a regañar silencio a través de ligeros silbidos, por lo que los risueños amigos se ven obligados a detenerse, pronto acaparando las palomitas de maíz que Nina les enviaba y cuales devoran en menos de diez minutos. Así, una hora transcurre y todos parecen genuinamente sumergidos en la película a pesar de lo extensa de ella, a excepción de unos agitados y sudorosos June y Julian, siendo la nauseabunda chica quien eventualmente no pueda evitar abandonar la sala.

Yo voy ―anuncia el moreno al notar que Fab pretendía seguir a su novia, el último sintiéndose algo atropellado al no poder rebatir la absoluta oferta de su amigo.

Jules, a causa de los penantes efectos de las píldoras consumidas hace un rato, da lo mejor de sí para no sucumbir debido al cansansio e intermitentes nauseas. Durante la mañana, él amaneció sobre el duro piso de la habitación de estudiantes de NYU que habita Lana, cuya cama ella compartía cómoda con June porque ambas habían decidido empujarlo a él fuera del colchón sólo para fastidiarlo durante la madrugada, ya que, a la rubia le gustaba jugar a hacerse la difícil cuando había espectadores y él parecía demasiado entusiasta con la idea de tenerlas a ambas en el mismo sitio. Por lo mismo, en vista de la quejumbrosa naturaleza del resentido moreno luego de una prendida fiesta en el edificio por la noche y un par de incómodas horas de sueño sobre el piso alfombrado, Lana simplemente decide intentar ayudar a reparar el problema de la única manera que reconoce como eficiente: A través de un moderado coctel de píldoras trituradas cuales causan que los tres, además de Gia, la compañera de cuarto y ex de Lana, se mantengan echados como flojos gatos sobre el piso durante horas aquella mañana de sábado; a ratos revolcándose, a ratos riendo desenfrenados e incluso besándose, a excepción de June, claro, quien siempre parecía más atrapada dentro de su mente que deseosa que explorar al mundo y su tacto.

―¡Aquí estás!

Julian se apresura tambaleante hacia su acurrucada amiga y, a duras penas, toma puesto sobre la larga y vieja alfombra roja, en un rincón entre la entrada al baño de chicas y un closet de mantenimiento.

―¡Oh! ¡gracias al cielo que eres tú! ―suspira aliviada, buscado el pecho de él con su frente, casi como una cría desorientada―. No sé por qué las luces me marean tanto...

―No estás acostumbrada aun a esa dosis. Sólo debes aguardar. Ya pasará... De hecho, deberíamos comer algo y dormir una suculenta siesta.

Es lo que más deseo en el mundo ―musita acurrucándose aún más sobre él. Julian, conforme, sonríe relajado mientras la abraza de manera acaparadora, atrayéndola a sí mismo lo máximo posible.

June, luego de haberse ido de fiesta con Jules hace un par de semanas, había asistido de manera improvisada al cumpleaños de Lana Roche y, desde entonces, una orgánica amistad había florecido entre ellas, al punto de que hablaban incluso a través de AOL o se juntaban sin la necesidad de que Julian estuviese de intermediario. Lana se estaba volviendo en la única amiga del sexo femenino de la pelirroja y, por lo mismo, había mucho que debían hablar, sobre todo cuando June no parecía tener suerte manteniendo ese tipo de cómplices lazos a pesar de desearlos y necesitarlos con urgencia.

―Si no tienes nada que hacer hoy, podríamos arrancar a mi apartamento.

―No he visto a Fab en días, se molestará conmigo...

―No se molestará. Nunca se molesta ―bufa Jules, incrédulo―. Él entenderá. Te sientes débil y enferma.

June, arrugando exageradamente la cara debido a su incapacidad para soportar la luminosidad del lugar, intenta observar el próximo rostro de su amigo.

―Me siento demasiado mareada como para funcionar... ―suspira pesado y él muerde su labio inferior debido a su propia angustia y montaña-rusa corporal―. ¡Jules, llegar aquí fue como una pesadilla en cámara lenta!

―Créeme que estoy dispuesto a pagar un taxi para no tener que pensar o moverme más de lo necesario.

―¿Entonces? ¿qué debo hacer? ―consulta agotada y con un quejumbroso tono que se extingue en un gimoteo. Julian toma la suave cara de la pelirroja entre sus grandes y algo sudorosas manos e intenta enfocar su mirada en los desorientados verdes de ella.

―Arranca conmigo. El mundo se ha detenido hoy para nosotros, así que mañana resolveremos el resto.

𝑰𝒏𝒔𝒕𝒂𝒏𝒕 𝒄𝒓𝒖𝒔𝒉 |𝐉𝐮𝐥𝐢𝐚𝐧 𝐂𝐚𝐬𝐚𝐛𝐥𝐚𝐧𝐜𝐚𝐬|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora