- ¡Hey! Compañero, ¿otra vez por aquí? – saludo y preguntó Ron mientras bajaba las escaleras esa mañana.
- Hola, si, vine a invitar a Ginny a desayunar, ¿vamos? – preguntó mientras volteaba a verla.
- ¡Si! – contestó feliz.
Ginny quien bajaba detrás, salto a sus brazos de la felicidad, se despidieron de Molly y Ron para salir por la puerta.
- ¿a dónde vamos y por qué no usamos la red Flu? – preguntó curiosa. Harry quien estaba muy contento esa mañana contestó
- Vamos de día de campo, princesa
- Dia de que...?
Harry rio por la pregunta, más no contestó y es que se perdió en sus recuerdos, Draco no dejo de insistir la primera vez que hizo esa actividad con él, preguntaba por cada termino muggle que Harry usaba y es que al ser su madre una hija de muggles, pasaban navidad y cada cumpleaños de esa parte de su familia con ellos, aprendiendo asi mucho en el camino, a Harry le gustaba satisfacer la curiosidad del rubio, su curiosidad era impresionante y expresiones también, cuando fruncía las cejas, las levantaba o incluso cuando sus ojos se abrían en grande al igual que su boca, le gustaba esa expresión de sorpresa, iluminaba el lugar donde se encontraba.
- ¿Harry?
Escucho una voz llamándolo, la vio a los ojos y solo encontró unos cafés observándolo con adoración, entonces pensó que si hubiera sido Draco quien se encontraba al frente suyo, en primer lugar habría unos ojos grises con toques azulados, más tambien encontraría burla en ellos, Draco se burlaría de su desconcentración y luego enumeraría las mil y una razones por la cual deberia prestarle atencion.
Extrañaba pelear, extrañaba las ridículas competiciones y las burlas del chico rubio que tanto amaba, pero que ahora era prohibido para él.
- ¿Ya llegamos?
Nuevamente se habia perdido en sus pensamientos, Harry sabía que ella no se daba cuenta y aunque lo hiciera, Harry sabía que lo ignoraría.
- Si, sí, creo que sí
Ambos se sentaron en el mantel que habia llevado el moreno para sacar lo que habia en la canasta y comer un rico desayuno saludable.
Mientras tanto en la mansión Malfoy
- Vamos, Draco solo será un almuerzo y ya
- Gracias madre, pero aún tengo cosas que hacer.
- Quedarte encerrado en tu cuarto mientras te lamentas, no son cosas que debas hacer Draco. – contestó delicado pero firme.
- No hago eso, solo leo algunos libros
Narcisa Malfoy estaba insistiendo para ir almorzar con los Greengrass, los padres de su prometida los habian invitado, más el chico de apenas 17 años cumplidos no queria hacerlo.
- Draco Lucius Malfoy – dijo – él ya es feliz, es hora de que tú tambien debas serlo.
Draco quien solo para apariencia de su madre miraba un libro, se quejó por lo bajo mientras intentaba que ninguna lagrima se le escapará. Mas tenía que contestar, debía hacerlo.
- Soy feliz madre – la miro – tengo la vida perfecta ¿Por qué no de ser feliz? – contestó irónico.
La señora Malfoy quien habia escuchado los constantes lloriqueos de su hijo tras la puerta, sabía perfectamente la verdad que el chico intentaba ocultar, ella habia pensado que todo pasaría, que solo era tristeza por que pronto dejaría de ser un adolescente para convertirse en hombre, porque desposaría a una mujer que amaría con el pasar de los tiempos, pero se dio cuenta de lo equivocada que estaba cuando entro una noche a la habitacion del menor y lo vio dormir abrazado a una foto de Harry y él riendo.
- Entonces alístate que saldremos a las 10 – sentencio para salir del cuarto con el mentón de alto.
Como toda una Black, pensó Draco – más una idea rondaba su cabeza desde hace mucho tiempo y se escapó en ese momento.
- ¿a ti también?
Su madre quien al escucharlo habia volteado a observarlo, al parecer no habia entendido la pregunta hasta que vio en los ojos de su hijo duda, nerviosismo, pero sobre todo miedo, el chico no queria volverlo a preguntar, asi ella supo de inmediato a que se referia.
—Sí —afirmó, respondiendo lo que él había intuido días atrás. No obstante, unos minutos después agregó —. Sin embargo, al final, todo salió bien. Se convirtió en mi mejor amigo, mi confidente.
—Qué lindo, madre, pero yo no busco... cariño —se interrumpió a sí mismo—. Busco amor.
—Yo me enamoré, Draco, y sigo enamorándome cada día más de ese hombre maravilloso al que llamas padre —sonrió, acariciando las mejillas de su hijo—. A ti también te pasará. No tengas miedo de acercarte a Astoria; es una chica encantadora.
Draco no dijo nada mientras veía a su madre levantarse y salir de su habitación, aún con un leve sonrojo y las pupilas dilatadas. No pudo evitar sentirse aliviado, pero también preocupado. Lo que le había ocurrido a su madre era algo maravilloso, aunque sabía que sus padres eran la excepción, no la norma.
Maldijo una y mil veces las condiciones para que un Malfoy se convirtiera en el digno heredero. Había tantas reglas, tantos protocolos... Aquel libro enorme, símbolo de la tradición familiar, descansaba en el salón de baile, y muchas veces había deseado prenderle fuego. No quería ser Draco, el digno heredero de un apellido y una fortuna impresionante; Solo quería ser el simple y tierno Draco Malfoy, quien existía para cumplir los caprichos del amor de su vida. Pero sus abuelos y padres siempre habían sido tan inquebrantablemente tradicionales.
La regla número 14 decía claramente: Para ser un hijo digno del dominio familiar, ya sea tradicional o material, deberás contraer nupcias a tu mayoría de edad con un mago o una bruja respetada de familia noble de magia .
Eso significaba que Draco debía casarse a los 17 años con un mago o una bruja de familia sangre pura, algo que Harry no era, pero Astoria sí.
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No soy él - Drarry
FanfictionNo soy él. No soy él. Y no soy él, ¡entiéndelo! Donde Draco luego de enterarse de su compromiso con Astoria tiene que dejar a su novio para que sea feliz, pero en el camino junto a la desaparición de un auror reconocido y casi morir por enfrentar a...