Retrospectiva

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Ha pasado un mes y ambos chicos se encuentran en la biblioteca trabajando en sus tareas. Aunque antes solían sentarse juntos, ahora cada uno ocupa una mesa en extremos opuestos del lugar. Harry está con sus dos mejores amigos, y, de vez en cuando, lanza miradas hacia el rubio que está solo, rodeado de varios libros.

—Deja de mirarlo —ordenó la única chica del grupo, Hermione, con un tono firme—. Si lo extrañas, y vaya que lo haces —ironizó—, ¡anda y háblale!

—No puedo —respondió Harry, volviendo la vista a su libro.

—Sé de muy buena fuente que él también te extraña, Harry —dijo Ron, buscando inclinar la balanza a favor de su amigo.

—Él ya tiene a alguien —susurró Harry con un suspiro, resignado.

—Al igual que tú —replicó Ron—. Mi hermana, ¿recuerdas?

—Él no la ama, y tú tampoco amas a Ginny —demandó Hermione, lanzándole a Ron una mirada desaprobadora.

Harry, sintiéndose abrumado por la conversación, cerró su libro con un gesto definitivo y se levantó, abandonando la biblioteca sin mirar atrás.

Los tres chicos no se dieron cuenta de que habían llamado la atención de las personas a su alrededor, incluyendo al mismo chico del que estaban hablando.

Harry llegó a la torre de astronomía mucho antes de lo previsto para su clase. Al acercarse al balcón, una vista espectacular hizo florecer un recuerdo en su mente.

—¿Qué hacemos aquí, Potter? —preguntó una voz familiar, rompiendo el silencio.

—Harry, Draco, Harry —respondió el otro, con un tono burlón.

—Bueno, ¿qué hacemos aquí, Harry? —siguió preguntando Draco, manteniéndose a una distancia segura, pues había sido el primero en llegar al balcón.

—Quería que vieras algo conmigo —dijo Harry, odiando la tensión que había entre ellos, pero decidido a aprovechar el momento.

Draco lo miraba confundido y Harry podía leer la duda en su rostro. En sus ojos brillaba la incertidumbre, y su cuerpo temblaba, pero no precisamente por el frío. Al acercarse y tomar sus manos, Harry sintió la tensión que emanaba de la rigidez del chico frente a él. Ambos tenían miedo; Harry podía sentir su corazón latiendo a mil por hora, su estómago se contraía y sus piernas temblaban. Sin embargo, al alzar la mirada hacia el cielo nocturno, allí estaba: la razón por la cual lo había invitado en primer lugar. Draco imitó su acción, asomando la cabeza hacia el firmamento.

—Luna roja —murmuró titubeante.

—Luna roja —repitió Harry.

Draco lo miró con incredulidad. La luna roja en el mundo mágico tenía un significado muy importante: era señal de una promesa de amor puro.

Según la leyenda, si un mago se declara bajo la luna roja, no podrá enamorarse nuevamente en su vida. Además, si una pareja confiesa su amor mutuamente, estarían atando sus almas para amarse y reencontrarse a lo largo de la eternidad.

—Tú..., tú no puedes —dijo el rubio, retrocediendo un paso.

—Draco...

—Cállate —lo interrumpió, su voz cargada de angustia—. No puedes.

—Draco, me gustas —confesó Harry, paralizando al rubio. Su corazón se aceleró aún más. —Listo, lo dije, y lo volvería a decir si me lo pides.

—Harry...

—Draco... Permíteme amarte.

Harry se acercó a Draco. Tras un momento de inmovilidad, durante el cual el rubio meditó sobre todo lo que podría suceder, algo cambió en su expresión. Mirando directamente a los ojos de Harry, no encontró más que amor y sinceridad en su mirada. Fue entonces cuando decidió arriesgarse y abrirse; de todos modos, atar su alma a la de la persona que amaba no parecía tan malo, ¿cierto?

—También me gustas, Harry —confesó Draco con una sonrisa tímida.

Ambos se sonrieron, y aprovechando la cercanía, Harry se inclinó y besó delicadamente los labios del mayor. Fue un beso lento, lleno de ternura y emoción; perfecto, según la opinión de ambos. Habían besado a otras personas en el pasado, pero la sensación de fuegos artificiales en el estómago y el calor en el corazón era completamente nueva para ellos. En ese momento, el mundo alrededor se desvaneció y solo existían ellos dos, conectados por un amor que recién comenzaba a florecer.

—¿Harry?

Una voz despertó al moreno de su ensoñación. Reconoció de inmediato la familiaridad en esa voz. Al volverse, no solo vio a la dueña de la voz, sino también a un grupo de compañeros que lo estaban observando, incluido un maestro. Todos tenían una expresión de confusión en sus rostros, y se dieron cuenta de que la clase había iniciado.

—¿Estás bien? —preguntó la voz de nuevo, llena de preocupación.

Harry sonrió, asintiendo para tranquilizar a su amiga. Se acercó a sus compañeros, pero, por mucho que intentó concentrarse en la lección, su mente seguía volando hacia esa mágica experiencia compartida con Draco.

"El beso con Ginny fue tan diferente" —pensó.

Luchó por aferrarse a la realidad de la clase, pero su mente seguía regresando a aquella luna roja y a la promesa de amor que ahora parecía más tangible que nunca.

El beso con Ginny, la menor de los Weasley, no fue planeado; fue un acto espontáneo, un momento robado durante una de sus salidas. Fue rápido, impulsivo, y en ese instante, Harry no sintió las mariposas en su estómago ni la electricidad corriendo por sus venas. No pudo ver la gran luna roja detrás de él; en cambio, sintió la presión en su pecho, esa sensación incómoda que acompaña a los errores, como si supiera que estaba haciendo algo que no debía. Era un sentimiento abrumador, una punzada de culpabilidad, y podía sentir a su alrededor las miradas decepcionadas de quienes pensaban que conocían la historia completa de su corazón.

Fue un beso que, aunque quizás fue agradable, no dejó ninguna marca en él.

Un beso.

Un beso fácil de borrar.

En contraste, el beso con Draco fue algo totalmente distinto. Era un abrazo de almas, una conexión que había despertado en él un torrente de emociones que jamás había experimentado. Aquel beso no era algo que pudiera olvidar; había quedado grabado en su interior, igual que la luna roja que había sido testigo de su promesa. Mientras se esforzaba por concentrarse en la clase, sabía que lo que había compartido con Draco era especial, y eso lo tenía atrapado en una hermosa ensoñación que no quería dejar atrás.

3/3

Este es el ultimo del maratón gracias por leer y esperen el siguiente capitulo que será subido el miércoles 

No soy él - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora