Segunda señal

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— ¿Dónde estabas? —preguntó Blaise mientras tendía su cama—. Astoria estaba muy molesta. Dijo que la has estado ignorando desde el almuerzo familiar.

Se giró para mirarlo y levantó una ceja, notando algo peculiar.

— ¿Qué tienes en el cuello?

— ¿Eh? —Draco se quedó sin palabras, paralizado—. ¿D-de qué estás hablando? —titubeó, y enseguida corrió hacia su cama, tratando de evitar más preguntas.

—Draco, ¿Qué estuviste haciendo? —preguntó Blaise, acercándose con sorpresa. Esas marcas eran inconfundibles; las había visto tantas veces en el cuello de Draco el año pasado. Más de una vez lo había ayudado a disimularlas con maquillaje mágico antes de una visita de su padre o de las clases de pociones.

—Mañana hay clases. Buenas noches —respondió Draco, esforzándose por sonar firme mientras se metía bajo las sábanas.

Blaise soltó una sonrisa, suspirando.

—Como quieras, amigo. Pero ya sabes que esas marcas tienen una manera de ser notadas, especialmente por los interesados.

Una semana después, Ginny estaba sentada frente a Harry en la sala común de Gryffindor, visiblemente molesta. Había estado gruñendo todo el rato, y Harry ya no sabía cómo manejar la situación.

—No te estoy ignorando, Ginny. Solo tengo tarea que hacer —replicó, tratando de calmarla, al escuchar uno de sus gruñidos.

—No, no tienes tarea —respondió ella, con firmeza—. Le pregunté a Ron y me dijo que no tenías nada pendiente.

—¿Le preguntaste a Ron? —se sorprendió Harry, alzando las cejas—. ¿Y qué te dijo exactamente?

Ginny cruzó los brazos y lo miró fijamente, como si hubiera esperado esa reacción. Harry no entendía por qué había ido a Ron para preguntar algo tan simple, pero claramente había algo más detrás de la actitud de Ginny.

—Sí, es normal hacer preguntas —replicó ella con firmeza.

—No, no es normal cuando lo haces con la intención de vigilar a alguien —respondió Harry, su tono lleno de incredulidad.

—No estoy vigilando a Harry —dijo ella, claramente ofendida—, simplemente...

—Draco no lo habría hecho —susurró, interrumpiendo a la chica mientras fruncía el ceño. Ginny escuchó el comentario, pero no ofreció respuesta; simplemente se levantó y salió de la sala común.

En ese momento, en la sala común de Slytherin reinaba un silencio casi absoluto, interrumpido únicamente por las conversaciones discretas de una pareja en un rincón.

—Draco, vamos, es para nosotros —insistió Astoria, con una mezcla de ansia y emoción en su voz.

—No, Astoria, no lo es. Solo es una fiesta para hacer conexiones, así que no dejes que mi padre te engañe —respondió Draco con una actitud desinteresada. Astoria simplemente se encogió de hombros y se puso de pie para buscar un libro en una de las estanterías.

Draco suspiró, tratando de deshacerse de la conversación y enfocándose de nuevo en el libro que tenía entre manos.

—A Harry ni siquiera le habría interesado la fiesta —murmuró, rendido, mientras se desplomaba en el sofá, dejando escapar un suspiro de desaliento.

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No soy él - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora