Un comienzo no oficial

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El día de partir había llegado. Draco observaba la multitud en el andén, llena de rostros familiares y desconocidos. Mientras se despedía de sus padres, cruzó miradas con alguien en particular.

Era un chico moreno, de ojos verdes como la esperanza, hermosos y cautivadores. Desde unos metros, aquel muchacho lo miraba intensamente. Se veía mayor, más guapo, o al menos así le parecía a Draco. Le ofreció una de esas sonrisas socarronas que solían desarmar al castaño, y, sin decir nada, caminó hacia el tren. No lo había notado antes porque estaba rodeado de cabezas pelirrojas, y, en particular, de una chica que le sujetaba la mano. Draco había visto la revista donde se confirmaba el romance. Siempre había sabido que la pequeña Weasley sentía algo por Harry, aunque jamás imaginó que fuera correspondido.

Tal vez su madre tenía razón y Harry ya era feliz. Draco no sabía cómo ella se había dado cuenta de sus sentimientos, pero eso ya no importaba.

Subió al tren y se dirigió a los compartimientos de Slytherin, donde sus amigos ya estaban reunidos. Pansy y Blaise conversaban sobre un chico de quinto año que los había molestado, aunque Draco apenas les prestó atención. Theo, como de costumbre, leía un libro de encantamientos, mientras que Crabbe y Goyle hablaban de Quidditch. El tren comenzó su recorrido, marcando oficialmente el inicio del año escolar. Era su último año como chico soltero, y la presión de aquel compromiso impuesto se sintió más real que nunca.

—Entonces... ¿te casas? —preguntó Blaise con tono burlón. Draco solo lo miró y se acercó levemente.

—Debo decir que siempre pensé que sería con Potter —añadió Pansy, sonriendo.

—Yo también lo pensé —murmuró Draco en un susurro casi inaudible.

Sus amigos lo miraron en silencio. Draco parecía radiante, al menos a la distancia, pero su actitud apagada y las ojeras que apenas lograba disimular decían otra cosa. No hablaba, ni siquiera los miraba; simplemente los ignoraba. En un momento, Blaise se levantó y salió del compartimiento sin dar explicación, algo típico de él, así que nadie le dio importancia.

Mientras tanto, en otro compartimiento, Harry y sus amigos conversaban sobre la nueva escoba cuando alguien entró, llamando la atención de todos.

— ¿Zabini? —Fue Ginny quien habló primero, apoyada contra Harry. Blaise la miró y puso una expresión de evidente disgusto.

—Todo bien? —preguntó Harry.

—Sí, perfectamente. Solo me equivoqué de compartimiento —respondió Blaise, dándose la vuelta rápidamente para irse.

—Y a ese ¿Qué le pasó? —murmuró Ron, molesto—. Guapo y elegante, pero maleducado.

Harry, sin responder, se levantó con rapidez, apartando a Ginny para ponerse su capa y salir tras Blaise.

De vuelta en el compartimiento de Slytherin, Blaise regresó después de unos minutos. Draco ni siquiera volteó a mirarlo, pero sus demás amigos sí lo hicieron, notando un cambio en su expresión. Theo fue el primero en romper el silencio.

—Dinos, Draco, ¿cómo besa Astoria? —preguntó con tono curioso, dejando su libro a un lado.

—Bésala y sabrás —respondió Draco rápidamente, ganándose el desdén de Theo y la risa de Crabbe y Goyle.

—¡Oh, vamos, Draco! Cuéntanos cómo es —intervino Pansy, divertida.

Draco gruñó un poco antes de contestar.

—Supongo que sus besos deben ser dulces..., no, apasionados. Entre ustedes deben haber muchas chispas.

—No lo sé, no la he besado.

Todos miraron a Draco con atención, buscando señales de mentira en su rostro, pero no encontraron ningún rastro de engaño.

—Pensé que ya lo habrías hecho, después de todo, es tu prometida —comentó Theo.

—Sí, es cierto, pero aún no he dejado que nuestros labios se toquen.

—Si es por Potter, no deberías sentir remordimiento —soltó Blaise, atrayendo todas las miradas, especialmente la de Draco, que intuyó malas noticias para su corazón—. Ese idiota seguramente ya se habrá comido a la comadreja menor —dijo, cruzando los brazos con una expresión de molestia.

Draco observó a Blaise, junto a otros dos chicos. Para sorpresa de todos, Draco se rió suavemente por el comentario, desconcertando incluso al chico que estaba oculto bajo la capa de invisibilidad.

—Sí, es muy probable que lo haya hecho —murmuró, mirando el paisaje con una media sonrisa.

Al llegar a Hogwarts, los chicos de Slytherin comenzaron a dispersarse. Draco fue el último en quedarse en el compartimiento, aún sin cambiarse el uniforme.

—Te vas o tengo que cambiarme delante de ti? —preguntó al aire, y al no recibir respuesta continuó—. Bien, entonces será frente a ti —continuó mientras comenzaba a desabotonarse el saco.

Justo cuando iba a comenzar con su camisa, escuchó una voz conocida.

—Tranquilo, no tienes que hacerlo —dijo Harry, bajando de su escondite.

—Genial, ahora vete —respondió Draco con frialdad, intentando sonar distante, aunque aquello doliera más de lo que deseaba.

—¿Es cierto? —preguntó Harry antes de salir, logrando captar toda la atención de Draco—. ¿No la has besado?

Draco, quien ya había desabotonado casi toda la camisa, se giró para encararlo.

—¿Y tú? ¿Ya te has acostado con ella?

Esa pregunta encendió algo en Harry, quien dejó caer la capa de invisibilidad y se acercó al rubio, decidido. Lo besó, y el contacto fue embriagador, dulce y apasionado.

—El único cuerpo que he deseado y deseo es el tuyo —murmuró Harry, mirándolo intensamente a los ojos. Draco se acercó suavemente, sintiendo las frías manos de Harry deslizarse por su cadera.

Esa noche, ninguno de los dos apareció en el comedor. Pero, ¿Qué importaba? Ambos estaban disfrutando de una cena mucho más íntima.


Nota

Estoy haciendo un pequeño maratón de esto.

1/3

¡Que lo disfruten!

No soy él - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora