Vampire Jungkook

Veintinueve

Autocontrol, la palabra que tenía en mi mente en éste momento. Su cuerpo ante mí era el mayor paraíso que podría yo contemplar. Tocaba sus dedos despacio, había parado de acariciarla porque tenía que tranquilizar a mi subconsciente que se había disparado.

Luchaba contra mis pensamientos, era pura y virgen, ¡Control Jeon!...¿Cómo iba a dejar que supiera lo que pensaba mi malvada y pervertida mente? El deseo era tal que tenía ganas de expresarlo gritando. Gritar que al fin estaba entre mis brazos. Era la niña que mi especie la hundió en el abismo, la que sufrió por el deseo de un viejo vampiro que quiso poseer a su madre.

Metió de pronto sin avisar la otra mano que tenía libre para tocar mi pecho, se deleitó ante el contacto. Y volvió a desarmar mi entendimiento.

"¡Oh Dios!, esto va a ser....

No pienses Jungkook, calla tu mente, me pedí con nerviosismo.

"Creo que tengo miedo"

Pensó cuando yo había cerrado los ojos un instante al sentir como sus dedos bajaban hacia abajo, los tuve que abrir deprisa y pararla atrapando su mano.

—¡Mierda Alison! Ésto no va a resultar — dije con voz potente.

Me miraba con los ojos muy abiertos.

—¿Te vas a echar atrás? —dijo con voz temblorosa—. Se supone que tú eres el que sabe de ésto ¿No? —lo dijo tan convincente que me hizo reír. Le acaricié el rostro y ella soltó el aire de golpe.

—¿Pero no ves acaso como estás? Tiemblas y aún ni te he tocado donde se supone que ya tenía que haberte tocado —me hice callar de nuevo—. Si entendieras tan solo un poco lo que tengo que luchar por mi autocontrol y porque lo sientas de la forma que mereces sentirlo —le acaricié la mejilla—...y mi frustración es por que no sé si seré capaz hacerlo todos junto —sus mejillas rojas me mataban, estaba tan ansiosa y a la vez tan asustada.

—Pero yo quiero, no he pensado en otra cosa en éstos días....ya es hora de que yo sepa cómo se siente una mujer....

—Puffff Alison, ésto es antinatural y arriesgado, tengo que estar loco por querer también que ésto funcione como tú quieres, se supone que yo tengo que ser el que....—paré todo lo que iba a decir, estaba decepcionada— ....es una tortura luchar con lo que mi mente piensa ahora y no quiero que lo escuches, ¿Qué debo hacer? —la pregunta era para mí pero ella contestó igualmente.

—Dímelo con palabras —miró mis ojos— dime todo lo que sientes por mí ahora.

Había que ser valiente, más de lo que nunca creí que tendría que ser. Cogí la valentía que creí haber perdido desde que ella estaba así de entregada y le susurré:

—Es deseo...y mucho...

—¿Qué más?

—Placer, uno enorme.

—Más.

—Ganas de sentirte ahí debajo de mí...

—¿Y? —suspiró en alto.

Derrotado como nunca lo estuve antes cogí su mano, porque mis palabras se habían atascado en mi garganta. No podía decirle que mi pantalón estaba a punto de estallar porque mi polla se erguía de una forma que no recordaba antes que hubiera estado así y encima ya dolía demasiado. Eso tenía ganas de decirle, bueno eso y más cosas, ¡Mierda!....y muchas más cosas que mi instinto quería gritar.

No lo hice, solo quise endulzar algo que era obsceno, porque lo obsceno no es malo si se hace con la persona que uno quiere o desea, pero ella no estaba aún preparada para decirle que su dulce clitoris podría arder con solo rozar mis dedos despacio a su alrededor.