Vampire Jungkook

Cuarenta y uno

ALISON

—Soy toda oídos —le dije cuando me había dejado sentada en una mullida alfombra de flores de colores.

Volar con él aún me resultaba extraño, y es que todo era extraño y abrumador. No se acostumbra una a todo lo que me rodeaba a mí ahora de la noche a la mañana.

—¿Por dónde empiezo? —dijo nervioso sentado a mi lado. Con su mano arrancaba hierba que había entre las flores. Estaba con las piernas flexionadas y abiertas.

—Por el principio Jungkook —le dije y me miró.

—¿Por el principio? Son demasiados años Alison, eso es imposible —suspiró con cansancio.

—¿Cuántas novias has tenido? —le pregunté.

—Una... tú.

Abrí la boca y la cerré. Mi cuerpo se estremeció y me alegré de que eso no hubiera desaparecido de mí.

—Es la verdad Alison, yo nunca tuve a nadie así como tú de especial —lo tenía que querer.

Pero no podía caer tan rápido, quería saber...necesitaba saber.

—Bueno entonces, ¿Cuántas mujeres ha habido en tu vida...

Se tensó.

—Demasiadas.

—¿Cuantas son demasiadas?...diez, veinte...

—Más Alison, muchas más —no le gustaba decir eso pero que a mí menos escucharlo.

Tocó mi mano y la acarició. Siguió hablando muy serio.

—Todo en mí era distinto en el pasado, fui un vampiro con un amo y señor que me decía lo que tenía que hacer, yo solo creí que era un monstruo y como tal me comportaba —me miraba a los ojos en todo momento.

—¿Samantha estaba contigo en ese entonces?

—Sí —dijo bajito y bajó la mirada.

—¿Os...

—No lo preguntes así Alison, no quiero contarte eso, lo nuestro es distinto a lo que hubo con ella, solo éramos como animales sin sentimientos que hacían lo que el cuerpo les pedía en ese momento —me dolió aunque quisiera ponerlo sin valor para él.

Bajé el rostro dolida y me abrazó. Me besó el cuello.

—Eso es lo que era en ese entonces, un animal sin sentimientos Alison, y no quiero que tú sufras con ello.

—¿Mataste a personas?

Al escuchar mis palabras se separó y me miró de nuevo.

—Muchas, aún las recuerdo a todas, ya son parte de mí y por eso no quise convertirte nunca, ése sentimiento es horrible y yo no quiero que tú lo sientas nunca —me acarició la mejilla.

—¿Y mis padres?

Suspiró.

—Tu padre lo mató Spencer, el que te llevó a su guarida y te metió en su ataúd —me explicó calmado.

—¿Y mi madre?

Apretó los puños y tensó la mandíbula.

—Cuando llegué.... —le costaba.

—¿Porqué no me devuelves mis recuerdos y será más fácil para tí? —le dije irritada.

—Porque con que yo sufra con ellos ya es suficiente —no me los iba a devolver lo sabía.

Tragó fuerte y empezó de nuevo.

—Spencer se había encaprichado con tu madre, la conocimos en su trabajo, era un bar donde él y yo nos conocimos.