Diez

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—¡Por dios! ¿Qué estás comiendo? —me dijo Roko mirando mi mano dónde llevaba una barrita energética de cerezas y miel impregnada en chocolate, aunque éste último estaba blanquecino por el tiempo que llevaba en mi coche, tenerlo al sol la mayor parte del día no ayudaba en su conservación.

—Tengo hambre, no he podido resistirme a ésto que estaba en mi guantera, no lo miro y así no está tan mal —hice una pequeña mueca rara al sentirlo blando cuando lo metía en mi boca.

Pero es que aún pensaba en el filete de carne que olía de maravilla cuando abandoné aquella casa llena de arte antiguo, y como olvidar a ese hombre guapo, ¡Maldita sea! Hubiera sido una deliciosa y hermosa noche y sin embargo, estaba delante de un cadáver junto a Roko y Megan.

—Yo no podría comer en un escenario así —dijo mi amiga con cara de asco.

Reí un poco y me centré en la mujer tendida en el frío suelo que tenía delante, más lejos había un hombre también muerto.

Metí en mi pantalón lo que quedaba de barrita energética y me puse mis guantes, bajé mi cuerpo hasta quedar en cuclillas y puse de lado la cabeza del cadáver apretando con mis dedos su sien.

Aparecieron las marcas que ya había visto antes en la mujer del lago, dos agujeros pequeñitos que se hundían en la piel y por dónde había un poco de sangre seca.

Algo llevaba rondando por mi cabeza en los últimos días, tal vez estaba loca o es que mi imaginación por ver pelis de miedo me estaba jugando una mala pasada.

—Roko dime, ¿Puede en éste mundo haber algo que se nos escape de la mente? —le pregunté alzando la vista a él que estaba a mi lado de pie— ¿Algo que solo esté en los libros o en nuestra imaginación? ¿Algo que en nuestro trabajo es  imposible?

—¿Cómo qué? —me preguntó.

—Vampiros —los dos me miraron serios por un momento para explotar en carcajadas después.

—¿El conde Drácula ha venido de Transylvania? —reía Megan— tu adicción a la filmografía de terror te va a poner paranoica.

—Necesitas salir con tíos Alison —dijo Roko tocando mi cabeza con un dedo— creo que tu cerebro se derretirá un día de éstos.

Solté el aire de mis pulmones y quedé absorta en la expresión de la víctima, era de terror, nada que ver con la otra mujer del lodazal. Aquella murió con una sonrisa en su boca, sin embargo ésta había sufrido mucho.

No encontré nada en sus bolsillos, nada alrededor, pero algo plateado llamó mi atención. Salía de sus dedos, lo atrapaba contra el suelo.

Levanté despacio su mano y lo cogí. Era una especie de medallita redonda, la cadena estaba rota. ¿La habría arrancado del cuello del agresor?

Tenía una inscripción grabada, no entendía nada.

—Mira —se lo enseñé a Megan que escribía en su cuaderno todo lo que allí veía. Roko estaba un poco lejos al lado del otro cadáver.

—¿Qué es? —se acercó mi amiga.

—Ni idea.

—Es algo antiguo, de la era Yoseon o más viejo aún, ¿No ves el grabado? Es lengua antigua.

La escuché sin saber ni lo que decía, mis clases de historia no dieron su fruto durante mis años de carrera universitaria. Pero se me vino alguien a la cabeza, sabía quién podría decirme de qué se trataba, necesitaba su ayuda.

—Me voy —dije levantando mi cuerpo del suelo.

—¿A donde? —Megan dejó de escribir y me miró.

Vampire JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora