28. 12 de Agosto

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Jueves 12 de Agosto de 2021, supe que mi vida era miserable.
Luego de haberme levantado con humor de mierda gracias a las patadas de mi hermano en mi cama, mi madre me pidió que lavara los trastes, y olvidé hacerlo.
Me quitó el teléfono y entonces todo comenzó...

Me golpeó -no tan bruscamente- y una vez más me mató con sus palabras, pero esta vez fue la peor.
Me tomó fuertemente del brazo y y me dirigió a enfrente de un cuadro donde estaba una fotografía de mi yo de 12 años. "¿En qué se parece esta niña -refiriéndose a la del cuadro- a esta?" -dijo comparando a mi yo de ese entonces con mi yo actual-.
Esa pregunta me mató, porque me hizo darme cuenta de que me había convertido en una basura.
Había subido de peso, me volví más estúpida, más floja, siempre estoy enojada, odio mi cabello, odio mis manos, mis pies, mi nariz, mis ojos, mis cejas, mis labios, mi forma de ser, mi risa, mi sentido del humor, mis ánimos, mis chistes, mi voz, mis pestañas, mis uñas mordidas, mi abdomen, mis caderas, mis piernas, mis hombros, mi espalda, mis codos, mis brazos, mis mejillas, vaya, odio existir.

"¿Acaso no soy suficiente?" Es lo único que pasaba por mi cabeza.

Luego de haber llorado mientras lavaba los trastes, mis padres y hermano salieron, lo cual fue horrible porque el 80% del tiempo que estuve sola me la pasé llorando más fuerte, gritando, quedándome sin aire de tanto llorar, tirada en el suelo, como lo merezco. Espero por favor que los vecinos no hayan escuchado.
Dicen que llorar te libera, pero no es verdad, llorar te hunde más. Cuando comencé a llorar no pude parar, y en realidad solo me quedó aceptar mi momento de desborde, acoplarme a él y hundirme con él. Estaba destinada a pasar por eso. Estaba destinada a terminar con todo...

Justo cuando me levanté del suelo, con lágrimas en los ojos que me impedían ver correctamente, ví algo que me puso a pensar, el cuchillo estaba frente mío, frente a mi vista, listo para joder todo.
Lo tomé con manos temblorosas y volví a sentarme en el suelo, cerré los ojos, y con la respiración entrecortada imaginé la reacción de mi familia al llegar a casa y verme muerta.
Imaginé cómo le dirían a los demás, y cómo le dirían a mi mejor amiga Ana.
Imaginé el cómo llegarían asustados y desesperados al hospital pidiendo ayuda.
Imaginé perfectamente la posición en la que me encontrarían tirada en el suelo.
La sangre a mi alrededor, como si fuera la escena de una película.
Imaginé a mi madre llorando desesperadamente, a mi hermano asustado, a mi padre tratando de no llorar, pero shockeado.

Luego de estar imaginando cada detalle, intenté enterrar la punta del cuchillo en mi dedo, quería saber si dolería mucho...
Por desgracia o ¿suerte? no pude hacerlo, mi remordimiento no me lo permitió.

Salí de mi estado de ¿trance? y me di cuenta de lo que estaba haciendo, había roto mi promesa de jamás hacerme daño. ¡Y sorpresa! aquí me tienen, imaginando mi linda muerte.
Comencé a llorar de nuevo, no podía parar. Paté lejos el cuchillo, lo paté con enojo, con miedo, con decepción.

Grité.
Fue solo un grito, pero estuvo lleno de odio.
Fue solo un grito, pero estuvo lleno de decepción.
Fue solo un grito, pero imploraba paz.
Fue solo un grito, pero suplicaba ayuda.
Fue solo un grito, pero declaró que se rindió.
Fue solo un grito, pero renunció a todo.

Fue solo un grito, pero dijo todo lo que nunca dije.

Entonces supe, que había llegado el momento... era hora.

Entre la caja de medicamentos que hay en casa busqué desesperadamente pastillas. Tomé las primeras tres cajas que vi. Ni siquiera leí lo que eran o para qué eran.
Tenía miedo, pero la esperanza de poder terminar con todo era más fuerte, así que inicié.

Lo hice, doce pastillas.
Doce putas pastillas.

Sentí mareos como nunca había sentido, todo era de diferentes tonos más oscuros que los colores originales, era difícil mantener los ojos abiertos.

Ya no había vuelta atrás, por fin me iría.

¿O no?

Abro los ojos. Estoy en el suelo. Estoy aquí. Sigo aquí...

Entro en un estado de ¿pánico? y sin mover un solo centímetro de mi cuerpo más que mis ojos, observo todo a mi alrededor desesperadamente. En serio sigo aquí.

Y una vez más me desplomé. Me dolió con el alma seguir estando viva. ¿Qué acaso tampoco eso merezco? ¿Entonces cuál es mi destino? Quienquiera que seas, pero por favor, déjame ir.

Debido a las inmensas ganas de vomitar intento correr al baño. Y digo "intento" porque no pude avanzar como esperaba. Entre pasos torpes y estrellándome con todo a mi paso, aún mareada, llorando y gracias a ello con los ojos hinchados, logro llegar al baño.

Vomité.
Cuando terminé de hacerlo, me senté junto al retrete, y la culpa había llegado...
El llanto que anteriormente estaba lleno de odio hacia todo ahora estaba lleno de odio hacia mí, de decepción.
En serio lo había hecho. Y si no funcionó, ¿ahora qué debo hacer?

¿Mi destino es aguantar vivir así? Porque si es así, no lo quiero. Puede irse a la mierda.

Lo que nunca dijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora