Mónica lleva varios minutos plantada frente a la galería de arte.Es incapaz de moverse y ha perdido la noción del tiempo y el espacio porque su mirada sigue clavada en la foto de Vanesa. Han pasado años desde que la vio por última vez, pero su imagen sigue provocando en ella lo mismo que entonces. Vanesa tiene el pelo más corto:ahora —o cuando le sacaron la foto— luce una media melena que hace resaltar más la intensidad de sus ojos oscuros.En ellos Mónica percibe un halo de tristeza y cruelmente desea que sea por ella. De no resultar ridículo si alguien la viera, fotografiaría el cartel con su móvil para tenerla más cerca, pero de nuevo el miedo controla sus deseos y autocensura su instinto. Aunque en el fondo sabe que con o sin foto seguirá recordando esa imagen por mucho tiempo.
La galería está abierta y quizá por la hora no hay nadie en su interior y eso hace que Mónica encuentre el valor necesario para entrar.Al cruzar la puerta suena un timbre que le causa un sobresalto porque quería pasar desapercibida. Escucha unos pasos en la planta superior acercándose a las escaleras que llevan a la pequeña sala y por un momento quiere salir corriendo, pero de nuevo está paralizada y es incapaz de reaccionar.Unas piernas de mujer empiezan a descender por las escaleras y Mónica siente que se le acelera el corazón ante la idea de que pueda ser Vanesa, pero por suerte, o no, se trata de una chica de veintitantos años que la recibe con una enorme sonrisa.Tras darle la bienvenida y ofrecerle su ayuda en caso de dudas, le entrega el folleto que habla de la exposición. Mónica se estremece al tener la foto de Vanesa entre sus manos, y es incapaz de leer el contenido por temor a desvelar sus emociones.
Paseando por la sala reconoce el estilo de Vanesa en cada uno de los cuadros.Los observa con detenimiento y puede imaginarla pintándolos, mezclando los colores e intentando captar con su peculiar visión los rostros de los protagonistas de sus retratos. Se pregunta qué relación tiene Vanesa con cada uno de los desconocidos que ahora cuelgan de las paredes, y siente celos al pensar que alguna de las mujeres plasmadas puede ser o haber sido su amante. Cuando se gira para ver los pocos cuadros que le faltan, Mónica se queda helada al descubrir que es la protagonista de un enorme lienzo.Sin ninguna duda es ella desnuda en la cama mirando con absoluta vulnerabilidad a Vanesa. Los recuerdos resuenan en Mónica a gran velocidad y puede visualizarla con su cuaderno tomando notas frente a ella. Entonces revive con el pensamiento cómo después le hizo el amor. Las risas. El silencio. La forma en la que ella le dio placer unos minutos más tarde. Los gemidos de Vanesa. Todo es demasiado intenso para Mónica y siente el impulso de salir corriendo, pero sus piernas no responden y permanece inmóvil frente a su retrato.
De repente es consciente de que la chica que la ha atendido la habrá reconocido y se pregunta qué pensará de ella y si Vanesa le habrá contado la historia del cuadro, pero de nuevo es incapaz de huir, algo la retiene.En la esquina inferior del cuadro hay un pequeño rótulo donde se lee:«Tú - No está en venta».
Mónica permanece frente a la Mónica de Vanesa y de nuevo pierde la noción del tiempo.Hay algo mágico en el cuadro, algo que hace que se reconozca como nunca se ha reconocido antes en ninguna de las fotos de su álbum familiar. Sigue absorta en sus sensaciones y pensamientos hasta que el sonido de su móvil la devuelve a la realidad. Es Rafael, preocupado al no saber de ella y porque le han llamado de la escuela diciendo que no ha ido a recoger a la niña. Mónica se disculpa enseguida poniendo como excusa problemas en el trabajo y sale corriendo de la galería sin despedirse de la chica que debe de haber subido de nuevo a la planta superior.Al sentarse en la parte trasera del primer taxi libre, se siente culpable por tantas mentiras y espera poder ocultar lo que han visto sus ojos.Cuando llega a casa, Rafael está bañando a su hija Alexa. Mónica se acerca avergonzada, le abraza y le pide disculpas.Su marido no parece molesto y se extraña al verla tan afectada, así que la tranquiliza y le dice que es la primera vez que le ocurre algo así y que él a veces también se olvida del mundo cuando está muy metido en un caso.
Aunque sigue sin hambre, Monica va a la cocina, donde prepara la cena para compensar su ausencia.Lo que sucede a continuación lo vive sin estar del todo presente, sin darse cuenta han cenado y la niña ya descansa en su cama.Mientras Rafael recoge, Mónica sirve dos copas de vino porque necesita algo que la relaje tras un día intenso.Le observa en silencio y se siente mala persona al ver que no intuye nada de lo que pasa por su cabeza.Seguramente eso hace que se acerque a él y le bese con los ojos cerrados. Rafael parece sorprendido ante tal muestra de afecto, algo que hace tiempo que no sucede y que él interpretó como una fase de su relación. Mónica, incapaz de pensar en nada, le pide que la lleve a la cama, donde, aunque supuestamente hacen el amor por primera vez en mucho tiempo, ella en realidad imagina que está con Vanesa, con su recuerdo, y llega a un placer que nunca antes había experimentado con su esposo.
Al terminar, él no tarda en quedarse dormido pero Monica necesita alejarse de un cuerpo que no es el mismo con el que ha fantaseado minutos antes, así que se levanta a por un vaso de agua.Ve su bolso en la encimera de la cocina y, después de confirmar, por el silencio que reina en la casa, que es la única que está despierta, saca el catálogo de la exposición y observa la foto de Vanesa. Se le acelera el corazón al darse cuenta de que hacía tiempo que no la echaba tanto de menos:ha intentado olvidarla y rehacer su vida pero ahora sabe que es imposible. Vuelve a la cama con su imagen grabada y se queda dormida recordando el tiempo que compartieron, las promesas que se hicieron.
Al despertar horas más tarde, Rafael está en la ducha cantando, ajeno a lo que realmente ocurrió anoche, feliz por el reencuentro con su esposa sin ser consciente de que ella estuvo ausente entre sus brazos.La mañana sigue su curso con la rutina habitual, y dos horas más tarde Mónica está sentada en su despacho.Tiene mucho trabajo pendiente, pero es incapaz de centrarse en nada que no sea Vanesa. Siempre se ha prohibido buscar información sobre ella en internet; sin embargo, hoy las cosas han cambiado y no lo puede evitar.Tras introducir su nombre en un buscador, aparecen varios artículos que hablan de la artista, que por lo que puede leer ahora goza de un cierto prestigio y ha expuesto en las principales capitales europeas e incluso en Nueva York. Uno de los reportajes incluye una breve entrevista en la que Vanesa cuenta que vivió una temporada en la gran ciudad norteamericana pero que decidió volver a Madrid por temas personales. Mónica se pregunta qué la obligó a regresar; sigue buscando sin éxito más detalles de su vida privada, pero la mayoría de las fotografías en las que aparece son de exposiciones y fiestas y en ninguna se muestra nada demasiado íntimo.
Mónica sigue inmersa en su particular investigación hasta que su jefe, Antonio, entra en su despacho y ella disimula fingiendo estar ocupada en alguno de sus proyectos.Tiene la cabeza en otro lugar y de la conversación solo capta algunas frases inconexas, pero enseguida entiende que la ha ascendido.Antonio se despide de ella con dos besos y la felicita por el buen trabajo antes de volver a dejarla sola. Mónica no se puede creer lo que acaba de ocurrir.De un modo impulsivo coge el teléfono para compartir la buena noticia.Tras un par de tonos, su interlocutor responde a la llamada y Mónica se queda muda al escuchar la respuesta.
—¿Mónica?—dice una Vanesa sorprendida.
Presa del pánico, cuelga precipitadamente sin poder decir nada, tira el teléfono sobre el escritorio y se cubre la boca con la mano al darse cuenta de lo que acaba de hacer. Sin pensarlo, de un modo instintivo, ha llamado a Vanesa y ahora es incapaz de hablar con ella.