Parte 8

9 3 0
                                    

—No —su voz sale un poco rota, pero no está llorando—. Me puedo ir si quieren, pero no voy a caer en esto.

—¿Caer en qué? —pregunta el abuelo. Se agarra el bigote.

Ámbar que se ha mantenido en silencio y expectante, descubre que el bastardo la mira directo a ella. ¿Lo ha descubierto? La mira con tanto odio que le da un poco de risa.

—No —vuelve a repetir.

Pero el bastardo no sabe todo. Los planes de niña bonita son perfectos. Kas puede ser un superdotado, pero sigue siendo un estúpido.

—Vimos las imágenes en tu computadora —dice la abuela con tono frío—. El historial de navegación. Las paginas en modo privado. Los profesores nos han enseñado a hacerlo.

Kas no entiende. Obvio que no. No sabe ni prender la computadora. No le interesa ni en lo más mínimo. Solo la mantiene como un bonito regalo de decoración. Ámbar, por otro lado, es una experta en tecnología.

—No sé qué te ocurrió de niño, no podemos ni imaginarlo, pero no podemos dejar que...

—Tienes que irte —interrumpe el abuelo—. Eso que piensas y haces es asqueroso.

Kas retrocede la silla y se pone de pie.

—Gracias por su ayuda —les dice, pero no los mira—. Lo que hicieron por mi fue muy bueno de su parte —y los mira—, pero lo que hacen ahora es... —se muerde el labio—. No debí confiar en ustedes. Me voy.

Lo siguen con la mirada. Ninguno dice nada. Lo escuchan organizar algunas cosas, piensan que se llevará toda la ropa nueva y regalos, pero es al contrario, vuelve a ponerse la ropa vieja y se va sin nada.

En un último momento la abuela se quiebra. Sus ojos se vuelven dos pozas. Quiere ir por él, pero su esposo la toma de la mano. Ella se defiende y corre tras el bastardo. Lo alcanza en la puerta.

—Toma esto —le entrega plata—. Por favor cuídate en la calle.

El bastardo la rechaza.

—Sé cuidarme bien —le dice—. En la calle nunca me han lastimado tanto como aquí.

Tras eso se va y la anciana se queda ahí llorando en una escena tristísima.

Dos meses después (post bastardo) todo ha vuelto a la normalidad. Niña bonita ha ganado el concurso de canto. Niña bonita es invitada a un concurso de talentos en la televisión. Niña bonita recibe más de cien invitaciones de compañeros para salir a una cita.

Sin rastro del bastardo en absoluto. La abuela lo ha buscado, pero sus amigos no saben nada de él. Ha desaparecido igual que la primera vez. Quizás por culpa o para no pensar en eso, la abuela ha llenado a niña bonita de viajes, de dulces, ropa, zapatos, juguetes, etc etc.

Se han acordado algunas noches de los padres de Ámbar y del terrible accidente. El abuelo le ha vuelto a decir "mi niña bonita", sin embargo, se ha mantenido más callado en su taller, tomando y fumando, todas las tardes.

—Ha sido un error —dicen por el teléfono. Es una mujer adulta. Ámbar escucha desde la otra línea—. Lo siento muchísimo María.

—¿Qué ha sido un error?

—Lo de Kas y Rodri, nuestro hijo. Él nos lo ha contado y hemos confirmado todo con otros compañeros. Kas nunca le hizo nada. Ha sido solo un malentendido.

—¿Un malentendido?

—En realidad Kas ha querido ayudar a Rodri. Lo vio llorando en los baños porque se había orinado y algunos compañeros se burlaban. Así que lo ayudó. Ya sabes María cómo son los chicos. Rodri sentía mucha vergüenza de decirnos, pero al ver que Kas no volvió a la escuela, se ha preocupado. ¿Estás ahí María?

La abuela cortó.

En realidad nada cambia con esta información. Además de la abuela nadie la sabe. Los papás de Rodri no quieren asumir nada delante del resto. Vicente no cuenta la verdad para no quedar de tonto. Rodri, por otro lado, intenta decirlo, pero al recibir más burlas que apoyo, deja el tema.

Esa historia queda tal cual. Los involucrados no continúan promocionándola. Kas ya no está para defenderse.

—Mi niña, ven, quiero que conozcas a alguien —le dice la abuela un día a Ámbar, cuando llega de su clase de ballet. La presenta a una niña de unos diez años, de ojos verdes y rostro pálido—. Ella es Graciela. Graciela ella es Ámbar, nuestra nieta.

Graciela se para para saludarla. Es una menor con mucho desplante. Tiene el cabello medio pajoso y la piel poco cuidada. No tiene tan buenos modales, pero tampoco es una primitiva.

—Graciela es la hermana de Kas —termina de presentar la abuela.

Ahí lo ve. El parecido entre ellos. Los labios secos. La mirada más dura. Esta chica, sin embargo, no parece un cachorrito enfermo. Se ve segura de sí misma. Se estudian.

—Siéntense. Siéntense —las invita la abuela—. ¿Quieren algo?

Ámbar se cruza de piernas.

—¿Dónde está el abuelo?

—Ha ido de viaje —responde la anciana.

—¿Dónde?

Ella no responde.

—Graciela nos ha contado que ella y su hermano Kas son muy unidos.

—Entonces lo siento mucho —dice la niña bonita—. Lo que él te hizo debió doler más.

—No... no —interrumpe la anciana y mueve escandalosamente las manos.

—¿Y qué se supone que me ha hecho? —pregunta la niña—. ¿Por qué todos actúan tan raro?

—Debes estar muy confundida. Pobrecita —le dice Ámbar y le toma la mano—. Seguro todavía estás en shock. Lo siento mucho.

—Ustedes me están confundiendo —se hace una cola en el cabello—. Mis papás vendrán por mi en una hora. Yo solo acepté venir para ver a mi hermano. ¿Dónde está?

—Ya vendrá —dice la abuela. Ámbar la mira. Ahora entiende la desaparición misteriosa del abuelo—. Cuéntanos de él, por favor. No habla mucho y se nos ha hecho muy difícil conocerlo.

—Es un nerd —sonríe, se nota le tiene muchísimo aprecio—. Siempre ha cuidado de mi. Toda la vida hemos sido solo nosotros.

—¿Y tus padres biológicos?

—No los conocí mucho. Sé que ella está en la cárcel y él... me parece que muerto. Kas tampoco me cuenta mucho de eso a mi. Dice que no vale la pena recordarlos.

—¿Y no tenían más familia?

Se encoge de hombros.

—Seguramente. No debieron ser muy buenas personas.

—Lo siento. Estuvieron juntos en La Aldea y tú te fuiste adoptada.

—No quería dejarlo solo —se le aguaron los ojos—, pero él quería que fuera feliz. Estaba todo ese tema de las desapariciones... —se seca las lagrimas, es orgullosa, no deja caer ninguna—. No debí dejarlo solo. Quizás hubiera podido evitar lo que le pasó.

Ámbar se cruza de brazos aburrida. La abuela preguntaría "¿qué le pasó?" Y está será la historia más triste del universo. Tiene esa intuición palpitando en su pecho.

No se equivoca.

Niña BonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora