Niña Bonita

Parte 11

—Ella no es buena —dice Kas. Le cuesta un poco juntar o encontrar las palabras.

—¿La mimada esa? —la llama Graciela—. Me di cuenta. ¿Qué está pasando con esa familia? María parece muy dulce.

—y Roberto también, pero le creen todo a su nieta. Y ella es muy extraña.

—¿Extraña? Dime lo que ha hecho.

—No me gusta tu mirada Mona.

Graciela sonríe. Su nombre de nacimiento es Mónica y Kas siempre la llama Mona. Le gusta escucharlo de su boca.

—Solo ten cuidado con ella.

Kas se cansa y vuelve a recostarse boca arriba. Cierra los ojos. Parece dormido por momentos. Graciela hace lo mismo.

—Hey, al menos estás tomando más vitamina D —le da un leve empujón. Lo ve sonreír—. Por favor dime qué te ha hecho esa perra —le suplica—. Anda... no haré nada.

—No te creo —suspira—. No puedo probarlo, pero inventó cosas mías en la escuela.

—¿Algo que ver conmigo, verdad? ¿Qué dijo de mi? ¿Qué les hizo creer?

Kas se muerde fuerte el labio.

—¿Qué me hiciste algo? —inquiere. Siente que está cerca—. ¿Me pegaste? ¿Me insultaste? —piensa y piensa—. ¿Me violaste?

Kas abre los ojos y la hace callar. Lo último que falta es que también piensen en ese centro que violó a su hermana. No lo dejan salir más.

—Que hija de perra. Es que yo la mato.

—Mona...

—¿Qué? —pregunta alterada.

—No tengo pruebas.

—Pero estás seguro y nunca te equivocas. Da igual tengas pruebas o no, le puedo romper la nariz perfecta sin pruebas más que tu palabra.

—Mona. Respira.

La niña respira. Es muy raro que su hermano la esté tranquilizando en este momento, pero siempre ha sido así. Ella lo defiende a él. Él la calma a ella. Ambos se cuidan las espaldas. Solo que ahora Graciela debería calmarlo.

—¿Desde cuándo lo sabes? —pregunta Kas. Vuelve a cerrar los ojos.

—¿Qué cosa? —se hace la desentendida, aunque por el tono sabe por donde va la pregunta.

—Sobre Dominic y Estados Unidos.

—No puedo —aprieta los labios—. Es mejor que no hablemos de eso. Cuéntame otra cosa.

—Dominic murió allá —dice, suspira—. Yo me quemé porque el orfanato se quemó. No pasó nada en Estados Unidos. Los padrinos me acogieron. Ellos eran gente muy amable.

—Okey —ni intenta discutirlo—. Te creo.

—No. No lo haces. Repítelo hasta que lo creas. Me ha funcionado a mi.

Se muerde los labios.

—Pero tú sabes que...

—Necesito ser Kas. Necesito ser Kas o voy a volverme loco. Así que repítelo.

—Eres mi hermano mayor Kas, el inteligente de la familia, superdotado incluso. No pasó nada en Estados Unidos —se muerde el labio—. Viviste feliz con tu familia. Te quemaste porque se quemó el orfanato.

—Otra vez.

Aprieta los dientes.

—Eres Kas. No pasó nada en ...

—Estados Unidos —empieza a repetir él con ella—. Viví feliz con una familia. Me quemé en el orfanato. Soy Kas. No pasó nada en Estados Unidos...