Cap IV Editada

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El resto de la clase transcurrió con normalidad, álgebra no era de sus materias favoritas pero tampoco les iba mal en ella.

Les dejaron bastante tarea ya que era la última clase de álgebra de la semana, los chicos protestaron pero al final aceptaron.

Luego de esa clase tuvieron arte, para ese punto todos agradecían tener una materia tan fácil, porque como era la última hora ya todos estaban aburridos y deseaban con fuerza que llegara el almuerzo porque sus estómagos rugían del hambre.

El comedor estaba lleno cuando llegaron las chicas que faltaban a sentarse, pero se dirigieron con tranquilidad a la mesa en la que se encontraban sus familiares. Las mesas estaban divididas por grupos y jerarquías, esto era respetado por todos, y hasta cierto punto era mejor, porque así no había conflictos sobre los lugares.

Las cosas eran así: en la mesa uno; obviamente, se encontraban los populares, era la mesa más grande debido a que era el grupo más grande. A continuación de esa; se encontraba la mesa de las novias de los populares, osea las populares, la siguiente mesa; era la de los deportivos, la otra era; la de los del club de arte, los nerds, los marginados, y así continuamente hasta llegar a mesa diez que era la más alejada a la esquina, la mesa donde se sentaban los recluidos.

Además de esas mesas también habían unas al fondo en donde se sentaban las personas que no tenían un grupo de los principales, o no pertenecían a ninguna jerarquía. Aunque también se sentaban las personas que tenían pequeños grupos de amigos.

Por suerte, el almuerzo transcurrió con normalidad, charlaron de varios temas y comieron en paz. Antes de que se dieran cuenta, ya sonó el timbre nuevamente anunciando en fin del almuerzo y el inicio de otra hora.

Para desgracia algunos y felicidad de otros, les tocaba educación física. A la tarde siempre les tocaban hacer actividades extracurriculares, ya sea; deporte, artes, idiomas, etc. Llegaron al gimnasio, y se fijaron como se dividirían.

-Bien, ¿ahora cómo nos dividimos?- preguntó Lucas, mientras miraba el horario

-Bueno; Dai, Sofi e Ine van a hacer karate y luego gimnasia. Ustedes van a hacer fútbol y si no me equivoco después tienen que cambiar a basket. Y nosotras hacemos porristas toda la tarde- le respondió Amelia, también consultando sus horarios.

-Si, tenés razón- le respondió Daniel, y los demás dijeron lo mismo. Se dividieron entre chicos y chicas para cambiarse de ropa a la de gimnasia en los vestuarios, y luego en los grupos más pequeños que Amelia había dicho antes para poder hacer las actividades correspondientes de cada uno. 

La clase de karate fue tranquila, hasta que tocaron los enfrentamientos. A Inés le tocó con Simón, al principio se quejó, pero luego pensó que era la mejor forma de hacer venganza por lo que le hicieron a Joaquín. 

Desde pequeña que hacía karate por lo que era muy avanzada, mientras que el chico era de los cinturones medianos. Como era de esperarse, ni bien empezó la pelea y Simón quiso atacar Inés lo esquivó, en todo el enfrentamiento nunca la pudo golpear, al contrario de ella que lo golpeó con tal fuerza que de una sola patada le dejó un ojo morado. Como era de esperarse, ella ganó.

Inés era consciente de que la violencia no era el mejor camino, siempre se lo habían dicho. Pero desde su punto de vista y situación, era necesaria, sobre todo en el mundo en el que vivimos. Ella era muy vengativa, y resultaba ser algo agresiva, tanto verbal como físicamente, aunque en realidad era una buena chica. 

Aún así, no es que ella fuera golpeando a toda persona que se le cruzara, pero en cuanto a sus familiares o personas que la molestaban, la violencia y las agresiones solía ser el trato habitual que había entre ellos, cosa extraña la verdad.        

Los 13 RecluidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora