Cap VII

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Al llegar a su casa, fueron directamente al salón, luego de cambiarse de ropa a algo más cómodo, lo primero que hicieron fue preparar el mate.

Sabían la pesadilla que les esperaba en una horas, era viernes por lo tanto tocaba la reunión familiar. Una tortura para ellos, ya que era una comparación permanente con sus primos, y juzgarlos por todo. Además de que sus primos, siempre iban con algún cuento.

Estaban tomando mate, mientras comían una galletas, ya que como esa noche iba a haber muchísima comida de todo tipo (esa era una de las pocas cosas buenas de esas reuniones).

Y platicaban acerca de la reunión y demás cosas, cuando escuchan un grito agudo, el cuál identificaron sin dificultad alguna con sus primas.

Así que mate y termo en mano se encaminaron hacia donde provenía el grito, osea al vestidor de sus primas. Imaginándose la "tragedia" que habría ocurrido para tales gritos.

-¿Ustedes que creen que sea?- preguntó Amelia, mientras cerraba más su abrigo, debido a la brisa fría que había

-Apuesto a que es algo con su ropa, y si no les debo media docena de facturas- dijo Inés, con un tono divertido, ya imaginádose la situación.

-Apoyo a Inés, y seguro que ahorita están nuestras tías y abuelas consolándolas, van a ver- Agregó Martín, abriendo la puerta para entrar al vestidor.

-Dicho y hecho- les susurro Lucas, a llegar y ver la escena. La escena tranquilamente podría ser de novela, los vestidos de sus primas estaban desgarrados, mientras que los gatos de Inés; Bloody, Luna y Venus, jugando con unos ratones, claramente muertos. Sus primas lloraban y daban grititos, siendo abrazadas por sus madres y tías.

Inés había dejado que sus gatos salieran como era costumbre, lo que no entendía era como habían llegado hasta ahí, ya que no solían entrar al vestidor de sus primas.

-Ah, chicos, que bien que llegaron. ¿Me pueden explicar como es posible que les pasará esto a nuestras princesitas?- les dijo su tía Camila ni bien los vio, horrorizada. La respuesta, sin embargo les llegó al instante, al escuchar unas risas infantiles, provenientes de detrás de la ropa.

Al verlos, los pequeños se asustaron antes la idea de ser delatados, pero se calmaron al ver como Ame y Sofía les guiñaban el ojo.

Ahí se lograba ver a Azul, Juan y Amatista, tres de los pequeños a los cuales los trece recluidos madaban a cuidar. Ahí todo hizo clic en sus mentes.

-Seguro fue un accidente- Dijo Bruno, el cual no pensaba delatar a los pequeños.

Mientras, Dai e Inés, disimuladamente les hacían señas a los 3 más jóvenes de la habitación para que se fueran, estos haciendo caso inmediatamente se fueron sin hacer ruido.

-Bueno, no me importa. Controlen a sus fieras, no puede ser, esto es demasiado. Tranquilas mis amores, ustedes no se preocupen, les vamos a dar vestidos nuevos- Exclamo, Jazmín, su otra tía. Ante esto sus primas se calmaron un poco, y asintieron.

Aunque le daba un poco de risa la situación y hasta indignación, Inés llamó a sus mascotas las cuales fueron corriendo hacia ella, subiéndose a sus brazos.

Se quedaron unos minutos escuchando el estúpido sermón de sus tías, tratando se aguantar las risas. Luego volvieron a sus departamentos

-¿Vieron como estaban sus caras?- preguntó Renata, mientras acomodaba su pelo húmedo porque acababa de salir del baño.

-Era una obra de arte, osea, no puedo creer que en serio hicieran esa montaña sobre un grano de arena- le respondió Olivia buscando su sombra de ojos en su cosmetiquera.

Los 13 RecluidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora