Cap XX

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Salieron del establecimiento y fueron hasta donde se encontraban sus bicicletas. Inés tomó una difurcasion para llegar a la fuente.

Cuando llegó se encontró con que Zoe ya se encontraba allí, se estaba despidiendo de Heather y el resto de sus amigas, las cuáles se decidieron a irse en cuanto la vieron llegar.

-Ustedes dos, cuidado. De todas formas tus primas me mantendrán al tanto- les gritó Heather, a lo que Jimena acomodando sus lentes asintió

-Si, ya sabemos- Zoe se subió a la bicicleta, y se sujeto de Inés tan fuerte como pudo ya que aún le daba un poco de miedo.

La pelirroja estuvo todo el trayecto con su cabeza apoyada en el hombro de la contraria, por lo que Inés tenía que hacer un esfuerzo por concentrase en la bicicleta.

Fueron hasta la casa de Zoe para que ella agarrara un par de cosas, la jovencita Quiz la espero afuera, cuando salió de la casa volvieron a subirse a la bicicleta.

Luego de unos minutos divisaron la entrada al conjunto de departamentos, y después de un tiempo ya se encontraban entrando en el enorne departamento en el que todas las chicas convivían.

Así que, luego de una rápida saludada por parte de las latinas, la castaña y la pelirroja se metieron en la cocina para preparase algo para comer

-¿Les avisaste a tus padres que te quedaras aquí el fin de semana?- preguntó Inés, preocupada

-Si, tu tranquila. Guau, tu casa es enorme, no me imagino como es que tu familia puede pagar semejante complejo de departamentos-

-Digamos que, tienen trabajos bastante bien pagados, además de que este terreno es de ellos, le perteneció a nuestra familia- explicó Inés ante la asombrada mirada de Zoe

-No te puedo creer, carajo-

-Si, ¿quieres algo de tomar?- pregunto la mechiazul

-¿Café con leche?-

-A la orden- Y así fue como luego de unos minutos y con una taza de café en manos de cada una se metieron en el cuarto de la más alta.

Ni bien entraron, Zoe se tiró en la cama cubierta por un acolchado negro y suave, cubierto por pequeñas flores de diferente colores.

La última vez que estuvo allí no había podido apreciar lo hermosa que era la habitación de la Sirena.

Tenía varios estantes llenos de libros, y apenas se notaba el color oscuro de las paredes debido a que estaban llenas de pósteres, papeles, fotografías, entre miles de cosas más. Luces de colores estaban en los marcos de las paredes

Tenía un armario de madera en el que estaba toda la ropa, y otro estante en el que se encontraban todas las cosas de tu práctica espiritual.

Además tenía un hermoso ventanal en el que había varias plantas, y daba al jardín. Todo el cuarto estaba envuelto en ese aura melancólica propio de la sirena, además de el constante olor a sahumerio.

-Amo tu habitación- expresó la de pecas, Inés solo atinó a sonreír

-Supongo, es linda, por suerte tengo la mía propia- apoyó las tazas de café en su escritorio y se fue a sentar en la cama -¿Qué te gustaría hacer?- un silencio recorrió el espacio.

-Tengo una idea- una sonrisa maliciosa cruzó el rostro de Zoe, fue hasta donde estaba su mochila y sacó de allí un pote de algo -Mascarillas-

-Ni en pedo. No, no, no y no, no pienso usar esa mierda- exclamó Inés echándose para atrás.

-Es para pasar el tiempo un poco, porfa. Cuando sean las siete y media empezamos con las actividades divertidas de verdad- suplico Zoe, acercándose a donde estaba agazapada Inés como si fuera un gato asustado

Los 13 RecluidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora