Irritación

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La Unidad de Cuidados Intensivos era una de las zonas más frías y desoladoras del hospital. No se permitía la entrada de ninguna persona sin autorización y en llegado caso, única y exclusivamente en los horarios señalados de visita.

Las personas que esperaban más noticias del paciente Wei Ying tuvieron que pasar su tiempo en la sala de espera general; pero ningún doctor o enfermera daba parte de su estado. Eso les estaba destrozando los nervios.

No había pasado mucho tiempo desde que vieron cómo, en una camilla, iba siendo trasladado un mortalmente pálido joven de diecisiete años. La imagen era aterradora, pues mostraba un futuro nada prometedor.

No obstante, cuatro personas aguardaban. No sabían exactamente qué estaban esperando.

Quizás un milagro.

Por fin, luego de lo que parecieron horas, el doctor Jiang había ido a buscarlos y explicarles con más calma lo sucedido en la operación. No había querido hacerlo antes porque tenía que asegurarse que su paciente estuviese sano y salvo en la UCI.

En cuanto él apareció por la sala de espera, cuatro pares de ojos con diferentes expresiones se posaron sobre él. Tres de ellas coincidían, dolor y angustia. En el restante, percibía un miedo terrible.

Calmadamente, guió sus pasos hasta las personas que lo miraban, realmente de todo su trabajo como médico, lo más agotador era dar noticias desesperanzadoras a los familiares y allegados. Uno tenía que ser muy fuerte para guardar la compostura y no derrumbarse cuando los demás lo hacían. ¿Cómo mantenerse firme, cuando la persona de la que hablas es casi como un hijo para ti? El doctor Jiang no tenía ni idea.

—Cang Se, Chang Ze. Debo ser franco con ustedes. Wei... —se detuvo para corregirse—, el paciente no está bien. Me temo que las siguientes horas son cruciales. Su estado al llegar al hospital ésta tarde no era favorable en ningún sentido. Una de las arterias principales estalló por la presión sanguínea, lo que causó una hemorragia severa. Como ya saben, la enfermedad del paciente Wei degenera los tejidos de su sistema circulatorio volviéndolo muy frágil. Es por ello que se recomendaba el mayor tiempo posible de reposo y nada de estrés. Sin embargo, el paciente a lo largo de su vida ha sido sometido a diversas situaciones que lo llevaron hasta donde está hoy día.

Una vez empezado el procedimiento quirúrgico, fue realmente difícil parar el sangrado y hacer la reconexión arteria-corazón. Estaba tan deteriorada que por un momento pensé no lograrlo, sin embargo, logré unir la arteria afectada con el corazón nuevamente con materiales especiales.

—Entonces, mi A-Ying ¿va a estar bien doctor Jiang Feng Mian? —La madre de Wei Ying, que había aguantado en silencio, no pudo evitar interrumpir la explicación. A ella solo le interesaba una cosa, solo eso. Y no le importó romper las formalidades. Ellos tres tenían demasiado tiempo conociéndose para fingir ahora ser tratados como meros extraños.

—No lo sé con certeza, Cang Se. El cuerpo del paciente Wei no resistió la primera prueba dentro del quirófano, por lo cual tuvimos que rehacer el procedimiento. Y aunque la segunda prueba fue exitosa y por eso pudimos concluir la cirugía; me temo que el cuerpo humano es impredecible. He dicho que las siguientes horas son cruciales porque su cuerpo puede rechazar los organismos extraños y si eso ocurre, me temo que no puedo hacer nada por él. Solo podemos esperar a que las siguientes horas, el cuerpo del paciente Wei acepte el material extraño que le permite seguir viviendo.

Aquellas últimas palabras fueron como una guillotina que cortó la respiración de los presentes. Las cartas estaban sobre la mesa. El doctor Jiang recorrió con su mirada a las personas que allí estaban. Wei Chang Ze abrazaba muy fuerte a su mujer, quien lloraba desconsoladamente; la expresión de su amigo era estoica, pero muy en el fondo se notaba el dolor de aquella declaración. El amigo de Wei Ying, Lan Zhan, si mal no recordaba, se había levantado en cuanto lo vio llegar, pero con sus últimas palabras se había derrumbado sobre una de las sillas, su expresión vacía le preocupaba bastante. El doctor Jiang había notado lo unido que estaba ese chico a su paciente. Y por último, su hijo, con una expresión de terror nunca antes vista por él, derramaba lágrimas silenciosas, las manos de su hija mayor, Yan Li evitaba que dejara escapar algún ruido. Verlo de aquella forma lo desconsoló. Nunca esperó ver a su hijo sufrir de aquella manera; se acercó con pasos calmados, puso una mano en su hombro y lo palmeó levemente.

Miracles in Autumn [WangXian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora