Consecuencias

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Cuando llegaron a Yi Ling, el cielo nocturno los recibió además del personal de limpieza que los despertó para que bajaran del tren; dormían tan profundamente que nunca se dieron cuenta cuando llegaron a la estación final.

Entre dormidos y confusos por el rápido despertar, recogieron sus pertenencias y descendieron del tren; la estación estaba desierta a excepción de ellos, el reloj digital encima de sus cabezas anunciaba que era pasada las nueve de la noche.

Ambos se miraron a los ojos y encontraron en los contrarios temor; una vez acabada la experiencia y de vuelta sus vidas normales eran más conscientes de las consecuencias de sus acciones tempranas. Como si se leyesen la mente, buscaron sus móviles en las mochilas y los encendieron. Bastaron un par de segundos, los necesarios para que obtuviesen señal telefónica, para que empezaran a llegar cientos de notificaciones entre ambos teléfonos; llamadas perdidas, mensajes de texto, mensajes en el buzón de voz. Todos de destinatarios registrados como: mamá, papá, doctor Jiang, Yan Li, Hermano y números desconocidos.

Tragaron saliva al mismo tiempo y como si ese fuese una señal, el teléfono de Wei Ying recibió la llamada número cincuenta y siete de su mamá. Wei Ying con manos temblorosas, tanto por el frío como por el miedo, contestó:

—Está sonando pero no lo ha... ¿Wei Ying? —Logró escuchar a su madre hablando con alguien más antes de notar que le había tomado la llamada— ¿Estás ahí? Contesta, por favor.

—Soy yo m-mamá —trastabilló con la última palabra, se sentía como un criminal al que no le quedaba más remedio que entregarse.

—¿Dónde estás? ¡Dímelo en este momento! —La oyó decir muy fuerte, casi como si gritara, alejó su teléfono de oreja; Lan Zhan que lo observaba abrió sus ojos por tal acción, eso no indicaba nada bueno, nunca.

—Yo estoy en la estación de trenes —oyó murmullos al fondo y luego a su madre decir—. No te atrevas a moverte de ese lugar jovencito —y colgó.

Los segundos después de terminar la llamada parecieron eternos antes de que Lan Zhan se atreviera a hablar:

—¿Y bien? —no sabía qué decir por los nervios, tomó de la mano a Wei Ying para que este lo viese, el menor negó con la cabeza.

—No sé, creo que vendrán a buscarme, buscarnos. No sé.

Lan Zhan lo abrazó, porque ambos estaban metidos hasta el cuello en esa situación y ya no se sentían tan valientes como en principio. Decidieron esperarlos afuera de la estación, además allí había máquinas expendedoras y podrían comprar bebidas calientes mientras aguardaban. Se sentaron en unas bancas, no se dijeron nada, solo se tomaron de las manos, de vez en cuando un apretón, como si quisieran transmitir ánimos y fuerzas para lo que sea que se avecinaba.

Veinte minutos después y la luz de un automóvil iluminó sus rostros; cuando el resplandor inicial pasó, Lan Zhan reconoció que el auto no era otro más que el de su tío, entonces supo que tenía los minutos contados. El auto estacionó a una plaza de distancia de ellos y como si estuviesen sincronizados, las cuatro puertas del auto se abrieron al mismo tiempo, dejando salir a los familiares de los menores. Un rápido escaneo les hizo saber que estaban algo más que enfadados.

La primera en acercarse fue la madre de Wei Ying, tan rápido que fue realmente difícil seguir su movimiento, y quizás fue por eso que todos los presentes se quedaron anonadados cuando la mano delicada se estrelló con toda la fuerza, de la que fue capaz, en la mejilla del menor.

El sonido resonó en el espacio, los dejó mudos a todos y pareció por un segundo que hasta los animales nocturnos se abstuvieron de hacer algún ruido. La incrédula mirada de quien recibió el impacto pronto se llenó de lágrimas, llevó su mano a la zona afectada y la sostuvo ahí, queriendo evitar que el dolor se expandiera, como si eso fuese posible.

Miracles in Autumn [WangXian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora