Desolación

176 31 2
                                    

Las puertas de la ambulancia se cerraron justo frente a sus ojos, el sonido brusco no logró sacarlo del estupor del momento. Lan Zhan vio como la ambulancia salía precipitada por la puerta del instituto, la vio perderse a lo lejos junto con el sonido de la sirena anunciando que había una emergencia.

Solo cuando Lan Zhan no fue capaz de oír ni ver nada más, fue consciente de que debía moverse si quería saber sobre el estado de Wei Ying. Algo le dijo que podría perderlo, las lágrimas inundaron sus ojos y comenzó a correr rumbo al hospital para conocer el futuro incierto de Wei Ying.

...

La ambulancia casi derrapa en la entrada de emergencias del hospital. Los doctores y enfermeras fueron avisados con antelación de la situación y un quirófano fue preparado. El doctor Jiang recibió a un Wei Ying grisáceo, desmayado en la camilla. Su uniforme lleno de sangre le dijo que algo muy malo había pasado. Ni siquiera notó que su propio hijo, también cubierto de sangre, descendía tambaleante de la ambulancia.

Jiang Cheng bajó inestable del auto, observó con horror, como Wei Ying era trasladado dentro del hospital. Su cuerpo paralizado vio cómo los médicos y enfermeras se lo llevaban y en su corazón temió lo peor por lo que había hecho.

Los paramédicos habiendo finalizado su trabajo de primeros auxilios y transporte, se dirigían a su lugar de guardia y uno de ellos reconoció al joven que los había acompañado en el traslado del paciente, se detuvo a su lado y le dijo amablemente:

—No te preocupes, sin ti, ese joven no hubiese llegado vivo al hospital. Fuiste muy valiente.

Jiang Cheng sintió esas pequeñas palabras tan afiladas como una aguja. Hiriéndolo y dejándole un sentimiento de culpabilidad mucho más grande.

Nunca supo con certeza cuánto tiempo estuvo allí, frente a las puertas de vidrio de emergencias. Aquel día fue tranquilo en aquella área, solo Wei Ying había ingresado, nadie más.

Una enfermera que salía despejarse un poco del duro trabajo hospitalario reconoció al hijo del doctor Jiang, y debe reconocer que la impactó muchísimo verlo allí, de pie, sin moverse, con la mirada perdida, casi sin vida; se acercó al joven y notó como sus mejillas estaban empapadas de lágrimas silenciosas que corrían libremente hasta perderse en algún punto de su anatomía. También notó que sus manos estaban teñidas de sangre, y supo inmediatamente que él fue el joven que había ayudado a mantener a Wei Ying con vida. Para nadie era un secreto el estado en el que había llegado aquel paciente.

Con un pañuelo que sacó de sus bolsillos, se acercó a limpiar las mejillas del adolescente, ni siquiera pareció notarlo. Cuando tocó sus manos para limpiar la sangre seca, el joven por fin reaccionó, mirándola desconcertado. La enfermera sonrió amable y siguió en su labor de limpiarlo lo mejor que pudo y cuando hubo finalizado, le dijo:

—Lo hiciste bien. Ahora está en cirugía, deberías esperar adentro.

Jiang Cheng asintió mecánicamente y siguió sus instrucciones. Se dirigió al último piso, donde se ubicaban las salas quirúrgicas, la sala de espera estaba desierta, las sillas vacías y el eco de sus pasos hicieron que se acobardara un poco. Sin embargo, siguió caminando y se detuvo en la pantalla electrónica que anunciaba que la sala uno se encontraba ocupada por el paciente Wei Ying.

No pudo leer más, perdió el equilibrio y trastabilló hasta encontrarse con la pared contraria y necesitó recostarse en ella. Se deslizó hasta el suelo, porque sus piernas eran incapaces de sostener su peso y esperó.

...

Sus piernas dolían y su pecho ardía por el esfuerzo de correr sin parar. Entró por la puerta principal y se acercó al módulo de información y casi gritó

Miracles in Autumn [WangXian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora