¡Vamos, corre!

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Sábado por la mañana, los estudiantes normales, deberían discutir con sus padres por dormir cinco minutos más y no estar dando vueltas, como alma en pena por todo el piso inferior a las siete de la mañana de un perfecto sábado pero, Lan Zhan, por muchas razones, no es normal. Siendo el hijo del anterior dueño de un conglomerado y sobrino del actual CEO.

Estaba bastante inquieto y no podía hacer ruido. Sin embargo, rondaba por su mente el estado de salud de su nuevo ¿amigo? Wei Ying. Ni siquiera comprendía porque no podía borrar de su mente el escaso tiempo que pasó con aquel chico. Lan Zhan suponía que tenía que ver con su frágil salud, las dos veces lo había visto tan vulnerable y aunque no conocía la razón, de pronto sentía que debía cuidarlo.

No resistiendo la tentación por más tiempo, caminó directo al estudio, en donde se encontraba su hermoso piano de cola, regalo de su difunto padre; aquel instrumento le daba un sabor agridulce, tocar significaba poder recordar a sus padres pero al mismo tiempo, recordaba haber visto clases con esa profesora tan estricta. No obstante, algo bueno resultó de ello y es que Lan Zhan podía liberar el estrés y desahogarse a través de las finas melodías.

Una sinfonía fluyó de la nada, un ritmo pegajoso, que lo hacía sentirse bien; en su cabeza rondaban preguntas como: ¿qué estará haciendo? ¿Cómo estuvo su día? ¿Estará pensando en mí? Quiso poder tener una forma de comunicarse con él, sin embargo, recordó que la primera vez que se vieron, Wei Ying había dicho que no tenía un teléfono celular ¿qué clase de persona no tiene uno en esta época? Deseaba que lo contactara, pero era poco probable.  Deseó que estuviesen en la misma clase aunque lo dudaba.

Tan concentrado estaba en sus cavilaciones mientras tocaba una melodía que poco a poco cobraba sentido y ritmo cada vez que la repetía; que no notó como su hermano bajaba silenciosamente para escuchar la perfecta música que emanaba del salón. Le gustaba ver a su hermano menor disfrutar de la música, por más problemático que hubiese sido de pequeño. Al final, Lan Zhan se había enamorado totalmente de ella.

Sigilosamente se fue acercando hasta él, que parecía no notarlo, si pudiese despertar más a menudo con esa escena, seguramente moriría de felicidad, su tío no parecía especialmente estricto aquella mañana y había sugerido salir a desayunar fuera. Al finalizar la última nota, Xi Chen aplaudió y Lan Zhan volteó asustado pues no había notado la llegada del mayor.

—¡Hermano! Lo siento, me he despertado temprano y no podía estarme quieto, mis manos se han movido solas en el piano —agachó la cabeza algo avergonzado.

—Sonabas bastante feliz. Me alegra eso. ¿Lo compusiste tú? —preguntó y Lan Zhan avergonzado asintió. Simplemente se le acaba de ocurrir—. No tienes por qué disculparte Lan Zhan. Sé cuánto te gusta estar de regreso en esta ciudad y me siento aliviado que sea así.

—¿El tío está molesto por haber tocado el piano? —preguntó, bien sabía Xi Chen, que Lan Zhan luchaba constantemente para estar a la altura de las exigencias de su tío, él también lo hacía.

—Para nada, me ha dicho, antes de bajar, que tu habilidad ha superado todo límite, y es verdad. Nunca dejes de hacer aquello que te gusta, Lan Zhan.

Lan Zhan asintió, sabía por experiencia, que rara vez escucharía de la boca de su tío un elogio, sin embargo, su hermano no mentía.

Para Wei Ying, su sábado, había comenzado, exactamente igual que los demás, pero se sentía extrañamente optimista al respecto, amaneció conversador y no paraba de sacar temas de la nada, y cuando estaba unos minutos solo, tomaba sus blocks y lápices y comenzaba a dibujar. El doctor Jiang estaba encantado, al parecer, que Wei Ying hubiese sido algo rebelde hace unos días, le había devuelto la alegría, y eso era muy importante en los pacientes; la medicina y tratamientos, por si solos no curaban. Hacía muchísimo tiempo que Wei Ying no estaba tan animado.

Miracles in Autumn [WangXian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora