Hace mucho que no miraba a su tío Daemon, quizás unos siete años, realmente no lo recordaba mucho, nunca le prestó atención realmente. Pero aquí estaba frente a él con su hermanastra como esposa, le resultaba gracioso lo desesperada que estaba Rhaenyra por ver a sus bastardos en el trono aunque según Aemond, el que realmente merecía el trono de hierro era Aegon hijo de Rhaenyra y Daemon y la señora de las mareas sería la hija de Daemon y Laena, Baela, ya que ellos realmente son sangre Targaryen y Velaryon, pero como siempre, su padre el Rey cumple cada capricho de su hija.
Sonrió cuando las ofensas comenzaron hacia su hermanastra, veía como con cada palabra la mujer se estremecía y sus hijos la miraban como si todo esto había sido culpa suya y puede que fuese cierto o no, sin embargo lo que le sorprendió fue cuando su tío sin que le temblaran las manos, le corto la mitad de la cabeza a Vaemond Velaryon, fue asqueroso aunque al mismo tiempo bastante satisfactorio y fascinante. Toda la corte se estremeció ante tal cosa, sin embargo el príncipe Daemon se mostraba tan pacífico como si no acabara de partirle la cabeza a un hombre, simplemente limpió su espada y retrocedió hasta quedar nuevamente con su familia.
Por un segundo sus miradas se cruzaron y Aemond se estremeció de pies a cabeza, Daemon tenía el peligro escrito en su mirada pero el joven príncipe quería más que una simple mirada aunque habían muy pocas probabilidades de que eso sucediera, sería más fácil morir a manos de Daemon Targaryen que poder obtener más del mismo hombre sobre todo por estar en grupos muy diferentes, por un momento deseo estar de su lado, uno más fuerte y capaz que cualquier otro.
Horas más tarde de la muerte de Vaemond, Aemond estaba en sus aposentos mirando por la ventana mientras planeaba como acercarse a Daemon.
Había escuchado las historias de conquista y guerras de su tío y estaba fascinado con cada una de ellas y tenerlo frente a él finalmente, despertaba algo en él que habia estado dormido todo éste tiempo. Toda su vida había estado encerrado entre las paredes del palacio, entrenando y paseándose como el príncipe que era, sin embargo a diferencia de su hermano Aegon, no se la pasaba preparándose para ser Rey, en sí, era bastante aburrido.
Para cuando la cena que su padre había organizado estaba lista, fue uno de los primeros en sentarse a la mesa, para su suerte, Daemon estaba ahí junto a su hermanastra charlando entre ellos mismos, sonriendo y demostrando su gran amor al resto de la familia.
Aemond apretó los puños y gruñó, su madre lo miró y frunció el ceño pero no dijo nada al respecto. Pronto la mesa se fue llenando hasta que toda la familia Targaryen estuvieron reunidas en una sola mesa. Su padre dio un discurso sobre la familia y cosas así las cuales no prestó atención realmente, únicamente podría prestar atención a Daemon.
La mesa comenzó a llenarse de comida cuando el Rey finalmente tomó asiento nuevamente y Lucearys se comenzó a burlar, la mirada del joven príncipe lo decía todo. Un pequeño deja vu lo golpeó de repente y comprendió del porqué la risa de su sobrino hacia él, la ira lo invadió y golpe fuertemente la mesa haciendo que toda la atención se dirigiera a él. Estuvo a punto de gritarles que ahora tenía al mejor dragón de todos, el más grande, más fuerte y sus burlas no eran nada, ya no era el niño pequeño que recibía burlas constantes con cerdos disfrazados de dragón.
Su mirada recorrió a todos en la mesa que lo estaban mirando esperando, Daemon lo miraba con una pequeña sonrisa invitándolo a ofender a los niños, sin embargo lo único que pudo salir de sus labios fue ironía y burla no directamente pero asiendo referencia a los orígenes de sus sobrinos. Su madre lo tomó fuertemente del brazo pidiendo que se detuviera pero la ira no había disminuido en lo absoluto y se burló nuevamente de los pequeños.
Daemon se paró frente a él con aquella confianza que lo caracterizaba, una sonrisa satisfactoria queriendo salir de sus labios. Aemond sintió que la mirada lo quemaba, su cuerpo se estremeció pero su postura se mantuvo firme sosteniéndo la mirada del Príncipe Daemon.
Finalmente se dio por vencido desviando la mirada y se largo de ahí, podía sentir aún la mirada de Daemon sobre su espalda quemándolo.
- Grandioso Aemond, ofendiendo a sus bastardos quieres conseguir algo más de Daemon - Se regañó así mismo mientras caminaba por los pasillos solitarios del castillo que lo llevaban hasta su habitación.
Debía cambiar su táctica si quería que Daemon se acercara más a él, quizás su madre tenía razón después de todo, aún en su hipocresía finalmente tomaría un poco su consejo.
Tenía perfectamente la oportunidad ahora, su padre el Rey Viserys estaba muriendo, eso era más que evidente, Rhaenyra no se iría aunque fuese lo que sus hijos quisieran, ella permanecería al lado de su padre hasta el último aliento y luego de la muerte, ella ascendería al trono aunque su madre y abuelos no lo quisieras de ese modo, era su derecho de nacimiento. Esto alargaría más su estancia en el palacio por lo que Daemon también estaría siempre a su lado, aquí en la casa Targaryen, su oportunidad estaba a la vuelta de la esquina y estaba más que dispuesto a sacar el mayor provecho de ello.
Daemon Targaryen sería suyo, no importa lo que tenga que hacer para obtenerlo.
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Dragon's Blood (Daemond)
FanfictionPor un segundo sus miradas se cruzaron y Aemond se estremeció de pies a cabeza, Daemon tenía el peligro escrito en su mirada pero el joven príncipe quería más que una simple mirada. O dónde Aemond se obsesiona con Daemon desde que lo vio por primera...