Capítulo 16

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Rhaenyra no dudó en seguir al enorme dragón que se alzó en los cielos, si alguien pudiera saber hacerca de sus hijos era Aemond, sus ojos estaban rojos de las lágrimas derramadas, aún estaba de luto por las muertes de Lucerys y Jacaerys, ahora había perdido a sus dos hijos menores y estaba dispuesta a tomar venganza ahora que Daemon estaba lejos para evitar la muerte del joven Targaryen.

En el fondo sabía que el príncipe Daemon se había enamorado del joven Targaryen, quizás sea por su juventud, su rudeza o su fuerza y audacia, a ella no le importaba en lo más mínimo. Aemond Targaryen era solo un usurpador de tronos, quien robó a su esposo y a sus hijos convirtiéndolos en suyos por derecho. Incluso los niños Aegon y Viserys parecían amar a Aemond en tan poco tiempo, no habían dejado de preguntar por el hombre desde que ella tomó la Fortaleza Roja como suya, eso solo hacía que su odio por su hermanastro menor aumentara cada vez más.

Vhagar voló más lento batiendo sus alas de vez en cuando mientras se mantenía alerta a cualquier golpe del enemigo mientras su jinete hacia lo mismo. Rhaenyra iba tras ellos sin siquiera dirigir a su dragón, Syrax podía sentir su rabia, su miedo y dolor.

- Bienvenida a Dragon Mont - dijo Aemond con burla.

Rhaenyra apretó la mandíbula deseando arrancarle el otro ojo a Aemond.

- Te mataré Hightower - gritó mientras presionaba las cuerdas de Syrax. El veneno estaba en cada una de sus palabras.

- Eso te convertiría en una Kingslayer - gritó por sobre el viento mientras reía.

- ¡Cómo si tu no lo fueses ya! Mataste a tu madre, a tu abuelo, a tus sobrinos! - gritó ella.

Aemond tarareó finalmente llegando dónde quería.

- ¡Dracarys! - gritó Rhaenyra. Syrax rugió y lanzó una llamarada de fuego a la dragona mayor.

Vhagar giró su enorme cuerpo logrando esquivar sus llamas, pero algunas logrando rozar sobre su costado. La dragona rugió haciendo que los pájaros se alborotaran y batieran sus alas lejos de las dragones.

Aemond pudo sentirlo de nuevo, como perdía el control total de Vhagar, sus instintos más primitivos desde la era de Visenya Targaryen se apoderaban de su mente, era únicamente un jinete sin control, de nuevo, la dragona quería la sangre de sus enemigos. Vhagar giró su cuerpo por completo quedando frente a Syrax,

Syrax no retrocedió, unos metros las separaban. Aemond se permitió reir. Syrax era una dragona adulta, nacida junto a Rhaenyra Targaryen, compartían un enorme vínculo que ni siquiera él había logrado compartir con Vhagar. Sin embargo,  Syrax había permanecido en Dragont Pint casi toda su vida, siendo únicamente utilizada para viajes de ocio mientras que Vhagar era muchísimo más mayor, había vivido guerras y vencido a sus enemigos en todas ellas, sus mandíbula eran casi tan grandes como el cuerpo del dragón dorado frente a ella, se había desarrollado en libertad y viajado por el mundo, ella era muerte, fuego y sangre.

Syrax se movió rápidamente hasta Vhagar quien abrió su enome mandíbula y la cerró casi tomando al dragón pero fallando.

A lo lejos, Aemond pudo visualizar a Cannibal esperando entre las sobras de los árboles, quizás su próxima comida, esta vez una más grande. Vaghar le daría a Syrax.

- Me pregunto que dirá Daemon cuando encuentre los restos de ti justo dónde estaban tus bastardos - gritó Aemond.

- ¡Tu los mataste! ¡Asesino de parientes! - gritó la mujer con lágrimas en sus ojos.

Aemond sonrió, quería hacerla sufrir como ella lo hizo, la destruiría por dentro y luego por fuera.

- Lo hice y lo haría una y otra vez si pudiera - gritó riendo. - Los bastardos Strong sirvieron de alimento para dragón.

Rhaenyra pareció dudar por un momento abriendo mucho sus ojos mientras las lágrimas caían por sus mejillas, Syrax también se desconcertó por los repentinos sentimientos abrumadores de su jinete y dejó de intentar enrollarse en el cuerpo de Vhagar por un momento, un pequeño momento bastó para que la cola de Syrax fuera mordida y tomada por Vhagar, el chillido que escapó de ella hizo que Rhaenyra volviera a la realidad, demasiado tarde.

Vhagar balanceó su cuerpo sin cuidado alguno desorientando a Syrax, Aemond se sostuvo fuerte, ya se había acostumbrado a los movimientos bruscos de su dragón por lo que se le hizo fácil no caer en el intento. En cambio Rhaenyra colgaba de las cadenas que la unían a su montura, un gritó resonó desde su lugar mientras trataba de aferrarse a su dragón. Vhagar rasgó el estómago de Syrax, la sangre no tardó en brotar junto a los lamentos de la dragona dorada.

- Suelta - dijo Aemond. 

Vhagar para su consternación, obedeció soltando a Syrax quién no pudo abrir sus alas y cayó en picada directo a la playa estrellándose en la arena, aplastando en el proceso a su jinete.

Cannibal decidió finalmente hacer su aparición extendiendo sus alas negras como el carbón por los cielos rugiendo en advertencia que nadie se acercara a su comida.

- Vamos, Vhagar - dijo Aemond dándo pequeños toques a las escamas de la dragona.

Quizás Rhaenyra estuviese muerta, era imposible que sobreviviera a esa caída y ser aplastada por un dragón. Pero sus tropas seguían al frente, luchando por ella, su muerte no terminó la guerra, sólo la hizo más dura, las órdenes fueron dadas y tenían que cumplirse.

Porque nadie podía evitar la danza de los dragones.

Cuando Aemond volvió a Dragonstone fue recibido por Aegon y Heleana  - ¿Que a pasado?

- Está muerta, Rhaenyra está muerta - dijo Aemond con frialdad. - Syrax la aplastó cuando Vhagar la dejó caer.

- Esto es motivo de celebración, hermano - dijo Aegon sonriente -  Rhaenyra Targaryen muerta por su propio dragón, esto pasará a la historia.

- No hay momento para celebrar, hermano. Partiré hasta Desembarco del Rey ahora mismo. - Aemond suspiró.

- Iré contigo - dijo Aegon.

- No, quédate aquí y cuida de nuestra hermana y sus niños - ordenó Aemond.

De mala gana Aegon asintió y Aemond finalmente partió a Desembarco del Rey para poder tomar lo suyo.

Cuando Aemond aterrizó lejos de Desembarco del Rey, Vhagar se acomodó entre los árboles y montañas pasando desapercibida por su coloración y grandeza, se deslizó en la tierra y cerró sus ojos permitiéndose descansar antes de la llamada de su jinete, había sido un día agotador, no había peleado en años.

- Espérame aquí, volveré cuando sea seguro - le dijo Aemond a la dragona que resopló con disgusto sin ni siquiera abrir los ojos.

Aemond bufó, siempre ella era así de indiferente con él, aunque en el fondo,  ella siempre llegaba a él cuando la necesitaba. Corrió hasta las afueras del castillo en dónde se encontró a Caraxes descansando. Oh no, Daemon había vuelto. El dragón se crispó abriendo su mandíbula mientras chillaba y su largo cuello se movía tal como una serpiente.

- Miren a quién tenemos aquí  - dijo Daemon burlonamente  - Creí que no volverías por aquí, sobrino.

Dragon's Blood (Daemond)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora