-Yo se que prometí llevarte, pero no es tan sencillo, Tzuyu. Hay que ir a recojer a Mina y ambas están en el mismo hospital- Nayeon hablaba con la menor de la casa Myoui. Tzuyu estaba algo molesta e impaciente, pues si bien había enfocado su atención en Mina la última semana, ahora que la japonesa ya estaba mucho mejor y sería dada de alta, quería ver a su madre Chaeyoung.
-Ya lo sé, pero no quiero que mamá Chaeyoung piense que dejé de quererla o preocuparme por ella- Tzuyu decía mientras baja un momento la mirada. -Yo realmente deseo verla...- y su voz pareció más suave y dolida.
Nayeon suspiró, sabía que Tzuyu no cedería y por supuesto, estaba en pie la promesa que le hizo a ambas sobre frecuentarse.
Sin embargo, no deseaba que Tzuyu se sintiera abrumada por el estado de Chaeyoung, ella misma, la última vez que vio a la artista rubia, experimentó la sensación más dolorosa y triste al ver a Chaeyoung, pues comenzaba a notarse de verdad la decadencia en ella.
No quería que Tzuyu tuviera esa imagen de alguien que amaba.-Escucha, hagamos algo, llamaré a Chaeng, y llegaremos a un acuerdo ¿Está bien? Si ella dice que puedes ir, entonces te llevaré sin replicar- Nayeon decía aquello, ganándose una mirada algo insatisfecha de la menor.
-¿Por qué quieres evitar que vaya?-Tzuyu de verdad estaba intrigada, por lo que cuestionó rápidamente a la coreana.
-Sabes que Chaeyoung no lleva ningún tratamiento, así que... Realmente su estado no es el mejor. No quiero que resultes lastimada por lo que vayas a ver- Nayeon era completamente sincera con la adolescente, quien pareció pensarlo un poco y después miró con firmeza a la adulta.
-¿Crees que no sé lo crudo que puede ser ver a mamá? Ya sé que tiene cáncer terminal y se lo que le hace el cáncer terminal a las personas... No me importa como se vea, Nayeon; lo único que me importa es poder ver a mi madre y ya- y con la determinación en su rostro y voz, dejaba claro si deseo.
Podía entender a Tzuyu, la forma en la que se aferraba a sus sentimientos. Ella misma lo había experimentado infinidad de veces, por lo que simplemente asintio, acercándose a Tzuyu y colocando su mano sobre el hombro de la menor, llamando su atención.
-Comprendo lo que quieres decir y como te sientes ¿De acuerdo? Llamare a Chaeyoung para preguntarle si podemos ir a verla- Nayeon le dedicaba una cariñosa sonrisa a Tzuyu, cosa que la menor correspondió.
Nayeon simplemente saco su teléfono celular y busco el número de Chaeyoung, comenzó a sonar el timbre de espera, para que la artista tomara la llamada; y aunque tardo un poco, pudo contestar.
-Hola Nayeon, ¿Cómo va todo?- se escuchó desde el otro lado de la línea, aquella era una voz dificultosa, que hacía breves pausas para hablar.
-Hola Chaeng, me encuentro mucho mejor, ya puedo movilizarme con más tranquilidad. ¿Que hay de ti?- Nayeon respondia algo nerviosa a la llamada, intenta a encontrar el momento oportuno de preguntar a la artista sobre su visita.
-Pues... Yo no importo, solo quiero que esto termine ya- fue lo que respondió Chaeyoung, provocando un pequeño dolor en el pecho de Nayeon.
-Entiendo... Sabes, quería ir a verte porque tengo muy buenas noticias que darte- comenzaba tenta do el camino.
-Oh, me parece bien, estaré gustosa con tu visita- Chaeyoung ya sospechaba que era lo que iba a decirle Nayeon. No hacía falta, después de todo, ella escuchó la confesión de Nayeon y la repuesta de Mina.
-Grandioso... Y también, Tzuyu quiere ir a verte...- y por fin, después de que no se negara a su visita, echó por delante la presencia de Tzuyu también.
La coreana castaña se inquieto al no escuchar una respuesta pronta de Chaeyoung, pues parecía vacilar en si aceptar o no la visita de su amada hija.
Por su parte, Chaeyoung realmente estaba indecisa; por supuesto que deseaba ver a Tzuyu y saber cómo se encontraba, pero por otra parte, le daba vergüenza y la angustiaba, pues su estado realmente era malo ya. No había día en el que Chaeyoung no tuviera que tener una máscarilla con reservorio puesta, la cual se quitaba únicamente para beber algo de agua y comer un poco. Los oscuros círculos adornando bajó sus ojos y la delgadez de su débil cuerpo tampoco eran algo lindo de ver.
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Quédate a su lado
RandomMina era su tesoro más grande, lo más valioso que tenía en la vida. La amaba demasiado como para imaginarla siquiera llorar su ausencia. Por ello, haría hasta lo imposible por llenar el vacío que dejaría su pronto adiós. Aún si aquello significara e...