Capítulo 11 "La manzana de la discordia"

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Su andar era tranquilo apoyado por una mujer vestida de blanco, se sentía mucho mejor ahora que estaba totalmente libre de esa intoxicación y que su herida comenzaba a cerrar, a su lado, la enfermera que estuvo al tanto de ella, le dedicaba una sonrisa amable mientras por fin le permitía andar por su cuenta. No hacía falta, cuando le insistieron salir en una silla de ruedas lo rechazó de inmediato, no era tan inútil, pero la joven insistió en ayudarle a andar hasta la salida del hospital.

Miró el auto estacionado justo al frente de la salida del hospital, un muy bonito Sedán color negro, el cual era de su propiedad. Rápidamente vio como de el descendía una mujer de cabello corto y negro, seguida de ella, su amada Tzuyu.

-¡Mina!- la niña la llamó en cuanto la vio y corrió hacia ella, todo para extender sus brazos en signo de desear ser abrazada por la mujer a la que llamaba mamá.

La pelinegra le sonrió de vuelta y tan pronto como llegó la pequeña a ella, la abrazó con todo el cariño que podía expresar en aquel gesto.

-Tzuyu, te extrañé- Mina decía aquello mientras acariciaba con una de sus manos el cabello castaño de la taiwanesa.

-También te extrañé, estaba muy preocupada por ti...- confesó mientras enterraba poco a poco su rostro contra el pecho de la mayor.

Para Tzuyu habían sido 4 días sumamente preocupantes, no sabía cómo es que estaría Mina, después de que llego a casa de sus abuelos, trato de calmarse, pues era evidente que la traición de Chaeyoung había lastimado a ambas, tanto Mina como a ella, sin embargo, no imaginó que tan mal podría llegar a reaccionar la japonesa. Cuando llamaron a su abuela y le informaron sobre Mina en el hospital, realmente se sintió angustiada; deseaba poder salir corriendo de ahí e ir hasta su madre japonesa, pero para su desgracia, Sachiko, su abuela, se negó a llevarla, argumentándole que Mina estaría fuera pronto y que no debía preocuparse de más.

Mina solamente soltó un suspiro, sabía porque Tzuyu ocultaba su rostro contra su pecho, la más joven estaba tratando de ocultar en sus acciones el hecho de que probablemente estaría llorando o a punto de hacerlo. La entendía, después de todo, como le dijo a Nayeon, Chaeyoung era alguien a quien Tzuyu adoraba. Saber que la persona que más admiraba les había dado la espalda a ambas no debía ser un trago fácil de pasar para la menor.

Poco a poco se separó del abrazo sutilmente, notando que efectivamente, Tzuyu mantenía la mirada baja y ocultaba sus lágrimas, la pelinegra sujeto son ambas manos el bello rostro de la niña y limpió con sus pulgares las dos lágrimas que habían escapado de sus ojos.

-Oye...- la llamó con la esperanza de que la más joven levantara el rostro, cosa que afortunadamente logró y conectaron sus miradas. -Estoy bien ¿de acuerdo? No me pasó nada- Mina comenzaba a decir, tratando de que la pequeña se calmara, pero ella volvió a sollozar.

-¿Y aquí?- levantó su mano para tocar el pecho de Mina, justo donde estaba su corazón- ¿Aquí también estás bien?- la pequeña taiwanesa insistió.

Mina estaba sumamente sorprendida por la pregunta de Tzuyu y pronto pudo sentir sus ojos comenzar a picar, amenazando con soltar lágrimas también. Pero debía ser fuerte por ambas, pues ambas estaban susceptibles, pero Tzuyu tenía solo 12 años, necesitaba mantenerse dura para poder ser quien sostuviera a Tzuyu ahora que estaba flaqueando. Por lo que finalmente, tragó el nudo en su garganta y sujeto con amor la mano de la más joven y acunándola más contra su pecho.

-Aquí adentro se siente mejor, ahora que te tengo conmigo...- contestó dedicándole nuevamente una cariñosa sonrisa a la castaña menor quien se volvió a abrazar a la pelinegra.

Era verdad, cuando Tzuyu volvió a abrazarla, su destrozado interior dolió un poco menos. Como si el contacto con la niña fuera una especie de analgésico para su corazón.

Quédate a su ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora