Habían pasado dos días desde que Malfoy (si, Malfoy, el egocéntrico niño consentido y sangre pura; que odiaba a los hijos de muggles, cuyo padre era mortífago y toda su familia Slytherin) la llevó a su pequeña guarida. Desde ese día, no habían vuelto a cruzarse. Y eso le daba un respiro a Hermione, que cada día estaba más rara. Incluso se encontró a sí misma pensando en el rubio, aunque no quisiera admitirlo.
Intentaba convencerse continuamente que aquellas charlas con el chico no fueron más que una excepción, que él no volvería a hablarle de igual manera nunca, que ya era hora que se olvidara de la situación. Que ni siquiera valía la pena contárle a sus amigos, pues no haría más que parecer que tenía ilusiones de entablar amistad con el hurón, como solían llamarlo Ronald y Harry.
—¡Hermione! ¿Me oyes? —Harry agitó su mano frente al rostro de la chica, para que reaccionara. La chica parpadeó varias veces y miro a su amigo—. Pregunté qué te sucede. Estás muy callada; y eso que Ron y yo acabamos de recibir un castigo por no terminar los deberes para hoy, y aún no nos haz regañado. Y... estás extraña hace ya varios días.
—¿De verdad? —Se limitó a decir la Griffindor mordiéndose el labio inferior, sin saber qué responder a aquello.
Harry negó con la cabeza, al ver que su amiga no tenía la cabeza en su conversación.
—Lo siento, Harry. Es que no me sucede nada. Estoy bien. —Le dedicó una rápida sonrisa, pero verdadera—.No lo entenderías.
Y sin más, se despidió con un rápido "Llego tarde, nos vemos luego" y dejó al Griffindor allí. Caminó con paso ligero perdiéndose dentro del castillo hacia su siguiente clase: Runas.
Caminó con pasos apresurados hasta llegar al aula y se precipitó dentro, cerrado la puerta detrás de ella. Miró a su alrededor, observando que aún estaba vacío.
No era la primera vez que llegaba temprano, por lo que decidió terminar otras redacciones, como la aplicada alumna que era. Se sentó en el primer asiento que vio: el banco frente al asiento del profesor. Leyó en silencio su trabajo un rato, hasta que advirtió que no estaba sola en la habitación.
—¿Granger? —preguntó el rubio desde una esquina con una nota de sorpresa e incredulidad en su voz.
Hermione levantó la vista del pergamino, mirándolo perpleja, y preguntándose a sí misma: «¿Por qué será que encuentro a Malfoy en todas partes?—
—Tu no estudias Runas, Malfoy ¿O sí? —Aquello fue lo único que se le ocurrió decir. Quizás no era lo mejor, pero al menos no había quedado como una estúpida ¿verdad?
—No tenía idea de que había clases en esta hora de Runas —respondió mirando la puerta cerrada.
La chica lo examinó un momento. Llevaba su túnica negra con escarlata y plateado (colores de su casa) junto con la corbata a juego. Su cabello que solía estar bien peinado hacia atrás, se encontraba revuelto y desordenado, dándole un aspecto de chico rebelde y guapo, pensó Hermione, y no tardó en reprenderse por aquel pensamiento. Luego reparó en sus mejillas, que se encontraban más pálidas que de costumbre.
—¿Te encuentras bien?
—Yo no... lo siento, ya me iba. —sin decir más, se encaminó hacia la puerta.
—¡Es-espera, Malfoy! No hay problema, falta un buen rato para que la clase comience —dijo la castaña.
—Entonces, ¿Quieres que me quede?
La chica lo pensó un momento ¿Quería que se quede allí?
Finalmente asintió, sonrojándose a medias. «Deja de sonrojarte, parecer un tomate Hermione» se dijo a sí misma ¡Por Merlín!
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Entre Opuestos
Fanfiction¿Qué pasaría si Draco y Hermione se dieran una oportunidad para conocerse? ¿Cómo reaccionarían Ron y Harry? ¿Cómo se lo tomaría Hermione si descubre que las cosas con Draco no son como ella cree? ¿Y qué ocurriría si Draco descubre que no es el único...