En la biblioteca

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Hermione había leído ya dos libros completos en las dos horas que llevaba allí. Uno de ellos era de encantamientos, y el otro, de fantasía.Cuando lo terminó, echó la cabeza hacia atrás, con una sonrisa triunfante en el rostro.

Era un libro maravilloso, y le recordaba a la historia de Romeo y Julieta, que había leído a los nueve años, mucho antes de enterarse de que era una bruja. Pero a diferencia del cuento muggle, éste tenía dragones, hechizos y por supuesto, transcurría en el mundo mágico.

A decir verdad, las historias contadas en el mundo mágico y el muggle para los niños, no eran muy diferentes. Sólo en en un mundo aquello podría convertirse en realidad, y en el otro, esa posibilidad estaba completamente descartada.

Volvió a mirar la ventana, detrás de la cuál la lluvia volvía a caer con fuerza. Seguía enfadada con Ron, así que negó la idea de volver ala sala común. No sabía si Ginny aún seguía con Dean, y decidió no ir en su búsqueda, por si interrumpía algo. En cambio, recordó que debía hacer la redacción para Snape. Tenía dos semanas para entregarla, pero Hermione Granger era una alumna aplicada y con tiempo de sobra, pese a las trece materias que cursaba aquel año.Así que no dudó en invocar sus pergaminos y libros de Pociones.

Accio libros y pergaminos —dijo con un movimiento de varita; y se sentó a mirar otro libro, mientras esperaba que sus cosas llegaran volando hasta ella.

** *

Draco caminaba rápidamente por los pasillos, cómo si no deseara ser descubierto. Y así era: no quería hablar con nadie, ni dar explicaciones de nada. Ni siquiera deseaba toparse con algún Griffindor para insultarlo. Lo único que quería era estar solo.

Perola suerte no estaba de su lado aquel día.

—¡Ay!—Se quejó la chica, cuando ella y Draco chocaron en una escalera.

—Mira por dónde andas —replicó el Slytherin, con un tono inexpresivo y suave.

—Lo siento... Malfoy. —La voz de la joven cambió al darse cuenta de con quien se había topado.

El chico levantó la vista. Era Cho Chang.

Sin decir una palabra más, se levantó y siguió su camino mientras la joven lo miraba entre enojada y disgustada, aún en el suelo.

Entre ellos había una antigua relación, que ninguno de los dos había olvidado, y de la cuál no solían hablar. No fue un amor, Draco se había acostado con ella para dar celos a Potter. Pero no tardó en comenzar a ignorarla por completo, una vez que cumplió su objetivo,y Cho no era precisamente buena en la cama.

El chico no disminuyó la velocidad una vez que quedó fuera de la vista de Cho, sino que comenzó a correr. No comprendía del todo por qué se sentía tan solo y triste. Siempre había sido así en Howarts ¿Por qué le molestaba ahora?

Cuando llegó al segundo piso, donde se encontraba la ansiada biblioteca,alguien lo llamó desde un aula cercana.

—Draco.—Era una voz fría, grave y pausada, una voz que Draco conocía ala perfección y que lo había salvado en múltiples ocasiones.

—Profesor Snape —dijo tras girarse.

—¿Se puede saber qué hacías? —preguntó el profesor enarcando una ceja.

—Ira la biblioteca. — Al chico no le gustaba en absoluto ser controlado por Snape. Lo hacía sentirse un niño desobediente que acababa de ser descubierto en una travesura.

—Narcisa me escribió sobre... el viaje. —Draco chasqueó la lengua en señal de irritación al darse cuenta a dónde quería llegar Snape ¿Qué demonios le importaba a aquel tipo lo que sus padres hacían o no?—. Bellatrix me ha dicho que...

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