Noche de Navidad

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Pyron entró por la ventana abierta sin hacer el menor ruido, hasta aterrizar en el escritorio del chico agitando las alas. Picoteó suavemente el cabello rubio del Slytherin para despertarlo.

—¿Pyron? —preguntó algo somnoliento.

Como era de esperar, el ave no le respondió. Pero sí estiró la pequeña pata en su dirección. Draco tomó el sobre y leyó la carta con rapidez. Y luego volvió a leerla. Lo hizo una vez más. Y otra...

No podía creer que Hermione estuviera invitándolo a salir. Era perfecto. Jamás hubiera pensado en encontrarse con ella al día siguiente, en navidad. Y se sentía algo estúpido por no haberla invitado él mismo. Pero, fuera como fuese, la propuesta estaba hecha, y ambos de acuerdo.

Ni siquiera buscó un nuevo papel para responderle: escribió una breve frase bajo la letra de la leona, en la misma carta que ella le había enviado.

Tan pronto hubo alimentado a su lechuza, le entregó la carta y ésta salió volando de su habitación una vez más, hacia la Madriguera.

—No puedo esperar a mañana, Hermione —susurró desde su ventana hacia la fría noche que resguardaba la mansión de los Malfoy.

Recorrió con la mirada su habitación, tan ordenada y espaciosa como siempre. Y tan gélida como su interior. Posó su mirada en la vacía cama, que no había tocado desde se regreso a la mansión; por lo que decidió dormir tanto como pudiera, para despertar al día siguiente y comprar un regalo para la Griffindor.

Chasqueó los dedos, y un elfo apareció ante él haciéndole una pronunciada reverencia,esperando paciente sus órdenes.

—Dile a mi tía que no cenaré esta noche. Y no quiero interrupciones hasta mañana —sentenció con voz dura, sin expresiones.

—Entendido, amo Draco.

Sin más, la criatura se desvaneció en el aire, tal y como había llegado. El Slytherin se recostó en su cama, esperando conciliar el sueño pronto. Pero no fue así.

—¡Draco! —La voz de Bellatrix resonó en la habitación del chico, haciendo eco del desgarrador grito que había soltado; provocando que abriera de paren par los ojos, y se incorporara de un salto.

Se recuperó rápidamente del shock, se acomodó la ropa y bajo a toda velocidad, antes de que su tía decidiera subir a buscarlo y castigarlo.

—¿Qué sucede? —habló en un tono calmado, pero a su vez lleno de rencor. Su rostro no emitía emoción alguna.

Cuando vio a Snape presente, cerró por completo su mente para prevenir que su profesor hurgara en ella. Severus pareció darse cuenta, porque pronto lo miró curioso.

—Cenarás con nosotros,mocoso malcriado. Esta noche tendremos invitados, incluído el Señor Tenebroso, así que prepárate para recibirlo.

Una mueca de horror amenazó con ocupar su rostro, por lo que luchó para mantenerse sin expresiones. Que los mortífagos y el mismísimo Lord Voldemort visitaran su casa una vez más no era algo por lo que sorprenderse.La mayoría de las muertes y torturas causadas los seguidores del Señor de las Tinieblas habían sucedido allí mismo. Incluso tenían algunos prisioneros en las celdas aún.

Pero algo en la voz de tía Bellatrix lo inquietaba. Aquello no andaba bien. La bruja le ocultaba algo, y debía ser horrible; porque sus ojos brillaban con excitación y lujuria. ¿Qué era lo que no estaban diciéndole? ¿Porqué su intuición le decía que, fuera lo que fuese que tramaban, lo incluía?

—¿Y mis padres?

—Aún están fuera, cumpliendo un pedido del Señor Tenebroso. En realidad, es un castigo para tu padre. El muy ingrato... lo primero que hizo cuando lo liberamos de Azkaban fue correr a esconderse en su mansión. —La bruja soltó una carcajada que retumbó en la sala con fuerza.

Entre OpuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora