Desde el día de Navidad, en el que el Draco jamás había llegado a su encuentro; todo había ido mal para Hermione. Era como si la mala suerte la persiguiera desde entonces, y nada de lo que hiciera podría cambiarlo. Tampoco era la única: toda la familia Weasley había perdido su casa, aunque lograron salvar sus pertenencias y reparar cosas con magia.
La Orden del Fénix había permitido a la familia vivir en su cuartel, al menos por un tiempo. Pero aquello no les quitaba la angustia de sus ojos.
Desde entonces, Ron había estado mucho más molesto y solitario. Había terminado con Lavender, y se lo veía casi todo el tiempo callado. Ni siquiera su apetito era el de antes. Y su hermana había pasado más tiempo de lo normal con Dean. Aunque, pensaba Hermione, si él la contenía, aquello no tenía nada de malo.
Harry no había logrado concentrarse en el partido de quiddich que tanto le interesaba. Ah, claro, el partido.
Hermione no dejaba de pensar en que Draco jugaría ese mismo día contra su casa. Aquello... claramente la entristecía. Recordar que había faltado al Callejón Diagon la lastimaba. Había intentado excusarlo, decirse así misma que tuvo sus razones para hacerlo. Pero sabía que no era así.
Quizás... quizás fuese mejor dejar de soñar con algo imposible. Tal vez no era buena idea decirle lo que sentía por él.
Aquellas palabras perseguían a la chica día y noche, atormentándola. Era cierto, temía equivocarse con Draco. Su mayor miedo era haber creído en falsas esperanzas. Porque eso la convertía en una chica más, y ella no quería eso. Necesitaba sentir que no era así.
La Griffindor se encontraba en su sala común, sentada frente al fuego, pensando en tantas cosas...
Hasta que escuchó como el retrato de la Dama Gorda se abría estruendosamente, y volteó la cabeza para ver a Harry -con su uniforme de quiddich puesto- caminar con apuro hacia ella.
—¿No deberían estar entrenando? El partido es en una hora y...
—Ya basta Hermione. —La interrumpió su amigo, con una mirada seria—. Ginny acaba de decirme que no vendrás a vernos jugar hoy. —La chica no contestó y desvió la mirada, sintiéndose culpable.
Eso... también era cierto. No quería ir, y tener que ver a Draco. No tenía idea de lo que se encontraría allí, pero le aterraba que la ignorase. Y lo peor era que no se sentía capaz de confesárselo a Harry, ni a nadie. Prefería quedarse allí, sola, en la sala común y estudiar para sus exámenes.
—Deja de fingir, dime qué sucede. Eres mi amiga, quiero ayudarte. —El chico la miró con comprensión, sentándose a su lado.
Hermione abrió la boca para responder una mentira. Pero las palabras no salieron de sus labios; ni siquiera sabía qué decir.
Que Harry se preocupara por ella la hacía sentirse peor. Porque le recordaba que ocultaba algo importante, que no le gustaría al Griffindor.
Aceptando que la leona no le diría nada, Harry soltó un suspiro.
—Está bien. Lo siento Hermione. Yo... no quería ser tan duro. Sólo me duele verte así...
—¿Así?¿Cómo? —Esta vez fue ella quién lo interrumpió.
—Tan mal. Ya no nos dices nada, y apenas nos prestas atención cuando te hablamos. Caminas sola por los pasillos, te encierras en la biblioteca sin llevar libros o ensayos. No sé qué te sucede, pero no quieres compartirlo conmigo, y sea lo que sea está haciéndote mal Hermione.
ESTÁS LEYENDO
Entre Opuestos
Fanfiction¿Qué pasaría si Draco y Hermione se dieran una oportunidad para conocerse? ¿Cómo reaccionarían Ron y Harry? ¿Cómo se lo tomaría Hermione si descubre que las cosas con Draco no son como ella cree? ¿Y qué ocurriría si Draco descubre que no es el único...