La Carta de Navidad (parte 1)

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Las clases en Howarts habían llegado a su fin, y todos los estudiantes se encontraban ya en la estación de King's Cross reencontrándose con sus familias. Harry, Ron y Hermione no eran la excepción aquellas vacaciones.

Todo estaba planeado para ellos: pasarían los próximos dos días con sus padres, para luego estar en La Madriguera el día de navidad; y terminar volviendo a Howarts juntos. A ninguno le desagradaba la idea, pero Hermione preferiría poder ver a sus padres más tiempo. La chica soltó un suspiro, arrastrando sus cosas por el andén mientras buscaba con la mirada a sus padres.

Pero para su sorpresa, no se encontró a las dos personas que tanto ansiaba ver, sino con dos bellos y fríos ojos grises que parecían engullirla. Se paró en seco y observó por un instante a Draco, que sostenía esa conexión,como si intentara transmitirle algo. Hermione comprendió enseguida el mensaje, y sonrió en respuesta. Era una despedida, un adiós silencioso y cómplice.

—¿A quién miras? —Oyó preguntar a Ron.

—Nada, sólo me pareció ver a Luna, olvidé despedirme de ella. —La mentira salió de sus labios con tal naturalidad, que se sorprendió a sí misma. Era alarmante la facilidad con la que se había acostumbrado a mentir yo cultar cosas a sus amigos en los últimos meses. Incluso le asustaba que le sucediera lo mismo con sus padres. Prefirió borrar ese pensamiento de su mente, y volvió a la realidad.

—Hermione, allí están nuestros padres —se apresuró a informar Ginny, que acababa de aparecerse a su lado sin que la Griffindor lo notara—. ¡Vamos!

—¿Y tú de dónde saliste? —preguntó Ron otra vez, dando un respigo al ver aparecer a su hermana de aquella manera—. Mejor dicho, ¿dónde estabas?

—Despidiéndome de Dean, tonto. —Hermione notó lo mucho que le costaba a su amiga decir aquellas palabras, pues sabía que las cosas no iban bien entre Dean y Ginny.

El novio de la chica se había vuelto un completo extraño para la leona, puesto que era incapaz de conversar normalmente otra vez. No había hablando con él respecto a sus sospechas de las Tres Escobas, porque no estaba segura de cómo debía reaccionar ante su presencia.

—Pero si volverás a verlo en una semana, ¿tanto tienes que despedirte de él? —Ron no había superado jamás la relación entre su compañero y su hermana menor, eso estaba claro para todos; aunque lo negara.

—¿Y tú no te despediste de Lavender? Va a volverte loco con las cartas de navidad, estoy segura —contraatacó Ginny, y su hermano hizo una mueca de asco.

—Es insoportable, me sigue a todas partes, siempre está colgada de mí llamándome"Ro-Ro". ¿Qué se piensa? Esa chica está loca, deberían meterla en San Mungo urgente. Y... —Ninguno de ellos escuchaba a Ron, sin contar que sabían de memoria lo que diría.

Se encaminaron a reunirse junto a sus familias. Todos despidieron rápidamente a Harry, que se alejó bajo la atenta y reprobatoria mirada de sus tíos.

—Bien, nos vemos en dos días Hermione —se despidieron sus amigos.

—Te estaremos esperando, cariño. Adiós, señores Granger.

—Adiós señores Weasley -respondieron los Granger educadamente, incluyendo Hermione.

La chica abrazó con fuerza a sus padres antes de subir al auto, y de camino a casa hablaron animadamente de todo lo que había sucedido en aquel tiempo sin verse.

—Y dime hija, ¿qué tal las cosas en Howarts, además de los estudios? —le preguntó su madre cuando llegaron a la casa.

La leona no supo porqué,pero la pregunta, que debía ser tan obvia para ella, le resultó extraña y nueva.

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