Leona y Serpiente

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Todos los alumnos estaban sentados en el Gran Comedor, engullendo los más deliciosos manjares hechos por los elfos domésticos. En la mesa de Griffindor, un pelirrojo y un azabache intercambiaban histéricas miradas hacia la gigantesca puerta de roble encantado, esperando la tardía presencia de su amiga. Entendían que se hubiera enojado pero ¿Dónde se había metido?

—¿Crees que deberíamos haber ido a buscarla? —pregunta Harry, mirando fijamente la puerta.

—Nol-o cre-guo —contestó Ron, con la boca llena de pastel de calabaza. Finalmente tragó y prosiguió con la charla—. Seguro habrá ido a la biblioteca, con lo que le gusta ese lugar... Aún no entiendo qué le ve.

—Ron tiene razón, Harry. Debe haberse entretenido leyendo algo nuevo, y se le habrá pasado el tiempo... Además tenemos los próximos tres días libres, ya sabes, el cuarto piso quedó destruido con la broma de Fred y George... Dumbledore han suspendido las clases hasta el jueves —dijo Ginny, lanzando una rápida mirada a la puerta, y luego a los gemelos. Ella estaba en transformaciones cuando estalló el baño de chicos, que inundó

todo el piso. La profesora McGonagall se puso cómo loca, y ella aún no había perdonado a sus hermanos terminar empapada y resfriada aquel día.

—¿Ginny de veras crees que hay algo "nuevo" en la biblioteca para Hermione? ¡Se ha leído todo los libros!

—No exageres, Ron. —Lo reprendió la pelirroja.

—Pero Ginny... ella es muy puntual —dijo Harry.

—Yo también lo soy, y sin embargo llegué justo cuando Ron terminaba su tercer plato.

—¡Eh! Era el primero. —Se quejó el pelirrojo.

Harry no prestaba atención a sus amigos, que discutían acaloradamente sobre cómo engullía Ron la comida. Entonces vió una castaña, que corría hacia él, con una gran sonrisa en el rostro.

* * *

—¿Qué hora es? —preguntó Hermione mirando por las ventanas de la biblioteca, las cuáles reflejaban la vista del lago, y un cielo completamente oscuro y estrellado.

—No lo sé, pero parece bastante tarde —contestó Malfoy,

—¡Por Merlín, deben estar cenando! Harry y Ron van a matarme.—Se tomó la cabeza entre las manos, pensando en la reacción que tendrían sus amigos.

—¿Controlan todo lo que haces, Granger? —preguntó el rubio, enarcando una ceja.

—Claro que no, pero se suponía que estaba enojada con ellos, y que volvería cuando se me pasara.

—Pues estás en todo tu derecho de quedarte dónde desees, y con la excusa de que sigues enojada.

—Ni hablar, deben estar preocupados. Deberíamos ir al Gran Calón, de todos modos ya es hora de que comamos algo, hemos trabajado duro.

—En eso tienes razón, Granger —apuntó el Slytherin, y ambos se levantaron, tomaron sus cosas y corrieron al Gran Comedor.

Poco antes de llegar, Hermione paró en seco.

—Espera, Malfoy.

—¿Que sucede?

—No creo que sea buena idea... que entremos juntos. Ya sabes, sospecharán al vernos entrar, tú y yo. Quiero decir, no es que sea malo, yo...

—Tiener razón. Tendríamos que dar algunas explicaciones, sería mejor ahorrarnos un mal rato ¿verdad?

—Pues sí... Sólo es que... no sabría qué decir si me preguntan algo. Siempre fuiste el Malfoy... ya sabes.

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