Demetri volvió a la isla a última hora de la tarde del día siguiente. No sé quedó a oír las conclusiones de la reunión con la excusa de que tenía que estar pendiente de la salud de su padre. Todo el mundo lo entendió, pero él se preguntó si habrían sido tan comprensivos si hubieran sabido que la salud de su padre sólo suponía la mitad de sus preocupaciones. Estaba ansioso por volver a ver a Jane y cerciorarse de que no la habían molestado durante su ausencia. No sabía por qué tenía esa necesidad de amparar a su ex mujer. Como si ella se hubiera alegrado de verlo... A pesar de que fue incapaz de no tocarla, estaba seguro de que ella lamentó tanto como él el final tan abrupto.
Cuando el helicóptero aterrizó, suspiró aliviado y saltó al suelo inmediatamente.
—Esta noche no te necesitaré, Theo —dijo a su ayudante—. Puedes irte a casa si quieres —los padres de Theo vivían en otra isla del archipiélago—, Ianis te llevará.
—Si no te importa, preferiría quedarme en la casa de campo.
Theo se refería a un edificio de piedra donde vivían muchos empleados de la finca.
—Me gustaría ver a Ianthe —siguió Theo—. Si no tienes inconveniente...
—¿Por qué iba a tenerlo? —Demetri hizo un gesto al piloto para que despegara—. Es una mujer libre.
—Ya lo sé, pero...
—¿Pero...?
—Bueno... —Theo pareció cohibido—. Todo el mundo sabe que ella y tú fuisteis...
—Amigos —terminó Demetri rotundamente—. Fuimos amigos, Theo. No fuimos amantes como estoy seguro de que te han dicho.
—Pero tu mujer...
—Ella tampoco me creyó —replicó Demetri sin rastro del buen humor que tenía—. Olvídalo. Ya pertenece al pasado. Quizá algún día Ianthe te cuente quién fue el verdadero padre de Marc. Hasta entonces, acepta mi palabra. Os deseo toda la suerte del mundo. ¿De acuerdo?
—Gracias.
Demetri agarró el maletín y los dos hombres se separaron al llegar a la casa.
Cuando Demetri entró en el vestíbulo, su madre apareció desde el porche.
—¡Demetri! —exclamó ella con tono de sorpresa—. ¿Pasa algo?
—¿Por qué iba a pasar algo? —él captó una impaciencia injustificada—. Fui a la reunión y he vuelto. ¿Dónde está mi padre? —preguntó por no preguntar dónde estaba Jane.
—Haces bien en preguntarlo —contestó ella con un tono de disgusto evidente—. Ha ido a dar una vuelta en coche con esa mujer. Le advertí de que era una imprudencia hacer ese esfuerzo innecesario, pero no me hizo caso.
Demetri supo a quién se refería su madre y sintió tal alivio, que no pensó la réplica.
—No creo que dar una vuelta en coche con Jane sea un esfuerzo excesivo.
Sin embargo, frunció el ceño. ¿Qué había dicho? Quería que esa mujer desapareciera de su vida y animar a su padre a hacerle la visita agradable no era muy sensato.
—Debería haber supuesto que no estarías de acuerdo conmigo. Al fin y al cabo, tú la trajiste aquí.
Demetri lo pasó por alto, pero su madre siguió.
—Afortunadamente, Ariadne los ha acompañado. Ella se ocupará de que tu padre no haga una tontería.
—¿Una tontería? —Demetri resopló.
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Soy tu Dueña ©®
RomanceSu matrimonio había terminado, pero... ¿qué pasaba con el bebé? El matrimonio entre Jane y el guapísimo magnate griego Demetri Souvakis había llegado a su fin hacia ya cinco años. Destrozada y traicionada, Jane lo había abandonado y había empezado...