Exorcista

Veintidos - Fin de la primera parte

Severus estaba dudoso, no sabia si era muy buena idea involucrar a Harry en eso, era una gran responsabilidad y podría costarle la vida al niño si llegaban a distraerse. Después de todo, el señor Tenebroso estaba poseyendo el cuerpo de Quirrel, un señor tenebroso lleno de ansias de venganza.

Había intentado todo el año escolar matar a Harry, y yendo hacia él solo podía significar una cosa, una sentencia de muerte. Por eso Severus dudaba en dejar que Harry se involucrará, pero si no lo hacia, sabía que el mocoso iba a ir por su cuenta. Y después de todo, era mejor saber lo que iría a hacer el niño a no tener idea del asunto. Esa misma noche se sentó en su escritorio a esperar a Harry, sin embargo, no contaba con que serian las diez de la noche y no habría rastro del niño de ojos verdes.

Luego de la cena, Harry estaba dispuesto a ir al despacho de su profesor, sin embargo, no contaba con algo, lo insistente que podía ser el director y que estaba dispuesto a tomar medidas extremas. Harry sintio el golpe del hechizo en su espalda, solo dio un paso para darse vuelta cuando sus ojos empezaron a cerrarse, pero mientras caia al suelo estaba muy seguro que su atacante tenía una brillante barba blanca y una túnica purpura que conocía muy bien.

...

Harry apenas tuvo tiempo de reaccionar, al abrir los ojos pudo divisar la enorme criatura que estaba por arrancarle la cabeza, todo el ejercicio que hizo durante sus entrenamientos que había realizado durante todo el año rendía sus frutos, porque Harry rodo hacia un lado justo a tiempo. La enorme criatura de tres cabezas estrelló uno de sus hocicos contra el suelo, sin embargo, la cabeza derecha estaba por atraparle una pierna cuando empezó a sonar un arpa, como si fuera magico e instantáneo, la mandíbula del enorme perro se detuvo en su lugar, chorreando baba y mostrando sus dientes filosos. Para sorpresa de Harry, la enorme criatura empezó a cerrar sus ojos y tuvo que arrastrarse hacia atrás antes de que la cabeza del animal lo aplastara.

Harry se quedó ahí sentado en el suelo, mirando una de las cabezas del enorme cerbero que había estado a punto de comérselo. No había tenido tiempo de procesar su despertar que ya estaba al borde de la muerte de nuevo, estaba seguro que estas cosas solo le pasaban a él.

- Justo a tiempo -

La voz detrás de él lo hizo reaccionar y al darse vuelta no pudo contener su gemido de frustración, Granger y Weasley estaban parados en la puerta, la castaña con su varita en alto y justo a ella una enorme arpa que soltaba una suave melodía. Pudo notar la mirada de superioridad en el rostro de Granger, le recordaría hasta el fin de los siglos que lo había salvado y ahora solo deseaba estar entre los dientes del cerbero para evitar esa tortura.

- ¿Donde mierda estamos? -

Su lenguaje se debía a su Maestro, el cuál no evitaba soltar cada insulto frente a Harry que evidentemente había tomado el hábito de maldecir en ese tipo de ocasiones, cuando se veía con problemas hasta el cuello o harto de todo. El vocabulario de Harry pareció ofender lo suficiente a Granger, mejorando un poco el ánimo del ojiverde.

- Primero cuida tu lenguaje y segundo esto es el tercer piso, donde está la entrada a la cámara donde resguardan la piedra filosofal que el profesor Quirrel va a robar. Así que levántate, debemos apurarnos, Harry -

La castaña comenzó a caminar hacia una trampilla que el ojiverde no había notado hasta ese momento cuando Harry soltó un comentario que la hizo detenerse en seco.

- Pareces bastante informada para ser solo una simple estudiante -

Los ojos marrones de Granger miraron a Harry, eran helados pero también traían desconcierto.

- ¿Disculpa? -

Harry sonrió levemente, no dijo nada mientras se levantaba y se acercaba a la castaña, al estar frente a ella sonrio antes de hablar.