𝐀 𝐭𝐮 𝐥𝐚𝐝𝐨 ‖ 𝑮𝒐𝒋𝒐 𝑺𝒂𝒕𝒐𝒓𝒖

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞𝐧𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨

La punta redonda del palo de madera golpeó el suelo del mismo material generando un eco ligero en el interior de la habitación. El dije colgante del centro emitió un pequeño brillo ante el movimiento brusco del golpeteo y adore infinitamente ver ese detalle, era la figura de un delfín, chiquito y discreto de plata. El centro del palo estaba cubierto de un trenzado color púrpura, ambas puntas eran redondas, sin filo ni nada por el estilo.

Simplemente perfecto.

—¿Qué es eso?

—Un arma especial para mi.

Cabe destacar que el dije fue un capricho mio en mis tiempos de adolescente. Mis allegados jamás me negaban las cosas, hasta la fecha, Satoru sigue cumpliendo cada uno de mis caprichos sin protestar. Mantiene la tradición.

—Como sea—aclaré mi garganta— vamos a iniciar.

—Pero el profesor Gojo no ha llegado.

—Es Gojo Satoru de quien estas hablando, cielo— solte una risita— puede ser todo lo que quieras menos puntual. Descuida, me ha dado la información necesaria y como lo conozco, estoy segura de que no te ha enseñado las cosas básicas.

—Si...—entorno los ojos—pero Fushiguro me dijo algunas cosas antes. Es verdad, señorita Kelly, ¿puedo hacerle una pregunta?

—Adelante.

—¿Por qué nadie sabe que el profesor Gojo está casado?

Instantáneamente observe el anillo dorado en mi dedo anular. Hacerlo me robo un suspiro y no porque estuviera perdidamente enamorada de mi cónyuge, más bien, porque verlo me remonta a uno de los momentos más felices en mi vida.

—Porque yo se lo pedí— murmuré— algún día te lo diré si lo considero necesario. Te seré franca, Itadori, yo no quería hacer esto, me refiero a usar mis rituales ni a actuar como maestra, me aleje de la hechicería por una razón. No obstante, haré una tercera... no, miento, una cuarta excepción con una condición.

—La que sea.

—Ni una sola palabra de lo que hagas aquí ¿entendido?

Sello sus labios con un cierre imaginario dejando clara su respuesta. Forme una debil sonrisa y golpetee el suelo dos veces con el palo de forma sutil.

—Parece que has aprendido a controlar tu energía maldita— eleve una ceja— o al menos una parte de ella. También escuche que durante algún encuentro te dejaste llevar por tus emociones y lograste concentrar tu energía en tu puño. Así que ahora, veremos si en verdad has aprendido.

—¡¿P-Pero no explicara su ritual?!

—¿Eso importa?

—¡Claro que si! No se si esto resulte y...

Interrumpí su oración golpeando su cabeza con la punta de mi arma.

—Nada de "no se"—regañe seria mientras sobaba su cabeza— si no confías en tus habilidades no hay forma de que las uses. El oso no te ha golpeado, eso significa que lo has controlado y ya es tiempo de que pongas en práctica lo aprendido.

Murmuró algo imperceptible aun con la mano sobre su cabeza. Extendí mi brazo y a la par deje la palma de mi mano a su merced, como un saco de boxeo al cual golpear.

—Vamos Yuji, veamos si aprendiste algo.

—¡¿Eh?! ¡¿Quiere que la golpeé?!

—De no estar segura no te lo pediría— manifesté obvia—. Fija tu objetivo, sientelo y concéntrate en él. Olvídate de mi, concentrate en mi mano, el punto que debes golpear.