𝐃𝐚𝐥𝐢𝐚 𝐫𝐨𝐣𝐚

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║ Gojo Satoru ║

¿Por qué carajos hay tanto ruido en la casa? Además, ¿quién puede hacer tanto escándalo si no soy yo?

—Fuera de aquí Señor Bam Bam.

El gato maulló pero cayó de pie en el suelo algo molesto, no recordaba que estuviera tan grande y tan gordo, seguramente es culpa de Kelly que tiene más consentido al gato que yo lo cual es injusto porque yo debería ser su prioridad. Busco mi camiseta y algo extraño ocurre a mi alrededor.

Siento el aire distinto, no malinterpreten esto, es bastante cómodo y reconfortante, muy íntimo y familiar pero sigue siendo un poco ext...

Oh...

Ya entiendo...

Sonrio y salgo de la habitación emocionado mientras me termino de vestir, conforme me acerco a la sala escucho más y más voces bastantes claras que me aceleran el corazón, esta a punto de salirse de mi pecho por la emoción y la sonrisa nace por si sola.

—¡Buenos días familia!

Tres pares de orbes azules me miran y solo uno de ellos le pertenecen a mi queridísima esposa quien simplemente me dedica una media sonrisa para continuar con su labor.

Definitivamente es hermoso soñar.

Me acercó a mi esposa y plantó un beso pequeño en su frente observando atentamente lo que está haciendo mientras que a la par, la sostengo de la cintura para trazar sus costillas con mi pulgar.

—No me gusta como se ve— murmura ella.

—Déjalo así, nadie lo va a notar. Se ve bien, ¿verdad que si?

Y ahí está.

Ese puchero es el mismo que Kelly hace cuando algo no le gusta. Idéntico. Es tan raro ver los gestos de mi esposa en alguien más. La sensación es rara pero me gusta, me acelera cada segundo más el corazón.

—Yo creo que si pasa.

O bueno, ver sus gestos en dos personas más.

—Es que no se como arreglarlo— Kelly se rinde y parece decepcionada— te voy a tener que cortar el cabello, ese chicle no va a salir de otro modo. ¿Quien te pego el chicle?

Dos pares de orbes azules me ponen el mundo de cabeza, es una extraña combinación porque no son los de Kelly pero tampoco son los míos, son una mezcla de nuestros azules bastante ordinaria pero que increíblemente se ve bien. Los de mi esposa son oscuros, los míos son claros, ver el resultado de aquella combinación es increíble. Incluso si me están mirando por una acusación falsa.

—No se nota para nada— intenté esconder la goma de mascar entre la cascada albina— Váyanse a la escuela, ya es tarde.

—¿De verdad Satoru? ¿En serio le pegaste un chicle en la cabeza?

—Yo no fui.

Kelly negó un par de veces con la cabeza y siguió intentando, mientras tanto, me pregunto porque terminaron con ese color tan peculiar en la cabeza, imagino que incluso mi genética es más fuerte que la de mi bella esposa. Aunque claro, el tipo de mirada y los gestos son totalmente de ella. No lo sé, creo que hubiese preferido que sus cabezas fueran castañas, me están robando los atributos que me hacen especial.

¿Será así nuestra vida?

Bajo la mirada un momento encontrando la segunda copia, es que son nuestras copias, para ser un sueño son demasiado reales. Miraba atentamente cómo los dedos de Kelly buscaban retirar esa goma de mascar pese a su diminuta estatura, el pobre intentaba mirar y la imagen fue tan conmovedora que me duelen las mejillas por sonreír tanto. Pique el hombro del pequeño intruso y sus azules inmediatamente me miraron, es como ver mi reflejo en un espejo, solo que más pequeño.

𝐀 𝐭𝐮 𝐥𝐚𝐝𝐨 ‖ 𝑮𝒐𝒋𝒐 𝑺𝒂𝒕𝒐𝒓𝒖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora