𝐀 𝐭𝐮 𝐥𝐚𝐝𝐨 ‖ 𝑮𝒐𝒋𝒐 𝑺𝒂𝒕𝒐𝒓𝒖

𝐄𝐥 𝐜𝐚𝐢́𝐝𝐨

—¿Entonces ella no sabe nada?

Negué tras beber un sorbo a mi café, la abuela y Satoru estaban conversando tranquilamente en el pasillo ambos dirigiéndose a la cocina para desayunar. Mientras tanto, Yuji estaba conmigo masticando un trozo de pan observando al par.

Antes, me preguntó acerca de la abuela y su conocimiento del mundo de la hechicería. Ahora que lo pregunta, la duda se colo por mi mente y tengo esa espinita, me causa un poco de curiosidad investigar que tanto sabe la abuela y si le suena el nombre de Ryomen Sukuna.

—Jamás hemos hablado del tema— confesé— pero, dudo que sepa algo.

—La anciana se ve inteligente.

—Es inteligente, maneja una de las mejores empresas en Norteamérica. Yo sigo dudando la verdad.

—¿Por qué?

—Porque si supiera algo, yo estaría muerta— encogí los hombros.

—Las leyendas nunca mueren— pronunció una tercera voz.

Mire a Yuji y el chico golpeó su mejilla, justo donde se había formado una boca. Al hacerlo, en la mejilla contraria los pliegues volvieron a despegarse formando una sonrisa siniestra, digna del rey de las maldiciones.

—Yo puedo resolver tus dudas.

—Olvídalo su majestad— bebí un segundo sorbo— no es tu asunto.

—Claro que es mi asunto, todo lo que yo quiera que lo sea lo será.

La abuela miró algo en el ventanal. Uní mi dedo pulgar con mi dedo medio de la mano derecha tras mirar a Yuji.

—Manipulación Hexacedrimal.

Dicho chasquido cerró ambas bocas en las mejillas del chico tras emitir pequeños destellos rojizos. La abuela nos miró, todo destello desapareció y sonreí para ella mostrandole mi taza de café.

—¡¿Qué fue eso?!— chilló Yuji palpando sus mejillas— ¡¿Qué hizo?!

—Cerrarle la boca a Sukuna, ¿qué más?— rodé los ojos— Oh... no conoces mi técnica ¿verdad?

Negó con la cabeza rápidamente imitando a los muñequitos de tableros.

—Veamos que tanto conoce la abuela.

Hundió las cejas confundido. Satoru beso mis labios y ocupo el espacio vacío a mi lado tras dejar que la abuela se sentará en la silla de enfrente. La isla central es alta, por lo tanto, es lo que más usamos a la hora de comer juntos.

—Buenos días abuelita.

—Buenos días Kelly— formo una debil sonrisa y preparo su taza de café— espero que tengas el día libre.

—Tengo una reunión en dos horas, ayer la pospuse. Después de eso tendré el día libre.

—Dime que tu si estas libre— pidió a modo de suplica mirando a Gojo.

Es increíble que a estas alturas se le haya ocurrido salir de la habitación en pijama. Claro que tiene pijamas decentes pero así como tiene decentes, tiene algunas muy estúpidas. El gorro que tiene en la cabeza tiene un pico de pato y toda la pijama es amarilla con la parte de los pies naranjas, incluso una bolita amarilla peludita en la parte trasera como una colita de pato. En si, todo él era un pato. Parece un mameluco gigante teniendo en cuenta sus 1.90 cm de altura.

—Tengo todo el tiempo del mundo para ti, abuela.

Fingí una arcada ganando un golpe en la cabeza con la cuchara del azúcar.