¿Quién me diría que algún día iba a convertirme en la señora de Draco Malfoy?
He de confesar que no fuí del todo consciente de que aquella serpiente de pelo rubio platino tuviera sentimientos hacia mí puesto que yo era una Gryffindor y él un Slytherin, pero fue a partir del cuarto año cuando me confesó lo mucho que me amaba, lo cual me sorprendió a la par que me alegró, pues lo único que Draco deseaba era ser amado.
Aunque lo que más me sorprendió fue, que al año de conocer el amor que Draco sentía hacía mí, otro chico hizo lo mismo y no fue otro que mi amigo Harry, a quien conozco desde nuestro primer año.
Y a pesar de que debía elegir entre el amor de Harry y el Draco, decidí casarme con Draco, ya que estaba convencida de que acabaría siendo muy feliz a su lado
Ahora todos somos adultos y tanto Draco como yo hemos conseguido cumplir varios de nuestros sueños: yo decidí convertirme en medimaga y trabajo en el Hospital San Mungo y Draco trabaja como banquero en Gringotts.
También nos fuimos a vivir a una gran mansión a las afueras de Londres y a pesar de decirle a mi marido lo feliz que era, él temía que me fugara con Harry, ya que no podíamos tener hijos y acabábamos de saber que él y Ginny habían roto su relación.
Al final, le expliqué a Draco que yo jamás lo abandonaría por nadie, ni siquiera por El Niño que Sobrevivió, pero sí que decidí hacer algo para conseguir que el hombre que amaba fuera feliz.