La escuela Alfea no es una escuela normal y coriente, pues en ella estudian unas de las criaturas más conocidas del mundo: las hadas.
Estas hadas reciben una educación muy específica para cada una de ellas, ya que no todas estas ellas poseen los mismos poderes, los cuales se dividen en siete grupos: Tierra, Agua, Mente, Luz, Fuego, Aire y Oscuridad.
Por desgracia, las hadas cuyos poderes pertenecen a este último grupo, no tienen muy buena fama porque sus poderes pueden provocarles graves problemas mentales, pues estas hadas eran propensas a perder poco a poco la capacidad de diferenciar a los fantasmas de las personas reales. Y una de estas hadas era Ítaca, un hada de la oscuridad que solía usar sus poderes para liberar a los espíritus que se encontraban atrapados entre la vida y la muerte.
Nada más llegar al instituto, muchas de las hadas se apartaron de ella por miedo a que usara sus poderes en contra suya, pero por suerte, una chica llamada Bloom, quien desde hacía muy poco había descubierto que era un hada de fuego, decidió acercarse a la chica para hablar con ella, a pesar de que Stella le había dicho que no lo hiciera porque podía ser peligrosa.
Otra persona que tenía interés en Ítaca, era un especialista de segundo año llamado Riven, el problema era que, a diferencia de Bloom, Riven parecía conocer el tipo de poderes que podían tener las hadas de la oscuridad y su plan era enfadar tanto a la chica para hacer comprender a todos que ese tipo de hadas no podían juntarse con los demás.
La primera noche antes de que empezaran las clases, los profesores decidieron organizar una pequeña fiesta para que los alumnos se fueran conociendo y a pesar de que Ítaca se había ganado aquella tarde la amistad de Bloom y Aisha, quienes además eran sus compañeras de cuarto, el resto de los alumnos no se acercaron a ella hasta que Riven comenzó a molestarla y Terra decidió defenderla explicándole que el chico no era más que un capullo y que no debía sentirse mal por lo que le dijera porque cuando él llegó no era más que un niño asustado que acabó varias veces con un ojo morado.
En cuanto Riven estuvo a punto de enfrentarse a Terra por lo que acababa de decir, este empezó a sentir cómo algo le agarraba del cuello y comenzaba a asfixiarlo y en cuanto se giraron hacia Ítaca, se percataron de que sus ojos se habían tornado tan negros como el carbón y en el momento en el que Riven le dijo que no volvería a molestar a Terra, esta dejó de torturarlo y sus ojos volvieron a su color original.
Salvo Terra, el resto de alumnos, incluido Riven, se alejaron de Ítaca y siguieon con lo suyo sin parar de cuchichear sobre lo que acababa de pasar, un suceso que empezó a incomodar tanto a la chica, que decidió alejarse de allí.
Lo que esta hada no sabía, era que estaba a punto de conseguir lo que más deseaba en el mundo: una auténtica amistad y un amor verdadero.