FemaleSirius
Dumbledore le había pedido pociones para las batallas futuras como para un ejército real de varias decenas de hombres. Viejo chalado. Restitución de sangre, tratamiento de heridas profundas, curación de fracturas, díctamo... Su laboratorio personal y el de Grimmauld Place tenían al menos una docena de calderos en ebullición día sí y día también.
Se sobresaltó ligeramente cuando vio a Black entrar de golpe en el laboratorio. Lupin la seguía. Ella parecía muy, muy, enfadada.
-Siri... Por favor... Yo...
La mujer se giró. Bajo la luz del candelabro pudo ver que iba con unos vaqueros MUY ajustados, una camiseta de los Rolling Stones y una chaqueta de cuero con botas a juego. No pegaba en absoluto con la decoración del lugar.
Pensó que iba a abofetearle- Para ti, soy Sirius ahora, Remus- Y cerró la puerta de golpe. Levantó la varita, y los golpes del hombre lobo y sus súplicas fueron silenciadas. Le miró- Perdón por el espectáculo.
¿Black acababa de pedir perdón? No era su problema lo que hicieran los tortolitos. Porque era evidente que poco después de volver de Azkaban, estaban teniendo "algo". No le importaba, no era su problema. Aunque le causaba gracia que la siempre impulsiva Black no le hubiera dado un puñetazo a su novio. Si algún día lo hacía, esperaba verlo en primera fila.
La mujer se quitó la chaqueta y la desapareció, supongo que mandándola al armario, se sentó en una esquina de la habitación, cogió un libro de la estantería y se puso a leer. Era un libro suyo, uno que había escrito cuando tenía 25 años.
Estuvo en silencio un buen rato, un par de horas por lo menos, roto solo por el pasar de las hojas del libro, el burbujeo de los calderos, sus pasos cuando iba de mesa en mesa comprobando las pociones y algunas cosas más que formaban parte de su trabajo como revolver, cortar, escribir...
-¿Por qué en la fase media de la Poción de Transición bajas la temperatura?- La miró, sentada en la esquina leyendo- Pensé que debías subirla cuando echabas el polvo de concha de caracol venenoso.
-Es una errata de edición- Dijo sin pensar. Luego, se dio cuenta de que estaba hablando tan normal con Black.
-¿Está corregido a día de hoy?
La miró de nuevo, entrecerrando ligeramente los ojos. Pero su respiración y su lenguaje corporal no indicaban que sus actos tuvieran segundas intenciones. Genuinamente estaba leyendo sus libros, los había entendido y tenía dudas al respecto. Dudas inteligentes. Si no la odiase, se habría acercado a tocarle la frente a ver si tenía fiebre.
Caminó a la estantería y le dio la última edición- Corregido- Se lo tendió.
-Gracias...- Ella solo siguió leyendo.
Mientras monitoreaba su trabajo, la vio leer, totalmente absorta en su mundo. Era como otro ser humano totalmente distinto al que conocía.
Estuvo así al menos dos o tres semanas, huyendo al laboratorio, se sentaba, leía, alguna vez le preguntaba algo o le pedía recomendaciones. Lupin intentó hablar con ella uno de esos días pero la mujer le gruñó tan fuerte que él, que iba caminando por el pasillo, sacó la varita y casi da un salto pensado que había alguna criatura oscura dentro de la casa. Pero no, era la mujer, que con solo su pensamiento, empujó con suavidad a Lupin de los escalones de la entrada de la puerta de la casa y se la volvió a cerrar en las narices con tanta fuerza que el cuadro de la antigua dueña de la casa se despertó.
Pero antes de que el lienzo pudiera decir nada, Black gritó a la puerta, a pesar de que el hombre al otro lado no podía oírla por los hechizos de silencio que tenía la mansión- ¡Qué te den, estúpido Lupin, que te jodan! ¡Sucio perro del infierno! ¡Ojalá no te hubiera conocido nunca! ¡NUNCA!- El cuadro y ella se miraron- Si, lo sé, que no diga palabrotas en el pasillo, perdón mamá.
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Dos mitades
Krótkie OpowiadaniaPequeños momentos de Sirius y Severus. A veces dentro de la trama, otras no.