Capítulo XXXIX

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Eran las 6 y 10 de la tarde. Bard se paseaba de arriba abajo por la habitación ubicada detrás del salón principal del club. Estaba muy molesto porque tú y tus padres aún no llegaban y ya todos los invitados esperaban a que comenzara la ceremonia.

Bard: ¡¿Por qué no están aquí?! (Prorrumpió, provocando que los ancianos se sobresaltaran.)

Ahnjong: Nosotros le encargamos a sus padres que la trajeran directamente al club a las 6 en punto ya que Jana y yo estábamos preparando los brebajes.

Jana: Ya sabes que una novia tiene mucho que preparar para estar lista. El día de la boda es un gran día para una mujer, seguramente por eso se han retrasado un poco. Ya llegaran en cualquier segundo.

Bard: ¡No puedo esperar más! ¡Todos los invitados están ahí y puedo escuchar sus murmuraciones!

El líder alfa odiaba que los miembros de la comuna hablaran de él de otra manera que no fuera con admiración o respeto. Tu tardanza lo estaba poniendo en una mala posición.

Bard: ¡Menz, ve ahora mismo a su casa y asegúrate que vengan en este instante!

El joven salió del lugar de mala gana, pero no se atrevería a desobedecer a su padre en aquel estado de irritación. Luego de diez o quince minutos, observaron por la ventana cuando el auto de Menz regresaba seguido del auto de tus padres.

Milos: Parece que ya están acá. ¿Deberíamos comenzar?

Bard: Si, ya estamos demasiado retrasados. ¡Vamos!

Todos se marcharon al salón principal del club y el líder se colocó frente al altar para esperarte. Le dio indicaciones a los músicos para que empezaran a tocar la marcha nupcial. Los invitados se pusieron de pie, listos para dar la bienvenida a la beta.

Menz atravesó la puerta y su expresión era de pánico al ver que ya todo estaba dando inicio. A los pocos segundos, tus padres también atravesaron la puerta. Bard levantó una ceja en desconcierto, preguntándose qué acontecía y por qué la novia no estaba entrando a la sede.

El joven se acercó a su padre con un poco de disimulo. Tus padres le seguían, guardando varios pasos de distancia.

Menz: Papá, regresemos a la recámara. Necesitamos hablar.

Bard: ¡¿Qué pasa?!

Menz: Por favor, vayamos atrás.

Bard: ¡Dímelo ahora mismo! (Demandó.)

El joven tragó con fuerza, preparándose para la revelación.

Menz: (En voz baja) Es sobre T/n...

Bard: ¿Aún no está lista? ¿Qué es esta falta de respeto?

Menz: No papá, T/n no estaba en su casa... no vendrá.

Bard: ¡¿Qué dijiste?! (Exclamó furioso.)

Menz: No sé qué está pasando, así que los traje a ellos para que te lo expliquen. (Dijo volteando hacia tus padres).

De inmediato, ellos comenzaron a experimentar aquella sensación intensa en el cuello, obligándolos a acercarse a Bard y arrodillarse. A este punto, todos los invitados se habían dado cuenta de que la novia estaba fugitiva, pero el líder estaba tan furioso que no le importaba más el protocolo o la discreción. No iba a perdonar que lo hubiesen traicionado de esa manera.

Bard: ¡¿Dónde está T/n?!

Mamá: L-lejos—donde no podrás—encontrarla nunca.

Bard continuó sometiéndolos al dolor e interrogándolos, pero tus padres estaban resistiendo con todo su ser. El líder mandó llamar a Alexis.

Hijos de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora