Extra

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Kaede Kubo venía de una familia muy tradicional, trabajadora y humilde, vivía con sus padres en una casa antigua pero bien cuidada.

Desde pequeña fue criada para ser una ama de casa ideal, solía ayudar con los deberes del hogar activamente y ayudaba a cuidar a su hermano menor.

Como toda chica criada de aquella, tenía muy metido el deseo de casarse con un buen hombre. Su tipo ideal desde que podía recordar era un hombre alto, fuerte, amable, sereno, trabajador e inteligente. Cada que lo imaginaba suspiraba.

— ¿No sería genial, Kaoru? No puedo esperar a casarme por fin. — conversaba con su mejor amiga de la infancia, quien solo atinó a hacer una mueca de asco.

— Yo no quiero casarme, no necesito a un hombre, soy un alma libre. — afirmó con toda la seguridad del mundo, acelerando el paso porque si seguía quedándose a conversar llegaría tarde a clases.

Kaoru Hayakawa, el opuesto complementario perfecto de la delicada Kaede.
Kaoru era conocida por ser una gran corredora, inquieta, poco delicada y curiosa.

Se despidieron, tenían que separarse ya pues no iban en el mismo grupo.

— Te veo después. — la peliazul, como siempre, se echó una carrera mientras su mejor amiga caminaba con serenidad dejando deslumbrar la elegancia que la caracterizaba. Sí, eran totalmente diferentes, pero eso de algún modo las unía cada día más.

Se sentó a seguir con su misión: conquistar al chico de sus sueños, Yamato Sakurauchi, el pelirrojo lindo e inteligente en el que no podía dejar de pensar. Era tan amable y guapo que sentía derretirse cada que conversaban.

— Claro, no te preocupes, puedo explicarte lo que quieras. — a pesar de que Yamato era amable, era obvio que tenía interés especial en Kaede por el tipo de trato, en definitiva estaban atraídos uno por el otro, solo hacía falta un empujón.

Las clases terminaron y apareció el "empujón" tan rápida como siempre.

— ¡Kaede! Tengo estas dos entradas pero no puedo asistir ese día porque probablemente deje la estufa encendida o algo así, tómalas y aprovecha ¿está bien? — tan rápido como llegó, desapareció. Los intentos entrenamientos de atletismo se hacían notar.

Y tal como pensaban, Kaede aprovechó para pasar la tarde con Yamato, como solían hacer. Habían pasado ya tantas veces que ambos estaban acostumbrados a los repentinos descuidos e invitaciones por parte de la corredora.

En cada cita, Kaede no podía evitar hablar un buen rato sobre lo mucho que quería a su amiga por ser tan amable, parecía muy elevada cuando hablaba de ella. A Yamato no le molestaba, los amigos de su amada eran los suyos.

Kaede recordaba con cariño aquella navidad en la que Sakurauchi preparó una velada especial, una cena romántica acompañada de interpretación de sus canciones de amor favoritas en piano tocado por él mismo. Nada podía ser mejor para ella.

Había llegado el momento de hablar con su mejor amiga al respecto, obviamente ella debía ser la primera con la que Kaede compartiría su felicidad.

— ¡¿Qué?! — para sorpresa de ambas, Kaoru no se veía muy contenta con la noticia, al menos no como se esperaría — Oh, te felicito. — y al darse cuenta de su acción que aparentaba ser incoherente, intentó formar su mejor sonrisa y estrechar a su amiga entre sus brazos.

— Gracias. — aún un poco confundida, correspondió el abrazo. — De verdad, gracias, nada de esto habría pasado sin ti, gracias por acercarme a mi Yamato. — se despidió dando un beso en la mejilla de su amiga, ahora debía ir a ver a su tortolito.

— Sí... — Kaoru frotó la mejilla besada previamente, ahora su mano se sentía húmeda producto de sus lágrimas. No se explicaba por qué se sentía así, ella debería estar feliz por su amiga, la había estado ayudando y todo.

¿Entonces por qué? ¿Por qué su pecho se sentía presionado? ¿Por qué había un nudo en su garganta? ¿Por qué su vista estaba nublada?

¿Por qué? Porque Kaede le gustaba.
¿Por qué Kaede le gustaba? No sabía.

Ese pensamiento la estaba matando lentamente. ¿Por eso no podían gustarle los varones? ¿Por qué no podía solo corresponder los sentimientos de Tsushima?

Hacerse tantas preguntas la estaba mareando, debía ir a casa a descansar. Y con descansar se incluye llorar y dormir profundamente.

— ¡Kaoru! Cita doble; tú, yo, Yamato, Tsushima. Te escribiré la dirección y la hora más tarde. — Kaede desapareció, o al menos lo intentó pues no era muy ágil escapando.

— ¡Tienes prohibido faltar! — la peliazul apartó en rostro, le daba vergüenza que Kaede le gritara tan alto y todos lo escucharan. Más bien, aquel gesto la ponía nerviosa porque se trataba de quien estaba enamorada.

Pasaron varias salidas amistosas que podían resumirse en Yamato y Kaede conversando mientras Kaoru luchaba contra las puñaladas a su corazón que eran producto de la envidia que la invadía.

—Sí, Yoshito, quiero ser tu novia. —Kaoru acaba de atarse a lo que para era ella una sentencia, ser la pareja de Yoshito Tsushima.





Nota de autor:  Ay mi pequeño y precioso fanfic YohaRiko, algún día lo terminaré.

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⏰ Última actualización: Oct 16 ⏰

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