Capítulo XXIX

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El tenue diluvio que adornaba con gotas los ventanales de aquella enorme habitación hacía que el ambiente se sintiera algo más pesado.

Kaoru maldijo la lluvia mientras Kaede la observaba fijamente, apreciandola. Cosa que curiosamente ninguna de las dos hacía habitualmente. Kaoru solía tomar algo caliente y Kaede se frustraba de que la llovizna arruinara sus planes.

— ¿Entonces? — la peliazul tomó asiento en un sillón mientras Kaede seguía sentada en la cama con una copa de vino en sus manos, junto a ella en una mesita había otra copa servida.

— Ya sabes, hablemos. — se levantó de la cama para extenderle a Kaoru la copa de vino, acercándose peligrosamente a su rostro mientras le pasaba su bebida.

— Apártate. — dijo firme, dándole una mirada severa. — Si crees que voy a soportar tu jueguito estás mal, ya estás muy mayorcita para estas estupideces. — dio una pausa para darle un sorbo al vino, era manzana verde, su favorito. — Así que si quieres terminar con esto, dime de una vez.

A Kaede le cayó como balde de agua fría. Lo último que quería era perder a su mujer.

— ¡No! Te cité aquí pensando en pasarla bien. — trató de disimular su impresión con coquetería.

— Pues esas no eran mis intenciones, después de que tuve que rogarte para verte quieres hacer lo que te da la gana. — otra pausa incómoda para beber un poco. — Ya no somos adolescentes para que estés montando tus escenas, me quiero tomar esto en serio pero pareces no pensar igual.

— Soy yo la que no se toma esto en serio cuando eres tú la que quiere volver con un idiota en lugar de estar conmigo como lo habíamos planeado. — aunque fuera una promesa al aire, seguía siendo una promesa rota según Kaede.

— No te hagas la víctima, tampoco te has decidido en dejar a tu marido. — buen punto que Sakurauchi se negaba a aceptar.

— ¡Estoy pensando en las niñas! — y sí, no se le ocurrió una excusa mejor, solo quería lo mejor para sus dos pequeñas, sería egoísta arrebatarles su forma de vida así nada más.

— ¿¡Crees que yo no!? Mi hija es lo más importante para mí. — golpe bajo para la pelirroja — Ya fue suficiente, cortemos las cosas aquí, no tengo por qué soportar esto. Nos vemos. — Kaoru debía ser honesta, tenía en consideración el romper porque pensaba que era lo mejor para su Yoshiko, no tenía idea de cómo explicarle la situación, le avergonzaba imaginar lo que fuera a pensar su pequeña.

De un portazo la mayor abandonó el lugar, dejando sentada y arrepentida a Kaede. No tenía idea de qué había pasado, solo quería acostarse a llorar y dormir un poco, estos días habían estado muy pesados para ella. ¿Había perdido definitivamente a su Kaoru?



— Ni ciego creería que de verdad no te interesa esa tonta, habla de una vez. — Dia no paraba de dar vueltas por la habitación de Riko mientras le lanzaba sus quejas y acusaciones. Se había dado cuenta de la verdad y se arrepintió de todas las veces que la retó a lanzarse a conquistar a esa tarada. Debió saber que Riko solo hablaba de ella como un trofeo que luego olvidaría para despistarla.

— ¿Por qué te cae tan mal Yoshiko? ¿Porque te quita la atención de Hanamaru y son amigas de la infancia? — a estas alturas Riko no podía comprender la rabia que su prima le tenía a esa chica. No tenía idea que sus palabras fueron en parte ciertas. En algún punto Dia sintió celos de Yoshiko por ser el perro faldero de Hanamaru.

— Esa idiota no es competencia para mí en primer lugar, solo me cae mal porque es una rara. — Dia solo sabía ocultar su envidia con un ego abismal, hasta el momento le había funcionado, pero Riko la conocía lo suficiente como para darse cuenta.

— Bueno, si te da envidia, déjame quedarme con Yoshiko y listo, todos felices. Tú con tu enana y yo con mi poste de luz. — la solución se veía bastante simple, pero para Dia no era así, el plan la tentaba pero también pensó en los deseos de su tía. Si ella hablaba así de Yoshiko tendría sus razones, no podía dejar que esa extraña se involucrara mucho más, ya tenía suficiente con soportar su amistad con Hanamaru.

— No es así de sencillo. Y no te importa por qué quiero a Yoshiko lejos, no te conviene y ya. — Dia estaba maquinando sus razones, había esperado mucho por este momento.

— ¿Por qué? Ella es todo lo que quiero, la quiero a ella y nada más, deja de intervenir a menos que tengas una buena razón que no sea tu rata come libros. — Riko lo había hecho, había detonado a Dia Kurosawa.

— De verdad que eres una estúpida. ¿Crees que no quiere vengarse? Tal vez te enamore y te humille de la peor forma, ella sabe lo basura que eres por lo que le hiciste a su amiguita, y más te vale escucharme si no quieres que también sepa lo que le hiciste a Hanamaru y te repudie totalmente. — decir que Riko había palidecido era poco, las amenazas de Dia iban en serio y no quería arriesgarse a que Yoshiko la odiara.

Le iba a doler como el infierno tener que volver a alejarse.

— Y quiero que saques a Hanamaru de tu maldita boca, ella ya tuvo suficiente contigo. — Riko casi sintió que Dia iba a golpearla cuando la sujetó del cuello de su camisa, pero por suerte solo era una amenaza acompañada de un empujón.

— Yoshiko... Ella no sería capaz de... — Riko se acomodó en posición fetal en su cama, pensar que su querida pudiera repudiarla y que no era capaz de admitirlo la quemaba. Yoshiko solo había estado siendo amable como era natural en ella, si no estaba pensando en venganza o humillarla por todo lo que había hecho, en algún momento lo haría. Eso era lo que merecería después de todo

Sakurauchi sentía que no iba a poder soportarlo mucho más. Solo le quedó tenderse a llorar hasta caer dormida.

𝙎𝙤𝙡𝙤 𝙪𝙣 𝙘𝙖𝙥𝙧𝙞𝙘𝙝𝙤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora