Capítulo XVII

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— ¿Él qué? — preguntó atónita la peliazul mayor

— Lo que escuchaste —

— Me niego —

— No tienes elección, sabes que también detesto esto. —

— ¡No me importa! —

Así la enfadada peliazul se dio media vuelta y abrió la puerta de su habitación de un tirón para tirarse en su cama para sacar toda su ira en forma de lágrimas, detestaba pelear con su madre, sobretodo por una estupidez así.

Estaba enojada e inconforme, pero tampoco podía hacer mucho al respecto, se repetía a si misma — Ya estas grande para hacer berrinche Tsushima, solo superalo y aceptalo, tonta — era fácil decirlo, pero hacerlo era otra cosa.

Tampoco podía quedarse así todo el día, el sábado había llegado de nuevo, eso significaba volver a casa Sakurauchi a seguir con su proyecto, ¿las cosas podían ponerse peor? Prefería no imaginar esa posibilidad.

Con pereza organizó todo lo necesario, su bolso estaba cada vez más lleno y pesado a medida que avanzaba en sus informes, pero eso le hacía sentir algo aliviada, sentía que estaban avanzando bien y terminarían con esto de una vez, no se creía capaz de seguir resistiendo, tarde o temprano caería, ella era consciente de ello, estaría en problemas con Hanamaru y You si no podía manejar la situación y eso era lo que menos deseaba.

Después de dejar algo de comida a Laelaps y una nota diciendo que saldría, la peliazul abandonó su hogar y comenzó a caminar a paso lento, realmente no quería llegar a la casa Sakurauchi.

Yoshiko Tsushima era por bastante una persona que no se dejaría pisotear por más enamorada que estuviese, orgullosa y honrada. Si cayera en los brazos de Sakurauchi Riko tenía presente las consecuencias, por ningún motivo pasaría por todo eso, se lo repetía constantemente Tsushima no se dejaría caer en las garras de Sakurauchi, por más que de verdad sintiera atracción hacia ella, esa idea era impensable ¿ella con la quiebra sentimientos del lugar? Ni en sus pesadillas, su imagen de chica casi perfecta era más importante para ella.

Sin darse cuenta llegó a su destino, antes de tocar la puerta escuchó algo que la dejó dudando por un momento, era la voz de la señora Sakurauchi, al parecer estaba quejándose y su marido le respondía de forma no muy amable, no pudo descifrar del todo que estaban diciendo, decidió esperar un poco antes de atreverse a tocar la puerta, no quería irrumpir en un mal momento.

— ¡Yoshiko! Es un gusto tenerte aquí, pasa, querida. — de algún modo la madre de Riko sintió su presencia y se apresuró en abrir las puertas de su casa, Yoshiko pensó que era tal vez una excusa para salir de esa incomoda situación.

— Hola señora Sakurauchi, con su permiso. — Como siempre, la peliazul saludó de manera algo formal a la familia y se dirigió directamente a la habitación de Riko, no quería seguir irrumpiendo en lo que no era de su incumbencia.

— Te lo digo Dia, no sé qué pretende hacer mamá, pero papá no se ve conforme, y no hay nada que yo pueda hacer, no entiendo nada en realidad. — antes de entrar a la habitación Yoshiko escuchó un fragmento de lo que parecía ser una llamada telefónica, esta vez con menos vergüenza sí se atrevió a tocar a la puerta, que en unos segundos fue abierta.

— Hola, Riko, espero tener buenos avances hoy, no nos queda mucho por hacer, tenemos un buen rendimiento juntas. — después de ver el ambiente pesimista inundando el lugar Yoshiko decidió animar un poco el panorama y hacerse la desentendida de la tensión con unas palabras de aliento, lo que funcionó para la pelivino quien dio una pequeña sonrisa.

— Yoshiko, me hace feliz tenerte aquí — para la peliazul esas palabras sonaron algo huecas, definitivamente Riko no se sentía así realmente y solo tenía buenos tratos por cortesía.

Yoshiko se consideró una estúpida cuando creyó en que Riko la amaba por un simple beso de hace más de un mes, era simplemente una estupidez creada por su mente.
Ni siquiera tenía certeza de que la vacía pero aparentemente perfecta Sakurauchi Riko supiera que era amar a alguien de manera romántica, mucho menos a ella, la idiota Tsushima nunca tendrá una oportunidad, debía afrontar la realidad.

— ¿Yoochan, estás ahí? Deberíamos empezar ahora mismo. — la pelivino pasó su mano casi rozando la cara de Yoshiko y moviendola de arriba a abajo repetidas veces para ponerla alerta.

— Claro, empecemos ahora mismo, esta es tu parte, yo me encargaré de esto, ¿está bien? — la más baja solo asintió ante las indicaciones dadas por la peliazul.

Después de hacer sus avances como hacían normalmente Yoshiko estaba recogiendo sus cosas pero algo la alertó, la mirada de Riko era extraña cosa que interpretó como un simple bajon de ánimo resultado de la pelea que anteriormente sostenían sus padres, Yoshiko lo entendía completamente así que decidió acercarse a la pelivino para sentarse junto a ella en la punta de su cama y como reflejo la más baja dejó caer su cabeza sobre el hombro de la contraria ocultando la cabeza en su pecho.

— ¿Te sucede algo? Puedes hablarme siempre que quieras. — dijo Yoshiko, sintiendose algo ¿incómoda? No, para nada estaba incómoda, la cercanía de Riko junto con su esencia no era de ninguna forma un castigo, era mejor dicho algo extraño, pero no desagradable.

— Son asuntos sin importancia, tu compañía me hizo sentir mejor, gracias. — la chica parecía no querer tocar el tema y Yoshiko lo comprendió.

Si tan mala imagen tenía de Riko ¿Por qué hacía esto por ella? Tranquilamente podía ir a su casa a descansar sin preocuparse por los problemas ajenos, pero algo en ella no le dejaba hacer eso, entendía que se sentía no tener a nadie que como mínimo te abrace en momentos angustiosos, no se lo desearía ni a su peor enemigo.

— No es nada. — se limitó a responder pasando su brazo derecho por los hombros de la mayor, sentía su pecho levemente húmedo, deduciendo que Riko estaba llorando, pudo comprobarlo sin necesidad de verla a los ojos, los sollozos casi inaudobles hablaban por si mismos ¿llorando, frente a ella? Estaba descubriendo una faceta muy sensible de Sakurauchi cosa que no le molestó para nada.

— Lo siento, yo solo — intentó hablar Riko con la voz notablemente quebrada, Yoshiko no respondió y solo acarició levemente el cabello de su contraria, verla en ese estado tan vulnerable le hacía sentir lástima.

¿Por qué sentirías lástima de ella? Esto es lo que merece, muchas personas se sintieron de esa forma por su culpa, tus amigas también, incluso tú, tarada
¿lástima? No merece lástima de nadie, mucho menos de ti, estúpida.

¿Se trataba de su subconsciente?
¿Algo que realmente ella pensaba?
¿Quién era ella para tener pensamientos así de egoístas?
¿Todos merecen algo de lástima, verdad?

Preguntas y más preguntas que su mente formulaba por si sola, era un jodido problema para ella sobrepensar las cosas de esa manera.

— Ya te molesté demasiado por hoy, es mejor que vayas a tu casa. — con un aspecto menos deprimente, Riko se levantó y abrió la puerta de su habitación dándole salida a Yoshiko, lo cual la dejó completamente extrañada, Riko, la persona que siempre le insistía por quedarse más tiempo e inclusive llegó a bromear con encerrarla la estaba invitando a salir como si nada.
Posiblemente necesitaba un momento a solas, pensó.

— Bien, adiós Riko, te veré la próxima semana. — sin nada más que añadir la peliazul caminó entre los pasillos de la casa hasta llegar a la sala de estar, el lugar de la discusión de hace rato, el aura seguía siendo tenue y desalentadora, giró el picaporte de la puerta para asegurarse de que estuviera abierta y poder salir, efectivamente la puerta estaba abierta, al ver el auto supo que el padre de Riko estaba en casa así que no vio problema en salir sin poder poner seguro.

Tenía muchas dudas respecto a lo que le pasaba a Riko, aunque nada de eso era de su incumbencia realmente.

𝙎𝙤𝙡𝙤 𝙪𝙣 𝙘𝙖𝙥𝙧𝙞𝙘𝙝𝙤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora